Energ�a y actividad f�sica

Salazar, Gabriela

doi:10.5867/medwave.2006.10.2419

Revista Biom�dica Revisada Por Pares

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Actas de Reuniones Cl�nicas

Medwave 2006 Nov;6(10):e2419 doi: 10.5867/medwave.2006.10.2419

Energ�a y actividad f�sica

Energy and physical activity

Gabriela Salazar

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Resumen

La publicaci�n de estas Actas Cient�ficas ha sido posible gracias a una colaboraci�n editorial entre Medwave y el Servicio de Pediatr�a del Hospital Cl�nico San Borja Arriar�n.

Edici�n cient�fica: Dr. Luis Delpiano.

Introducci�n

A continuaci�n se analizar�n los niveles actuales de sedentarismo en la poblaci�n infantil; se ver�n formas de evaluar actividad f�sica; y se dar�n algunas recomendaciones sobre las necesidades actuales de energ�a y actividad f�sica.

El balance de energ�a es la diferencia entre la ingesta energ�tica y el gasto energ�tico; y est� dado por el metabolismo basal, la termog�nesis de los alimentos, la actividad f�sica y el crecimiento durante la ni�ez, embarazo y lactancia (Fig.1). De �stos, la actividad f�sica es el componente m�s modificable.

Figura 1. Requerimiento energ�tico diario.

Las recomendaciones publicadas en 2001 (1) se basaron en la estimaci�n del gasto energ�tico basal, que se efectu� mediante las mismas ecuaciones utilizadas en 1985 (2). El gasto energ�tico se puede calcular de m�ltiples maneras y esto permite estimar la necesidad de energ�a de una persona y establecer las recomendaciones de aporte energ�tico para la poblaci�n. La actividad f�sica corresponde a entre 15% y 30% del gasto energ�tico total, de modo que una intervenci�n a este nivel ayudar�a a mejorar las cifras de gasto energ�tico; para esto hay que establecer el patr�n de actividad f�sica, que es el elemento m�s modificable en las patolog�as que conducen a un aumento de la grasa corporal, como la obesidad.

Actividad f�sica en ni�os

Datos obtenidos entre 1994 y 1998 en el NHANES (National Health and Nutrition Examination Survey) revelan que, en los Estados Unidos, al menos 26% de los ni�os ven televisi�n cuatro horas al d�a, y que el subgrupo compuesto por poblaci�n mexicano-americana y afro-americana ve muchas m�s horas que los ni�os cauc�sicos. Estudios nacionales realizados por Ka�n y Gattas, en el INTA, han establecido que en Chile los ni�os ven entre tres y cuatro horas de televisi�n al d�a, desde la etapa preescolar.

En la actualidad est� vigente una campa�a de est�mulo de la actividad f�sica longitudinal, iniciada en 2002, dirigida a ni�os de 9 a 13 a�os. Los resultados iniciales mostraron que 61,5% de los ni�os no participaban en una actividad f�sica continua que se pudiera catalogar como deporte, desde el punto de vista extracurricular, y que 22,6% no participaban en ninguna actividad f�sica. Con un sensor de movimiento se evalu� la actividad f�sica en ni�os de tres a cinco a�os al interior de un jard�n infantil, durante las ocho horas que duraba la estad�a de los ni�os, y se observ� que alrededor de 60% de los ni�os obesos y con estado nutricional normal realizaban una actividad m�nima, definida como estar sentado o durmiendo (Fig. 2).

Se defini� como actividad sedentaria estar parado, con poco movimiento. La actividad liviana fue algo menor en los ni�os obesos, pero la �nica diferencia significativa entre los ni�os obesos y normales se produjo en la actividad moderada a intensa, como correr, trotar y saltar. En la pr�ctica hay varios problemas: el ni�o obeso no s�lo encuentra dificultades para moverse por tener mayor masa corporal, sino que adem�s, en los jardines infantiles se le estimula menos, porque se cree que es un ni�o que no puede correr, lo que evidentemente es un error.

Figura 2. Patr�n de actividad f�sica en el jard�n infantil (ni�os varones 3-5 a�os). Datos JUNJI. Proyecto ICENAF.

Atalah y sus colaboradores aplicaron un cuestionario en la zona de Ays�n (3) y encontraron que los ni�os hac�an 0,5 horas diarias de actividad f�sica no categorizada, caminaban seis cuadras al d�a y ve�an dos a tres horas de televisi�n al d�a; en Santiago, en cambio, los ni�os pr�cticamente no caminan. Las horas de televisi�n se utilizan como medida de sedentarismo infantil, a nivel internacional. Un trabajo realizado por Robinson demuestra que si se reducen las horas de televisi�n y de juegos electr�nicos, disminuye el sedentarismo.

