Palabras clave: alcoholism, prevention, young
El crecimiento en el consumo de alcohol de la población mexicana, muestra la grave problemática que gira en torno a esta adicción. Las tendencias indican que la edad de inicio del consumo es cada vez más temprana. La edad en la que un sujeto tiene su primer contacto con el alcohol, coincide con el inicio de la adolescencia, edad conflictiva por sí misma. En algunos casos el adolescente busca en el alcohol un medio de evitación, de escape, de refugio o de aceptación social principalmente ante sus amigos y grupo de pares. En esta etapa crítica, el individuo se encuentra en la búsqueda de su propia identidad y tiende a rebelarse ante las figuras de autoridad. Todo esto lo lleva a realizar diversas conductas, que en muchas de las ocasiones no reflexiona sobre las consecuencias que tendrán en su persona, su familia y la comunidad en general. Por lo tanto, pretendemos reflexionar desde el enfoque de género cómo hombres y mujeres presentan esta enfermedad y los factores que pueden estar incidiendo en su aparición, así como resaltar algunas acciones a realizar para tratar de solucionar y prevenir esta problemática.
El alcoholismo en los jóvenes universitarios día a día va en aumento. Esto sucede por los distintos factores económicos, sociales, culturales que lo desencadena o por la falta de información asertiva y de calidad que le puedan brindar más y mejores herramientas para la toma de decisiones a la hora de elegir la ingesta de alcohol1.
A continuación se mostrarán los tópicos más relevantes de este artículo. Se iniciará con definiciones básicas sobre alcoholismo. Posteriormente abordaremos la percepción que se tiene del alcoholismo desde la perspectiva de género. Además, se exponen los factores que favorecen la incidencia de consumo de alcohol y cómo estos se presentan en la población en estudio y las acciones que se tienen que tomar para remediar la problemática. Como parte complementaria se muestran estadísticas de consumo por género y las aportaciones para mejorar y abatir el consumo de alcohol en los jóvenes.
El presente estudio forma parte de una investigación mayor que se está realizando en la Universidad Autónoma del Estado de México, específicamente en la Unidad Académica Profesional de Nezahualcóyotl, bajo el proyecto titulado “Prevención de adicciones en jóvenes del Estado de México. Un problema complejo de salud y políticas, desde el enfoque de género”. En este trabajo se presentan avances de investigación, referente a la recopilación de información sobre el consumo de alcohol en los jóvenes, tomando en cuenta diversos artículos vinculados al tema, como la Encuesta Sobre Consumo de Drogas en población de enseñanza media y media superior, medición 2003, Encuesta Nacional de Adicciones, 2002 y 2008.
El alcoholismo conforme a la definición de la Organización Mundial de la Salud “es una enfermedad crónica”. Es decir, es un estado que se mantendrá a lo largo de la vida. Aunque se deje de tomar se sigue siendo alcohólico. El estado potencial de la enfermedad está ahí, no desaparece, sólo se desactiva, pero sigue latente2.
Es una enfermedad insidiosa porque no se sabe exactamente el momento en que ya se está enfermo. Puede tardar 3, 5, 10, 15 años o más en establecerse. Se debe considerar que en muchos casos el enfermo se da cuenta de su enfermedad sólo cuando ya ha enfrentado problemas graves de salud. En la parte médica también existe un problema en la detección oportuna de la enfermedad, porque en algunos casos sólo se diagnostica cuando se tienen ya trastornos graves en la salud como, por ejemplo, cirrosis hepática.
Alrededor de la palabra alcoholismo existen también otras muchas que lo definen. Según sea la expresión que se utilice, se le atribuye una determinada carga social a aquello que estamos nombrando. Con el transcurso de los años, tanto desde los ámbitos profesionales como de la sociedad en general, ha ido cambiando dicho significante.
El concepto de alcoholismo nace unido al concepto de vicio. Desde esta perspectiva, se consideraba que las personas o las situaciones se convertían en problemas sociales cuando interferían con el funcionamiento normal de la sociedad orgánica. Además, se debe señalar que el alcoholismo, como otras adicciones, no es una cuestión de género. La pueden padecer hombres o mujeres. Tampoco es una condición de clase, porque ricos y pobres también pueden tener el problema.
