Artículo de opinión
Medwave 2012 Ago;12(7):e5455 doi: 10.5867/medwave.2012.07.5455
Género ante la muerte: hablar de la muerte es hablar de la vida
Gender and death: to speak of death is to speak of life
María de Lourdes Morales Flores
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Palabras clave: death, life, gender

Resumen

Escribir acerca del género es vislumbrar que es necesario darle un significado actual. Este significado debe relacionarse con los cambios que existen en este contexto complejo en el que se vive en torno a la muerte. Así, cuando una persona tenga un enfermo o un deceso y se encuentre en las etapas previas, durante o después del duelo, en el cual pueda hablar de los sentimientos aflorando las inquietudes, angustias o temores que tenga, podrá mitigar el sufrimiento obteniendo un duelo sano.


 

"Eventualmente llegué a la conclusión de que la única manera de aprender algo… consistía en experimentar y leer tanto como me fuera posible"1.

Escribir sobre la muerte en el género, es ver las diferentes creencias, actitudes e interpretaciones que tienen las mujeres y los hombres y como van a influir en su salud o enfermedad. Esto quiere decir que existe una clara diferencia significativa en la concepción de la muerte con respecto al género.

Cuando existe una enfermedad terminal –de uno mismo, de algún integrante de la familia o un amigo- va a repercutir en la vida cotidiana, ya sea por cuestiones económicas, en la dependencia que pueda tener el enfermo, en lo emocional por la depresión que se pueda dar o en los roles sociales.

Por último, se observa que la parte espiritual es importante para asimilar los cambios y procesos que se estén enfrentando y, por ende, en el tener salud o enfermedad.

Nociones del género

El concepto de género para Chávez es una “construcción social que se basa en el conjunto de ideas, creencias y representaciones que generan las culturas a partir de las deficiencias sexuales, las cuales determinan los papeles de lo masculino y lo femenino. Identifica al género como una categoría compleja y dinámica que se interrelaciona e interacciona con el devenir histórico"2.

El concepto de género, visto desde la perspectiva de trabajo social se expresa como:

a) Un elemento abarcador de la humanidad.
b) Un elemento natural diferenciador entre hombres y mujeres.
c) Sinónimo de hombres y mujeres.
d) Relacionado con la equidad entre hombres y mujeres.
e) Una construcción social.
f) Un rol desempeñado por los hombres y mujeres2.

Al referirse a un elemento abarcador de la humanidad, se entiende como la condición de ser humano. Esta mirada se relaciona más con la especie y tiene una inclinación más naturalista. Como sinónimo de hombre y mujer, el género se ubica como una definición de hombres y mujeres o como categoría hombre-mujer.

El género relacionado con la equidad entre hombres y mujeres abre la perspectiva de análisis y alcance, porque relaciona al género con la necesidad de igualdad entre varones y mujeres. En esta perspectiva se habla de la igualdad de derechos, equidad e incluso se piensa como un enfoque de transversalidad en la elaboración y en la implementación de estrategias dirigidas a la igualdad de oportunidades.

El género entendido como construcción social permite un análisis centrado en los procesos históricos, sociales, culturales, que han reproducido esquemas determinados sobre el deber de hombres y mujeres. En este punto se reconoce la forma en que los “roles, estereotipos e identidades surgen de las diferencias sexuales, limitando el desarrollo de los géneros y también es dónde se originan las relaciones de desigualdad”2. Se entiende lo que es ser hombre o mujer con la asignación de características, deberes y responsabilidades basadas en las diferencias genitales y culturales.

La perspectiva de género, efectivamente, representa una nueva forma de ver un fenómeno social que implica analizar con mayor detalle cómo se relacionan los hombres y mujeres. También permite adentrarse en los roles estereotipados asignados a cada género, pensar de forma distinta la condición de ser hombre o mujer y de las situaciones o problemas que viven de manera particular.

Chávez afirma que género “se entiende como el conjunto de valores, tradiciones y normas que determinan socialmente las conductas, las actividades, las formas de ser, de actuar, y las maneras de relacionarse entre los hombres y mujeres en un ir y venir constantes de lo cotidiano y entre los espacios privados y públicos”2.

Nociones de la muerte

El concepto de muerte, según Uribe se refiere a diferentes significados que corresponden también a diferentes aspectos, tanto culturales como ideológicos. Generalmente es vista como algo amenazador y extraño, rodeada de grandes temores y apartada del lenguaje cotidiano. En el caso en que la persona está cercana a la muerte, no se habla de lo que está sucediendo. Se originan comportamientos de evasión y la muerte se convierte en algo silencioso3.