Seg�n un trabajo publicado por Juliana Ka�n (4), 30% de los ni�os y 15% de la ni�as de ocho a�os de edad con estado nutricional normal ten�an un estado f�sico adecuado, seg�n la prueba de Navette de resistencia aer�bica; en cambio, s�lo 15% de los ni�os y 4% de las ni�as con exceso de peso ten�an un estado f�sico adecuado, situaci�n bastante grave, porque se trata de ni�os y ni�as cuyo estado f�sico no est� establecido todav�a. El estado f�sico se encuentra muy asociado con la salud, ya que influye sobre la resistencia a la insulina y la oxidaci�n de las grasas; si se pudiera modificar la actividad f�sica, mejorar�an numerosos factores de salud.

En las mujeres el exceso de peso siempre es mayor, pero antes de los nueve a�os no hay diferencias fisiol�gicas que expliquen la menor actividad de las ni�as, la que se deber�a a patrones culturales que establecen que por ser ni�a no debe moverse. Esta actitud se debe desaconsejar, porque las ni�as acumulan m�s grasa corporal que los ni�os a edades menores, debido a aspectos biol�gicos; por ello, tanto m�dicos como especialistas en nutrici�n deben trabajar con �nfasis en las ni�as. En este estudio, 22% de los ni�os miraban televisi�n tres horas al d�a durante la semana y 47% lo hac�a 3 horas al d�a el fin de semana.

En un estudio realizado en Chile por la Universidad Cat�lica (5), se aplic� un cuestionario para determinar cu�nta actividad f�sica declaraban los ni�os. El m�todo podr�a tener un sesgo, por tratarse de una declaraci�n personal; de hecho, 20% de las adolescentes de 15 a�os declararon hacer 30 minutos de alguna actividad f�sica cinco veces por semana, resultados dudosos si se comparan con los de otros estudios.

Adem�s, en este trabajo se hicieron tres sesiones semanales de 90 minutos, durante diez semanas, dirigidas a desarrollar la actividad motora de los ni�os mediante actividades destinadas a mejorar la flexibilidad, caminar, correr y hacer alg�n tipo de deporte a elecci�n; y se midi� el consumo m�ximo de ox�geno y el nivel de ansiedad y depresi�n, porque la mejor�a de la actividad y condici�n f�sica deber�an mejorar estos factores, que son muy importantes en la poblaci�n infantil, sobre todo en los ni�os que tienden al exceso de peso, lo que deteriora su imagen personal durante la adolescencia. Se comprob� que la actividad f�sica mejor� el nivel de ansiedad, la velocidad con que eran capaces de recorrer cierta distancia y la autoestima; aunque no hubo mejor�a en la depresi�n, quiz�s porque la intervenci�n fue corta.

En Chile se han realizado algunos estudios dirigidos a modificar factores de riesgo de obesidad y enfermedades cr�nicas. En uno de ellos, que se efectu� con la colaboraci�n de varias instituciones: Ministerio de Salud (MINSAL), Ministerio de Educaci�n (MINEDUC), Junta Nacional de Jardines Infantiles (JUNJI), Fundaci�n Integra, Chiledeportes, INTA y Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (JUNAEB), el principal objetivo fue modificar dichos factores de riesgo en un plazo de cinco a�os. Tras dos a�os de validaci�n, se logr� reducir la actividad m�nima en 15% en 5 meses, mediante la incorporaci�n de la actividad f�sica en el curr�culum pedag�gico. Se podr�a pensar que es un �rea distante para el m�dico, pero los pediatras de hospitales y centros de salud deben comenzar a trabajar en conjunto con escuelas y jardines infantiles y verificar que se cumplan con las recomendaciones.

En este momento el personal de salud tiene muy poca capacidad y pocos conocimientos para recomendar actividad f�sica; hacen la promoci�n global de la salud, pero no saben hacer la recomendaci�n espec�fica, que es la necesaria. Si se interviene sobre la actividad m�nima, se obtienen cambios importantes: con una reducci�n de 15% de la actividad m�nima, la actividad liviana aument� en 9% y la actividad moderada aument� al doble (Fig. 3). La escuela y el jard�n infantil son lugares reconocidos internacionalmente como una poblaci�n cautiva, en la que es posible intervenir.

Figura 3. Cambio en el patr�n de actividad f�sica en ni�os preescolares en la semana.