Durante el desarrollo de la personalidad del ser humano, son varios los factores que pueden influir en la aparición de la enfermedad. En primer lugar, se encuentra la herencia biológica y psicológica. En segundo término, está el ambiente familiar. Y por último, el ambiente social y cultural.
La concepción cultural, social y educativa, tanto de los hombres como de las mujeres, se basa en los patrones y roles que desempeña cada cual dentro de la sociedad. Es esta misma sociedad la que se encarga de marcarlos y sancionarlos dentro del imaginario social. En donde a la mujer se le asigna el papel de educadora, tierna, comprensiva, por lo cual si no es cumplido su rol como tal, la sociedad se encarga de sancionarlas y en dados casos repudiarlas. Cuando tienen problemas de dependencia con el alcohol es menos probable que se le apoye o ayude.
Mientras tanto, el papel del hombre es de autoridad, proveedor, sancionador y tiene mayor libertad en elegir como utilizar su tiempo libre y si no cumple con su rol en la sociedad se le justifica por el simple hecho de ser hombre.
El alcoholismo es un fenómeno que históricamente ha tenido mayor presencia en el mundo masculino. Incluso los símbolos y representaciones acerca de la virilidad han estado asociadas al consumo de bebidas alcohólicas3.
En la actualidad, tanto hombres como mujeres pueden tener una dependencia al alcohol. Sin embargo, los factores que lo ocasionan, así como sus complicaciones, son distintas, pues la conformación biología influye en las concepciones del padecimiento en cuanto al funcionamiento y a la ingesta de alcohol en el organismo.
La condición genética de la mujer la hace menos propensa a padecer dependencia del alcohol, pero tiene más posibilidades de desarrollar la enfermedad hepática alcohólica, conocida como cirrosis4. Puesto que los factores ambientales no determinan que una persona dependa del alcohol para vivir, se han analizado si los determinantes genéticos actúan de forma diferente en los hombres y mujeres.
Un aspecto siempre a tener en cuenta a la hora de realizar un acercamiento al alcoholismo femenino, es la elevada incidencia de acontecimientos vitales traumáticos en el pasado de estas mujeres 5,6,7. De este modo, parece existir una fuerte asociación entre haber sido objeto de violencia y el abuso y/o dependencia de alcohol en la mujer8. El hecho de que uno o más progenitores hayan padecido previamente esta dependencia también influye9,10.
En la esfera social, encontramos que la asociación entre la dependencia de alcohol femenina y las actividades de tiempo libre es probablemente circular. Una red social pobre y una participación baja en actividades sociales aumentan el riesgo de la dependencia y del abuso del alcohol. Del mismo modo, la dependencia y el abuso del alcohol conducen a la participación baja en actividades sociales11.
Una de las características más habituales en el alcoholismo femenino es su ocultismo, fruto en muchas ocasiones de un gran sentimiento de culpa. Esta forma de beber en la clandestinidad por parte de las mujeres evidencia la necesidad de diagnosticar precozmente las conductas de riesgo que pueden conducir a la dependencia, pues una vez instaurada ésta, es más difícil el abordaje del problema del alcoholismo. Las mujeres suelen desarrollar también una dependencia hacia otras personas, llevándolas a ocuparse de los demás, pensando que de este modo evitan estar solas. La percepción social del alcoholismo femenino, a diferencia del alcoholismo de los hombres, explica en parte aspectos del perfil adictivo de la mujer alcohólica. Por tanto, es necesario seguir investigando las características de tipo social en razón del género de la persona, como factores influyentes en la manifestación de la conducta adictiva12.
De este modo, el alcoholismo femenino parece generar más consecuencias negativas para la relación de pareja que el masculino. En lo que a los hijos se refiere, se aprecia una cierta tendencia según la cual el alcoholismo materno generaría menos problemas psicológicos en los hijos, que el alcoholismo del padre6,7.
