En las pasadas dos décadas, el interés en la enfermedad celíaca ha aumentado considerablemente, tanto en los medios especializados como en los legos al demostrarse que la prevalencia de esta entidad es mucho más frecuente en la población general que lo que se creía. Esta patología puede presentarse con una gran variedad de manifestaciones clínicas y con una gradiente de intensidad que va desde la forma silente hasta la plenamente florida, a veces grave. Como enfermedad proteiforme su confirmación implica un riguroso proceso diagnóstico. Éste requiere que los clínicos manejen un alto índice de sospecha y realicen en el paciente un apropiado rastreo serológico de la enfermedad, para culminar con el “estándar de oro” de la confirmación diagnóstica: la documentación de las alteraciones histológicas características en una biopsia de intestino delgado. En este proceso hay múltiples posibilidades de errores diagnósticos. Esta revisión narrativa revisa las potenciales causas de dichas fallas.
El comienzo del siglo XXI trajo consigo un profundo cambio en el conocimiento sobre la enfermedad celíaca, remeciendo así las aparentes certezas que los conocedores de esta enigmática enfermedad habían acopiado durante las décadas anteriores. Tal como lo había anticipado acertadamente Catassi unos años antes, sólo una minoría de la población mundial de celíacos era reconocida clínicamente, en tanto que la gran mayoría de quienes sufrían la enfermedad permanecía subdiagnosticada [1],[2].
Los estudios realizados en diferentes partes del mundo (con algunas excepciones geográficas), reprodujeron con gran fidelidad las cifras que Catassi había publicado en 1994, obtenidas de su estudio realizado en Italia [1],[2],[3]. De esta manera, ha podido establecerse que la prevalencia de la enfermedad celíaca es considerablemente más alta que lo que se creía con anterioridad, en especial debido a la elevada proporción de casos clínicamente atípicos e inclusive por las formas silentes de la enfermedad [3]. Hoy se considera que entre 0,6 y 1,0% de la población en las zonas geográficas estudiadas tiene enfermedad celíaca [2],[3],[4]. La prevalencia es casi dos veces más alta en el sexo femenino que en el masculino y se incrementa en las personas que tienen un familiar de primer grado afectado (de 10 a 15%), o padecen de diabetes de tipo 1 (de 3 a 16%) y ciertas enfermedades autoinmunes como la tiroiditis de Hashimoto, el síndrome de Sjögren, la deficiencia de IgA y las enfermedades autoinmunes del hígado [3],[4],[5]. Un corolario de estos resultados ha sido la publicación de guías con sugerencias respecto a qué individuos y grupos de riesgo deberían ser evaluados por posible enfermedad celíaca [4],[5] .
Tanto el consumo de gluten y proteínas similares contenidas en el trigo, centeno y cebada, como el poseer los haplotipos DQ2 y DQ8 (antígenos de histocompatibilidad) son condiciones necesarias, pero no suficientes para que la enfermedad celíaca se desarrolle clínicamente [3]. Al menos 40 genes no antígenos leucocitarios humanos parecen conferir una predisposición para la enfermedad. En su mayoría, éstos están involucrados en la respuesta inmune o en la predisposición a desarrollar estados inflamatorios [3]. Por lo tanto, la enfermedad celíaca está considerada como una enfermedad cuya genética es compleja.
Existe evidencia de que la frecuencia de la enfermedad celíaca está creciendo en muchos países, probablemente por el aumento del consumo de productos preparados con harina de trigo y sus derivados, la llamada occidentalización de la dieta, así como de otros factores aún no plenamente identificados. Por supuesto, también el número de celíacos conocidos se incrementa por la mayor conciencia que existe sobre la enfermedad. Ello impulsa a desarrollar estrategias de búsqueda activa [2]. Existen importantes variaciones en las tasas de prevalencia de la enfermedad celíaca entre los diferentes países europeos, lo que no tiene una explicación clara. Es muy probable que determinados factores ambientales sean responsables de estas diferencias [3].
Así, la enfermedad celíaca es una condición que hasta hace pocas décadas se consideraba propia de la edad pediátrica y de individuos caucásicos. En la actualidad se está diagnosticando cada vez con más frecuencia en individuos de todas las latitudes y en forma creciente en pacientes de edad adulta [2], como por ejemplo ocurre en Chile [6]. Además, la enfermedad celíaca se veía como una afección exclusiva gastrointestinal y de presentación florida [7]. Hoy se la considera como una entidad multifacética en que los síntomas gastrointestinales pueden variar de mínimos a graves, o llegar a estar ausentes, e incluir una gran variedad de manifestaciones extraintestinales [7].