Despu�s de dos a�os se evalu� la variaci�n en la relaci�n peso/talla, en una muestra representativa de 900 ni�os, de un total de 5.000. Los ni�os controles subieron en promedio 0,11 desviaciones est�ndar; en cambio, los ni�os intervenidos subieron 0,02 desviaciones est�ndar (Fig. 4), es decir, hubo una diferencia de casi una desviaci�n est�ndar. Si se mejora la actividad f�sica y los h�bitos alimentarios de los ni�os es posible lograr cambios y ajustarse a la meta de Vida Chile, esto es, reducir en 3% la obesidad de los p�rvulos entre 2006 y 2010. Por fortuna, la prevalencia de obesidad se ha estabilizado en los p�rvulos, debido al cambio en la ingesta alimentaria realizado en 2001, en que se redujo el aporte de energ�a en 10%, seg�n informaciones generadas en nuestro laboratorio. Estos logros son mayores que los obtenidos en pa�ses desarrollados que han invertido 100 millones de d�lares en proyectos.

Figura 4. Cambios en la relaci�n peso/talla en preescolares despu�s de dos a�os de intervenci�n nutricional (desviaciones est�ndar) (n=900).

No es necesario evaluar todo el tiempo con sensor de movimiento, porque es una t�cnica compleja. La prueba de marcha de seis minutos se utiliza para evaluar la recuperaci�n en adultos y ni�os enfermos; nuestro equipo valid� esta prueba contra sensor de movimiento y comprob� que representa 50% de la variabilidad en el cambio de actividad f�sica del ni�o. Despu�s de validada esta t�cnica, se aplic� en trece grupos de tres comunas, se compar� a los ni�os intervenidos para aumentar su actividad f�sica, con ni�os controles y se encontr� que �stos aumentaron en 2,1% su actividad f�sica, mientras que los intervenidos aumentaron en 7,85% (Fig. 5). La prueba es sencilla: basta con marcar un espacio cada metro y hacer que el ni�o camine durante 5 minutos, a la m�xima velocidad que pueda; puede variar la velocidad si quiere, pero no debe correr.

Figura 5. Cambio en la prueba de marcha de seis minutos, en ni�os intervenidos versus controles (% metros)

Otro estudio realizado por Juliana Ka�n, con el auspicio de Chiledeportes y el MINEDUC, abarc� a alrededor de 3.000 ni�os (6). En los resultados iniciales hubo diferencias significativas en porcentaje de ni�os con IMC sobre el percentil 95 de la CDC, IMC seg�n z-score y circunferencia de cintura entre los grupos intervenidos y los controles (Tabla 1). Previamente, los ni�os intervenidos eran un poco m�s obesos que los controles.

Tabla 1. Estudio en escolares (8-12 a�os) (Fuente: Kain J. Int J Obes Relat Metab Disord 2004; 28(4): 483-493).

La intervenci�n consisti� en mejorar las horas de actividad f�sica, para que se hicieran efectivamente 45 minutos de educaci�n f�sica, no 20 minutos ni 12 minutos como lo han demostrado datos publicados por la Universidad Cat�lica. Despu�s de cuatro meses de intervenci�n se logr� un cambio significativo en los hombres y los controles permanecieron iguales, es decir, la intervenci�n tuvo �xito (Fig. 6). En las ni�as, el cambio fue mucho menor.

Figura 6. Prueba Navette hombres.

Evaluaci�n de la actividad f�sica

Algunas de las herramientas utilizadas en investigaci�n se pueden usar a nivel cl�nico para evaluar la actividad f�sica. En un estudio que se hizo en paralelo en Chile y Cuba, se us� un sensor de movimiento que mide en tres dimensiones, al que, aunque es un poco grande para ellos, los ni�os peque�os se acostumbran con rapidez y se mueven normalmente. El movimiento se mide con lectores de magnitud y se clasifica la actividad seg�n la intensidad. Si se grafica el movimiento durante una hora se ve con claridad cuando el ni�o camina, corre en el patio (alrededor de dos minutos) y realiza actividades de juego libre, que son mucho m�s activas que estar sentado o caminando (Fig.7).

Figura 7. Actividad registrada en jard�n infantil.

Se evaluaron 30 ni�os, minuto a minuto durante una semana y se clasific� su actividad, seg�n su intensidad, en: m�nima, equivalente a dormir, descansar y tener actividad sentado; liviana, que comprende pasear, caminar y andar en bicicleta; moderada, que significa caminar con paso r�pido, trotar, andar en bicicleta o triciclo; e intensa, es decir, correr, saltar, trepar y juegos en�rgicos, como el f�tbol (7). Algunas entidades internacionales agrupan la actividad m�nima y liviana en una sola categor�a: actividad sedentaria.