De acuerdo a los avances que hasta el momento hemos encontrado en la investigación, podemos señalar que por lo que concierne al área de las consecuencias sociales del alcoholismo en la mujer, se ha registrado una elevada frecuencia en la pérdida de relaciones de amistad. Este hecho difiere de forma estadísticamente significativa, en contraste con los hombres alcohólicos. Ello trae a relucir una vez más el mayor rechazo social del que es objeto el alcoholismo femenino, en contraposición con el masculino.
En último lugar, las consecuencias laborales y pérdidas económicas generadas por la dependencia de alcohol no cambian de manera importante entre hombres y mujeres, si bien la pérdida económica aparece algo más vinculada al alcoholismo masculino.
También, y tal y como sucede en el caso anterior, los resultados no permiten concluir que las consecuencias negativas sobre el terreno laboral tengan mayor frecuencia entre los hombres dependientes de alcohol, que entre las mujeres que padecen este trastorno6. Esta discrepancia puede ser el fruto de un efecto contaminante que supone el hecho de que las mujeres con una determinada edad y nivel sociocultural, realicen tareas laborales que no consten como tales para la administración. Por lo tanto, estas actividades se encuentran dentro del terreno de la llamada economía sumergida. Ello conlleva a estar sometido a parámetros distintos de la actividad laboral desempeñada de forma habitual por el hombre.
El consumo de alcohol tiene características particulares en la población de estudiantes universitarios, tanto en hombres como en mujeres. Dado que es en la adolescencia donde los jóvenes empiezan a vincularse con el consumo del alcohol, constantemente presentan problemas relacionados con su forma de beber: deserción escolar, bajas calificaciones, accidentes, daños a la salud, debido a que se consume alcohol en exceso o se combina alcohol y drogas13.
Estos y otros problemas se derivan de los patrones de beber que se acostumbra entre los adolescentes. Estos consisten principalmente en ingerir altas cantidades de alcohol en eventos espaciados. Este patrón expone a los adolescentes a tener un mayor riesgo de accidentes automovilísticos, traumatismos, arrestos, etc.14.
Es importante destacar que se detectan diferencias de consumo entre géneros. El sexo masculino es el que presenta mayores índices de consumo de alcohol. No obstante, en los últimos años las mujeres han ido aumentando gradualmente su consumo15. Ante el incremento en el consumo de alcohol por parte de los jóvenes universitarios, tanto hombres como mujeres, se considera importante realizar aportes para poder combatir el problema, ya sea por medio de la prevención o el tratamiento y la rehabilitación. Sea cualquiera de estas la estrategia utilizada, es necesario tener una visión clara de los factores sobre los que hay que incidir.
Dentro del consumo de alcohol en los jóvenes universitarios se debe tomar en cuenta la cantidad, la frecuencia, el peso corporal, el tiempo que bebe cada vez que lo hace, la experiencia del usuario, el patrón de consumo a lo largo del tiempo, la definición del rol del bebedor y el acto de beber por el propio bebedor y por los demás. Esto es porque de ello se determinará si se está generando dependencia al alcohol, ya que por lo general son muy pocos los jóvenes que realmente reconocen tener dependencia alcohólica.
El problema del alcoholismo entre los jóvenes, es más factible a tratar y prevenir debido a la edad en que se encuentran. Los jóvenes en algunos casos tienen problemas relacionados con el consumo de alcohol, que resultan importantes para la salud pública. Por ejemplo, los accidentes, el uso combinado de alcohol y las drogas, el abandono de los estudios y, en general, el uso tóxico que los bebedores jóvenes hacen del alcohol y que tiene implicaciones importantes para su desarrollo13.
En México, el alcohol está más o menos integrado a la cultura. El inicio del consumo se presenta a edades tempranas independientemente de que esté legalmente prohibida la venta antes de los 18 años. Al enmarcar el problema con datos de diversos estudios, se ve más claramente la importancia del mismo. En la actualidad 1 de cada 5 jóvenes del Estado de México consumen 5 o más copas en cada oportunidad, por lo menos una vez en el último mes.