La muerte implica diversos ámbitos: biológico, médico, social, cultural, religioso, entre otros.

Hernández y Valdez comentan que el ser humano ve a la muerte como algo biológico. Esto es, la persona nace, crece, se reproduce y muere4.

Desde el punto de vista médico, Sueiro5 comenta que la muerte se produce al acabarse las funciones fundamentales: actividad cardíaca y respiratoria. Éstas traen consigo el cese de las funcione cerebrales y con esto termina la existencia.

Desde el punto de vista espiritual la muerte es una trascendencia hacia una vida superior, entendida como plenitud.

Ahora bien, desde el punto de vista antropológico, la muerte se percibe como algo que tiene que suceder, ya que existió en un tiempo y espacio donde también existe la muerte. Biológicamente hablando, la muerte es un proceso que se ha preparando mediante la evolución de los tejidos orgánicos.

Según Gregoire (1974), hablar de la muerte en la religión cristiana es una ruptura, no sólo de la vida sino de los lazos interpersonales forjados a lo largo de la existencia. También lo es de la actividad por la cual cada persona produce una obra siempre inacabada y siempre perdurable. El ser humano es intrínsecamente mortal6.

Entralgo en Taboada7 menciona que la muerte no es primariamente un evento médico o científico, sino un evento personal, cultural y religioso.

Chopra (1994) citado en Vilches menciona que la muerte es vivir el presente. “Deja que tu miedo a la muerte te inspire a examinar tu verdadero valer y a concebir un sueño para tu propia vida… deja que te ayude a valorar el momento, a actuar en él y a vivir en él”8.

Con estas definiciones vamos dándole un sentido la pregunta sobre qué es la muerte. Se abordan los diferentes puntos de vista, el médico, el legal, el antropológico, el psicológico, entre otros.  Sin embargo, las definiciones que acabamos de ver sobre la muerte tienen que ver con la parte espiritual. Se observa que algunos autores, principalmente mujeres, hablan de la muerte y la espiritualidad en la actualidad.

Nociones de la cultura

Giménez9 explica este concepto como “cultura de identidad”. En términos más descriptivos es un universo de significados. El universo de informaciones, valores y creencias que dan sentido a nuestras acciones y al que recurrimos para entender el mundo.

Cultura según Toledo citado en Osorio10, indica que es una forma de vida fundada en diseños ideacionales, representaciones colectivas y sistemas de lenguaje y significados compartidos, desarrollados en relación con los estilos y paradigmas cognitivos.

Geertz11 la define como sistemas simbólicos o bien estructuras de significados que al mismo tiempo van a hacer las defensas humanas. Esto es, los modos de ordenar la vida, de controlar la incertidumbre y el caos. La cultura se define como “telaraña de significados” o, más precisamente, como “estructuras de significación socialmente establecidas”11.

Pasquinelli menciona que “la cultura es vista como un texto, un texto escrito por los nativos, que el antropólogo se esfuerza por interpretar, por más de que no pueda prescindir de la interpretación de los nativos. Por consiguiente, el saber del antropólogo consiste en una interpretación de interpretaciones”9.

La muerte y la cultura

Para Flores12 la muerte tiene un significado cultural profundo. La representación y las actitudes que han desarrollado diversas culturas, que incluyen costumbres, mitos, ceremonias, ritos, etc., han revelado las dimensiones sociales del fenómeno, restringiendo sus atribuciones médicas. Al surgir la medicalización, comienza una fuerte intervención médica. La sanidad comienza a ser regulada y controlada por parte del Estado.

Aquí nos encontramos con la parte de las costumbres y creencias que cada persona, familia y comunidad tienen para con su realidad en lo concerniente a la muerte.

Actualmente hay una menor espiritualidad en el ser humano. Esto se relacionaría con una cultura que atraviesa por una crisis de valores, con la pérdida de ética, en donde el sentido de la vida ha mermado, olvidándonos a su vez del sentido de la muerte3.

Torres13, hace énfasis que en cuanto a símbolo, la muerte es el fenómeno perecedero y destructor de la existencia. No obstante, la concepción que se tenga de la muerte será distinta según la cultura que se estudie. En el caso de la civilización oriental vida y muerte no se consideran eventos contrarios, sino que son asumidas como una identidad. No así en la civilización occidental, en la que vida y muerte representan eventos que se niegan el uno al otro.