No está totalmente clara la razón de las notables variaciones en la presentación e impacto clínico de la enfermedad celíaca entre un paciente y otro, que van desde la enfermedad prácticamente inaparente hasta aquélla en su máxima expresión. Además de los factores genéticos antes mencionados, es necesario tener en cuenta variables tales como la cantidad y naturaleza del gluten consumido, la duración de la lactancia materna y la edad de introducción del gluten en los niños [2],[8], la composición de la microbiota intestinal [9], ciertas determinantes externas de polarización de la respuesta inmune (Th1 versus Th2) como infecciones, fármacos, productos biológicos, embarazo, cirugías, entre otras [10],[11],[12],[13].
La confirmación diagnóstica de la EC se basa en la presencia de una típica enteropatía, dependiente del consumo de gluten, al examen histológico de la biopsia intestinal [2],[3],[4]. Las pruebas serológicas sirven para identificar la población de pacientes para los cuales una biopsia está indicada [4],[5] ,[8]. El proceso diagnóstico no está exento de problemas. Dicho proceso comienza por sospechar enfermedad celíaca en determinados pacientes, realizar luego los adecuados test de cribado para luego interpretarlos con el objeto de seleccionar a quienes serán sometidos a biopsia intestinal y por último caracterizar apropiadamente los hallazgos histológicos que conducirán al veredicto final.
Algunos autores han sugerido que existe una cierta carencia de una masa crítica de clínicos, patólogos y personal de laboratorio que estén experimentados y familiarizados con las complejidades diagnósticas de la enfermedad [14]. Los errores diagnósticos –tanto el subdiagnóstico como el sobrediagnóstico- derivados de esta situación, pueden tener un profundo y duradero impacto en los pacientes y sus familias. Siendo la enfermedad celíaca una entidad crónica, que dura toda la vida del sujeto, las fallas diagnósticas en uno u otro sentido son claramente nocivas para el paciente [13],[14].
En un sentido amplio, debido a las características multifacéticas de la enfermedad celíaca, ésta comparte síntomas específicos o grupos de ellos con numerosos cuadros clínicos [13],[14],[15]. Sin embargo, al analizar al paciente en profundidad, varios de éstos pueden ser excluidos con relativa facilidad. Entre los diagnósticos diferenciales [13],[14],[15] se pueden mencionar enfermedades inflamatorias crónicas intestinales, alergias alimentarias, síndrome de intestino irritable, diversas causas de anemia, enteroparasitosis, intolerancia a oligosacáridos, disacáridos y monosacáridos fermentables; infección por VIH, tuberculosis, linfoma y otros cánceres, enfermedad de injerto contra huésped, daño por radiación, anorexia/bulimia nerviosa, enfermedades ficticias y otras. Además, en pacientes pediátricos es necesario considerar enfermedades infecciosas (enteritis virales, bacterianas, parasitarias), enfermedades metabólicas, raros defectos congénitos de la absorción, inmunodeficiencias congénitas, fibrosis quística, malformaciones estructurales del tubo digestivo, enteritis eosinofílica, desnutrición por ingesta insuficiente, entre otras.
Varias entidades pueden cursar con variables grados de atrofia vellositaria y manifestaciones inflamatorias de la pared intestinal [15]. La Tabla 1 presenta una lista de las más representativas.
Entre los factores que colaboran a las dificultades y errores en el diagnóstico de la enfermedad celíaca, se consideran:
Desinformación sobre la enfermedad celíaca
Subsiste amplia desinformación sobre las características distintivas de la enfermedad celíaca y sus criterios diagnósticos en vastos sectores del ejercicio de la medicina. Dicha situación determina en general un umbral bajo de sospecha diagnóstica, por ende de reconocimiento de la enfermedad. Esta situación se produce en particular en la atención primaria, pero también –aunque en menor grado- en los niveles de mayor complejidad médica.
Es evidente que los pacientes con formas menos típicas de enfermedad celíaca son los más perjudicados por esta desinformación, ya que en su mayoría escapan al diagnóstico [17]. Por diferentes razones, también se puede dar la situación contraria [16]. En un ambiente de insuficiente pericia, la presión del público y la creciente mediatización de la enfermedad a través de la prensa no especializada, puede determinar que quienes manejen un limitado conocimiento específico del problema se inclinen en forma sistemática por formular diagnósticos acordes con la tendencia y la presión mediática, aún en ausencia de los criterios requeridos.
Problemas con las pruebas serológicas
Errores en la interpretación histopatológica de la enfermedad celíaca
Otro campo fértil para errores se encuentra en la trascendental área de la interpretación histológica. Es decir, nada menos que en la confirmación diagnóstica de la enfermedad celíaca, su “estándar de oro”. La histopatología de la enfermedad se caracteriza por el aumento de linfocitos intraepiteliales, hiperplasia de las criptas y atrofia de las vellosidades del intestino delgado.