Es común que los jóvenes universitarios ingieran grandes cantidades de alcohol los fines de semana en fiestas, discotecas o bares. En la Cuarta Encuesta Nacional de Adicciones realizada en el 2002, se ofrece un perfil del consumo en adolescentes y se observó que al tradicional problema del abuso de bebidas alcohólicas entre varones de edad media, se han sumado las mujeres16.
Los resultados de la Cuarta Encuesta Nacional de Adicciones indican que el 25.7% de adolescentes entre 15 y 21 años consumieron una copa completa de bebidas con alcohol en el año previo al estudio. El consumo en la población urbana alcanza 35% de la población masculina y 25% de la femenina, a razón de 1.4 varones por cada mujer; en la población rural el índice de consumo es menor: 14.4% en total, con el 18% en los varones y 9.9% en las mujeres, con una razón de una mujer por cada 1.8 hombres. El patrón de consumo poco frecuente (menos de una vez al mes) caracteriza a este grupo de población, sin embargo 10.5% de los varones adolescentes urbanos y 4.7% de los rurales reportaron consumir altas cantidades de alcohol (5 o más copas por ocasión de consumo). Esta conducta se observó en 3.4% de las mujeres adolescentes urbanas y el 0.9% de las mujeres adolescentes rurales17.
En términos generales, existe un incremento en el consumo en esta población, con mayores prevalencias entre los varones. Además, se ha reducido la edad de inicio y el uso fuerte se ubica en edades más tempranas y se copian modelos masculinos adultos.
En cuanto a las tendencias de consumo, los datos de la Cuarta Encuesta Nacional de Adicciones reportan incremento en el índice de consumo de los adolescentes, de 27% en 1998 a 35% en 2002 entre los varones, y de 18 a 25% respectivamente en las mujeres. Entre los varones aumentó el número de menores que reportaron beber mensualmente cinco copas o más por ocasión de consumo de 6.3 a 7.8%.
El incremento más notable se percibe en el número de menores que reportaron haber manifestado en el último año al menos tres de los síntomas de dependencia, que alcanzó al 2% de los adolescentes en 200217.
Mientras que en 2008 la Encuesta Nacional de Adicciones registra que la población mexicana no bebe diario o casi diario: 8 de cada 1000 personas informaron consumir todos los días, en una proporción de 7,5 hombres por cada mujer. Este tipo de consumo aumenta con la edad. Por ejemplo, es 3,4 veces más frecuente en hombres mayores de 50 años que en aquellos que tienen entre 18 y 29 años.
En los adolescentes el orden cambia, ya que prefieren bebidas preparadas más que el vino. Las diferencias entre hombres y mujeres son menores que en la población mayor de 17 años, con excepción de las bebidas preparadas como el pulque y el aguardiente/alcohol de 96°. En relación con éstas, se observa una mayor diferencia entre hombres y mujeres adolescentes18.
El problema del consumo de alcohol es multicausal, donde los factores medioambientales, la familia y el propio individuo contribuyen a su aparición. De tal modo que los factores pueden presentarse en la escuela, los amigos, el entorno familiar o en la personalidad del sujeto. Lo mismo ocurre con los factores de protección, que estando presentes, van a disminuir la probabilidad de que se dé el consumo o el abuso de bebidas alcohólicas19.
Cabe mencionar que los estudios acerca de las adicciones han detectado diversos factores asociados al consumo de alcohol en jóvenes. Entre estos factores se mencionan los individuales (autoestima, conducta desviada, relaciones sociales inadecuadas); los familiares (violencia familiar, inseguridad de los padres, prácticas ineficaces de la paternidad); la relación con el grupo de amigos (la influencia de la interacción social, la pertenencia al grupo y la presión de los amigos) y los relacionados con la comunidad (fácil acceso a bebidas alcohólicas, aceptación social hacia el consumo, presión social, angustia y estrés). También se ha reportado que la percepción de riesgo afecta el consumo de alcohol, de manera que un mayor riesgo percibido incide en un menor consumo de bebidas alcohólicas12.