La muerte en el género

Dentro de una investigación realizada en 2008 por parte de Uribe, Valderrama, Durán, Galeano, Gamboa y López3, comentan que no se encontraron diferencias significativas en la comparación entre hombres y mujeres, adultos jóvenes y adultos mayores. Sin embargo, sí se encontraron diferencias significativas entre los hombres y las mujeres del grupo de los adultos mayores.

En relación al género, se pudieron observar diferencias significativas sólo en el grupo de adulto mayores. En ellos existen dos posiciones opuestas, las que van desde una actitud de rechazo ante el tema de la muerte y a toda situación, diálogo o lugar, que se asocie con la misa, hasta una actitud de confianza y aceptación con relación a la temática. Esto último se socia, en este caso, a personas con fuertes creencias religiosas, quienes conceptualizan una vida feliz después de la muerte. Dicha ambivalencia puede vincularse con la transición de la crisis planteada por Erikson (1963) Wong, Reker y Gesser (1997)3.

Hombres ante la muerte (salud-enfermedad)
Montiel6 comenta que la actitud del hombre ante la muerte ha sido siempre mezcla de fascinación y de rechazo. En nuestra interioridad sabemos que nuestra vida es frágil, que la muerte está entrelazada a la vida y que llega en cualquier edad. Pero apartamos esta obsesión por un empeño encarnizado de negar la muerte. Nuestra muerte.

Mujeres ante la muerte (salud-enfermedad)
Hernández y Valdez4 reportan que existe diferencia significativa entre la concepción de la muerte con respecto al género. Las mujeres se manifiestan más abiertamente. Ellas marcan la importancia de la familia con respecto a la vida, en contraposición con los hombres que mencionan los aspectos consecuentes y favorables, señalando que es una etapa de duración biológica. Asimismo, comenta que para los jóvenes la muerte es considerada como el final de la vida, entrando a un estado de trascendencia y paz.

Harding citado en Uribe3, dice que las mujeres presentan significativamente mayores niveles de ansiedad y mayor presencia de trastornos psicológicos (depresión) y enfermedades crónicas.

Nos podemos percatar que la mujer ve a la muerte como un paso a la trascendencia. En este proceso, sus pautas culturales son más vívidas, entregadas a un ritual en apoyo a los familiares y a las amistades que sufren de un duelo. Viven el proceso antes, durante y después de la muerte ya que son educadas y domesticadas para realizar los ritos funerarios, ya sea por los rezos, las comidas y lo servicial que son. Paradójicamente, las más débiles que se escudan con su llanto, hablan para limpiar de alguna manera su sentir y desahogar sus penas y sufrimientos por la pérdida de un ser querido

El duelo

Caplan y Lang (2009) afirman que “el duelo es una respuesta altamente personal a las pérdidas en la vida. Cada relación que tenemos con alguien es única, irremplazable e irrepetible. Dado que nuestras relaciones son únicas, nuestro duelo también lo es”14.

El duelo es el sentimiento subjetivo provocado por la pérdida, generalmente asociado con la muerte de un ser querido15.

Luego agregan que “cualquier pérdida que cause un cambio significativo en nuestras vidas es una pérdida en la vida. La muerte es la más obvia de ellas, ya sea el fallecimiento de los padres, abuelos, hijos, parientes, amigos, vecinos o colegas”14. Acto seguido, explican sus visión respecto de no expresar adecuadamente el duelo. “Creemos firmemente que las pérdidas no aceptadas o el duelo no expresado puede continuar causando dolor y contribuir significativamente a la mala salud, la inquietud y la pérdida de propósito y significado”.

El trabajo de duelo es una labor emocional muy agotadora, puede expresar sentimientos de soledad, pérdida de identidad, pérdida de autoestima; cólera contra uno mismo entre otros14.

Conclusiones

Por todo lo aquí expuesto, es necesario hablar de muerte. Hablar de ella es hablar de la vida. Así, cuando se tenga un enfermo o un deceso y se encuentre en la etapa previa, durante un duelo o en el período posterior a él, es fundamental el poder hablar de los sentimientos.

Es importante que afloren las inquietudes, angustias o temores para poder mitigar el sufrimiento, obteniendo un duelo sano. De esta forma, el desprendimiento será más liberado tanto para el enfermo como para la familia, ya que podrán saber qué hacer o qué quiere la persona para su partida. Con ello, también se logra ejecutar acciones de prevención de la salud del familiar o del amigo.

Por otro lado, si el duelo no se vive, se ignora o bien se prolonga, va a ocasionar dolor, sufrimiento y por lo tanto una enfermedad ya sea física, psicológica, social o espiritual.