Se ha descrito en un centro universitario italiano que 20% de los pacientes referidos al nivel terciario por un diagnóstico ya formulado de enfermedad celíaca, en realidad no tenían la enfermedad al ser reevaluados en forma adecuada [33]. Los principales errores causantes de este sobrediagnóstico fueron el atribuir equivocadamente a enfermedad celíaca el hallazgo de cambios mínimos, con aumento de los linfocitos intraepiteliales (tema discutido en párrafos precedentes) y el formular el diagnóstico sólo con el resultado de las pruebas serológicas, sin que la correspondiente biopsia los confirmara [33].
Autores argentinos han reportado también un considerable grado de sobrediagnóstico debido a problemas con la evaluación de las biopsias[16]. Con frecuencia ocurren discrepancias entre los diagnósticos hechos entre patólogos expertos y quienes no lo son. Dicho estudio detectó un diagnóstico divergente entre estos dos escenarios de práctica que alcanzaba a 46% de los casos estudiados, lo que llevaba a un sobrediagnóstico significativo de enfermedad celíaca en pacientes evaluados en la comunidad [16]. La mala calidad de las muestras histológicas y su impacto en los diagnósticos erróneos, fue una situación particularmente reiterada y preocupante. En un 28% de los resultados de la serología habían sido incongruentes con los de la histología.
Si un paciente se presenta con el característico perfil clínico de la enfermedad celíaca, con algunas de sus manifestaciones menos típicas, combinación de ellas o bien forma parte de los grupos de riesgo para enfermedad celíaca, es apropiado hacer de manera inicial una medición de anticuerpos antitransglutaminasa tisular o, en su defecto, anticuerpos antiendomisio. Estas pruebas efectuadas en laboratorios confiables, poseen sensibilidad y especificidad razonablemente elevadas. Si los resultados son positivos, actualmente está formalmente indicado realizar luego una endoscopia con biopsia de intestino delgado. Si ésta es característica de enfermedad celíaca, debe prescribirse al paciente una dieta permanente libre de gluten. Varias sociedades profesionales y científicas han publicado directrices para el diagnóstico y el manejo de la enfermedad celíaca.
Los errores diagnósticos de la enfermedad celíaca, tanto el subdiagnóstico como el sobrediagnóstico, pueden tener profundos efectos adversos en los pacientes y en sus familias. También contribuyen a desvirtuar las políticas públicas promovidas a favor de pacientes crónicos como éstos. Existen numerosas áreas proclives a errores en el proceso deductivo mismo, debido a un relativo desconocimiento de las características distintivas de la enfermedad celíaca por parte de la comunidad médica. Luego, en el estudio serológico hay variadas causas para equivocaciones, la mayoría por razones técnicas. Por último en la confirmación histológica, el procesamiento inapropiado de las muestras de biopsia y la variabilidad en el reporte histopatológico por parte de los patólogos, son otras razones de errores diagnósticos. Todo lo aquí expuesto obliga a continuar trabajando para obtener un grado elevado de fiabilidad de los laboratorios que procesan las pruebas serológicas de cribado, así como de uniformidad en el reporte histopatológico entre distintos patólogos.
Declaración de conflictos de intereses
El autor ha completado el formulario de declaración de conflictos intereses del ICMJE traducido al castellano por Medwave, y declara no haber recibido financiamiento para la realización de la revisión; no tener relaciones financieras con organizaciones que podrían tener intereses en el artículo publicado, en los últimos tres años; declara que hasta 2011 fue vicepresidente ad honorem de la Fundación Convivir para la enfermedad celíaca. El formulario puede ser solicitado contactando al autor responsable.
There has been considerable interest in celiac disease both in specialized and lay audiences during the past two decades, after it was shown to be much more prevalent in general population than previously thought. This disease can have a wide variety of clinical presentations, ranging from a silent form to a full-blown, sometimes severe disease. The diagnosis of celiac disease requires a high degree of suspicion, is fraught with potential pitfalls, and is a very rigorous process, given the protean nature of the disease. Clinicians should perform appropriate serum testing and conclude with the diagnostic “gold standard”: documenting the hallmark histological findings in a small bowel biopsy. This paper reviews potential causes of celiac disease misdiagnosis.
Citación: Guiraldes E. Celiac disease: a fertile field for diagnostic errors. Medwave 2014;14(3):e5938 doi: 10.5867/medwave.2014.03.5938
Fecha de envío: 13/11/2013
Fecha de aceptación: 28/3/2014
Fecha de publicación: 10/4/2014
Origen: solicitado
Tipo de revisión: con revisión por dos pares revisores externos, a doble ciego
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