Familia: en la prevención de conductas adictivas, el entorno familiar es el primer espacio socializador para el individuo. Como tal, debe tener un papel activo en la prevención del consumo de alcohol, fomentando la comunicación y el respeto.
Individuales: se encuentra la autoestima, que facilita la aceptación de cualidades, defectos, habilidades y carencias.
Instituciones y organizaciones: realizar un mayor vínculo de las diferentes instituciones que trabajan en la recuperación de los jóvenes, dando a conocer su trabajo y programas en las comunidades. Hace más de diez años que algunos expertos han recomendado proporcionar programas de tratamiento con sensibilidad a los aspectos de género. Esto puede mejorar el acceso, la efectividad y la retención de los tratamientos, especialmente en mujeres con historia de abusos sexuales en la infancia, en lesbianas y en madres adictas con hijos a su cargo20.
Finalmente, recordar que la Organización Mundial de la Salud propone a aquellos países que todavía no han desarrollado políticas oficiales para reducir el consumo de alcohol, que implementen programas de intervención con perspectiva de género21.
Observamos que el alcoholismo es multicausal en donde los factores medioambientales, la familia y el individuo contribuyen a su presencia. En algunos casos los jóvenes descubren la bebida en su entorno familiar, pero regularmente su primera borrachera se da con los amigos. Son varios los motivos por los que deciden iniciarse en el hábito de beber, entre ellos es habitual identificar ocio con bebidas.
Actualmente predominan entre los jóvenes y adultos las formas pasivas de entretenimiento, como la admiración por algún líder que bebe y al que les gustaría parecerse empezando por sus formas externas de conductas; además de la necesidad de ganar la admiración del grupo, con una actitud de valentía, de atrevimiento. Por lo tanto, surge la necesidad de formar equipos interdisciplinarios altamente capacitados, que cuenten con los conocimientos adecuados para afrontar el problema.
Institucionalmente se requiere elaborar programas desde una perspectiva de género, ya que anteriormente el consumo de alcohol se consideraba exclusivo de los hombres. Ahora en las estadísticas se observa que la mujer cada vez más se incorpora el consumo.
Las autoras han completado el formulario de declaración de conflictos de intereses del ICMJE traducido al castellano por Medwave. Las autoras Elisa Velásquez y Gabriela Mandujano declaran haber recibido aportes económicos para actividades relacionadas con el artículo por parte de la Universidad del Estado de México; todas declaran no tener relaciones financieras con organizaciones que podrían tener intereses en el artículo publicado, en los últimos tres años. Los formularios pueden ser solicitados contactando a la autora responsable.
Increased alcohol consumption in the Mexican population has lead to serious problems around this addiction. The age of onset of alcohol intake is occurring at younger ages increasingly and first contact with alcohol tends to occur at the beginning of adolescence, a period of life fraught with conflicts. In some cases, the teenager will seek evasion or refuge in drinking, or social acceptance from peers and peer groups. In this critical phase, the individual is trying to forge his or her own identity and tends to rebel against figures of authority. All of this leads to a variety of behaviors that many times disregard possible consequences on oneself, one’s family and one’s community. By adopting a gender perspective, this article attempts to provide some insight as to how men and women develop problem-drinking, factors that may bear an effect on its occurrence, as well as to highlight some actions points that may help to solve and prevent this adverse problem.
Citación: Quintero ML, Padilla S, Velázquez EB, Mandujano G. A review of problem drinking in young Mexicans and possible correlations with gender-related factors. Medwave 2012 Ago;12(7):e5463 doi: 10.5867/medwave.2012.07.5463
Fecha de envío: 30/4/2012
Fecha de aceptación: 7/6/2012
Fecha de publicación: 1/8/2012
Origen: solicitado, basado en una idea de las autoras
Tipo de revisión: con revisión externa por 2 revisores, a doble ciego
Citaciones asociadas
1. Impressum Ago;12(7) Medwave: cuerpo editorial de este número | Link |
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