Notas

Conflictos de intereses

La autora ha completado el formulario de declaración de conflictos de intereses del ICMJE traducido al castellano por Medwave, y declara no haber recibido financiamiento para la realización del artículo/investigación; no tener relaciones financieras con organizaciones que podrían tener intereses en el artículo publicado, en los últimos tres años; y no tener otras relaciones o actividades que podrían influir sobre el artículo publicado. El formulario puede ser solicitado contactando a la autora responsable.

Licencia Creative Commons Esta obra de Medwave está bajo una licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 3.0 Unported. Esta licencia permite el uso, distribución y reproducción del artículo en cualquier medio, siempre y cuando se otorgue el crédito correspondiente al autor del artículo y al medio en que se publica, en este caso, Medwave.

 

To write about death is to understand that it is necessary to give it a current meaning. This meaning must be related to changes occurring in the complex environment surrounding death. Thus, when someone is close to a sick person o to death, both during and after mourning, and he or she may have the opportunity to speak about all of the feelings that are arising within, including anguish and fears. This may ensure a greater possibility of mitigating suffering, by enduring a better grievance period.

Autora: María de Lourdes Morales Flores[1]

Filiación:
[1] Escuela Nacional de Trabajo Social, Universidad Nacional Autónoma de México; Unidad Académica Profesional Nezahualcóyotl y Unidad Académica Profesional Chimalhuacán, Universidad Autónoma del Estado de México

E-mail: malumoflo_74@yahoo.com.mx

Correspondencia a:
[1] Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad Universitaria, Delegación Coyoacán, Ciudad de México, México; Universidad Autónoma del Estado de México, Av. Bordo de Xochiaca, Colonia Benito Juárez, Ciudad Nezahualcóyotl, México.

Citación: Morales ML. Gender and death: to speak of death is to speak of life. Medwave 2012 Ago;12(7):e5455 doi: 10.5867/medwave.2012.07.5455

Fecha de envío: 15/5/2012

Fecha de aceptación: 20/6/2012

Fecha de publicación: 1/8/2012

Origen: solicitado, basado en una idea de la autora

Tipo de revisión: con revisión externa por 2 revisores, a doble ciego


 

Citaciones asociadas

1. Impressum Ago;12(7) Medwave: cuerpo editorial de este número | Link |

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  1. Chopra D. Jamás moriremos. México: Editorial Alamah Espiritualidad, 2006.
  2. Chávez JC. Género y trabajo social, Centro de Estudios de la Mujer. México: Universidad Autónoma de México, 2006.
  3. Uribe AF, Valderrama L, López S. Actitud y miedo ante la muerte en adultos mayores. Pensamiento Psicológico. 2007 Ene-Jun;3(8):109-120. | Link |
  4. Hernández M, Valdez, JL. Significado psicológico de la vida y muerte en jóvenes. Revista Ciencia Ergo Lum. 2002 Jul;9(2):162-168. | Link |
  5. Sueiro V. Más allá de la muerte. Santafé de Bogotá: Planeta, 1993.
  6. Montiel JJ. El pensamiento de la muerte en Heidegger y Pierre Theilhard de Chardin. Utopía y Práxis Latinoamericana. 2003 Abr-Jun;8(21):59-72. | Link |
  7. Taboada P. El derecho a morir con dignidad. Acta Bioethtica. 2000;4(1):1-13. | Link |
  8. Vilches L. Concepciones, creencias y sentimientos acerca de la muerte en adultos mayores de nivel educativo superior. Revista de Psicología Universidad de Chile. 2000;9(1):1–15. | Link |
  9. Giménez G. La Concepción Simbólica de la Cultura, en Teoría y Análisis de la Cultura. México: CONACULTA, 2005:67–87. | Link |
  10. Osorio F, Epistemología de las ciencias sociales. Chile: Universidad Católica Silvia Henríquez, 2007.
  11. Geerts C. La interpretación de las culturas. Barcelona: Gedisa, 2002.
  12. Flores R. Salud, enfermedad y muerte: lecturas desde la antropología sociocultural. Rev Mad Universidad de Chile. 2004;10:1-8. | Link |
  13. Torres D. Los rituales funerarios como estrategias simbólicas que regulan las relaciones entre las personas y las culturas. Sapiens. 2006 Dic;7(2):107-118. | Link |
  14. Caplan S, Lang G. Cómo enfrentar con valor la pérdida de un ser querido. México: Editorial Panorama, 2009.
  15. Caycedo ML. La muerte en la cultura occidental: Antropología de la muerte. Rev Colombiana de Psiquiatría. 2007;36(2):332-339. | Link |
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