Hay varios tipos de medidores de actividad f�sica. Uno est� especialmente dise�ado para el sue�o, mide la actividad del sujeto minuto a minuto o cada 15 segundos y es un aceler�metro, por lo que mide cambios de velocidad. El gas�metro o pod�metro est� en el mercado desde hace alrededor de 4 a�os, mide la cantidad de pasos que da el ni�o y tiene costos variables, entre 25 y 1000 d�lares, pero es mejor usar el m�s barato porque los ni�os los pierden o los desarman; no mide intensidad, pero seg�n las recomendaciones actuales un ni�o que camina 12.000 pasos al d�a es un ni�o que protege su salud.

Este aparato se puede adquirir en el mercado, pero en los estratos socioecon�micos bajos deber�a proveerlo el sistema. La ventaja de este instrumento es que permite una medici�n objetiva de la actividad f�sica y es posible establecer metas para el ni�o, por ejemplo, fijar un aumento semanal de 500 pasos. Los adultos normales con ocho horas de trabajo sedentario no sobrepasan los 5.000 pasos, de modo que lograr que un ni�o mayor de 10 a�os aumente a 10.000 pasos es un gran adelanto, que el ni�o puede evaluar, aunque se puede falsear el resultado.

Una de las metodolog�as que han contribuido a las recomendaciones de energ�a es la monitorizaci�n de ritmo card�aco, que se hace mediante un sensor que se coloca como una banda que detecta el ritmo card�aco y un reloj que se�ala la frecuencia cardiaca y el tiempo transcurrido. El inconveniente de este instrumento es que los botones son muy atrayentes para los ni�os y ellos tienden a interrumpir la medici�n, por lo que se debe usar por per�odos m�s cortos. La medici�n se realiza durante todo el d�a, ya que la frecuencia cardiaca aumenta durante el d�a y disminuye con el sue�o (Fig. 8).

Figura 8. Frecuencia cardiaca en 24 horas.

Adem�s es posible valorar en cada persona el consumo de ox�geno en distintas actividades: acostado, sentado, de pie, caminando a 2 � 4 km/hora, etc. (Fig. 9). Con estos valores se establece la llamada curva flex, que asocia los resultados obtenidos con el valor basal de cada individuo. S�lo en Cuba se ha podido hacer esta medici�n en ni�os de edad preescolar, porque los ni�os son m�s disciplinados. A estos p�rvulos los siguieron durante m�s de tres d�as y midieron adem�s consumo de ox�geno, lo que ha sido dif�cil de realizar en Chile en ni�os tan peque�os.

Figura 9. Relaci�n entre frecuencia cardiaca y consumo de ox�geno (VO2).

Un equipo que reci�n se encuentra en proceso de validaci�n en Chile e Inglaterra permite evaluar cambios en la actividad f�sica y en el ritmo card�aco al mismo tiempo; es un aparato peque�o, igual a los medidores de ritmo cardiaco, que se instala bajo el coraz�n y no necesita reloj ni otro implemento. Despu�s del per�odo de evaluaci�n se conecta a un computador y se baja la gr�fica.

El hecho de medir actividad y ritmo card�aco simult�neamente permite limpiar la informaci�n, porque en alg�n momento el ni�o se puede asustar y el ritmo card�aco aumenta, pero sin corresponder con la actividad f�sica o, viceversa, puede aparecer actividad f�sica elevada que se deba s�lo a movimientos del aparato, sin corresponder con el ritmo card�aco. En este momento se est� usando este dispositivo en una intervenci�n en ni�os de cuatro a nueve a�os, en la comuna de Macul. El aparato entrega datos de actividad y ritmo cardiaco minuto a minuto y es posible usarlo a largo plazo, por ejemplo, durante 15 d�as seguidos. El costo alcanza a alrededor de 700 d�lares.

Recomendaciones actuales de energ�a

Las recomendaciones actuales de energ�a se encuentran en la p�gina web de la FAO. Nosotros hemos utilizado el gold standard para medir requerimientos de energ�a, que es el agua doblemente marcada. En varios trabajos, entre ellos uno realizado por nuestro grupo, se han evaluado las diferencias entre las recomendaciones de 1985 y el verdadero requerimiento de los ni�os y se ha comprobado que existe una sobreestimaci�n de 13% a 21%, en comparaci�n con el requerimiento real de los ni�os evaluados (Tabla II). Con las recomendaciones actuales disminuye esta sobreestimaci�n.

Tabla II. Ni�os de un mes de edad: medici�n por agua doblemente marcada y requerimientos de energ�a 1985.

Con apoyo de organismos internacionales realizamos un estudio en una comunidad rural de Cuba, en la que no hab�a autos y los ni�os se desplazaban con 36 grados de temperatura, de modo que realizaban una actividad importante. Hern�ndez estim� que los p�rvulos de este sector ten�an un gasto energ�tico superior a las recomendaciones actuales, debido a que los ni�os rurales, sin acceso a autom�vil, se mueven m�s. Curiosamente, el gasto de las ni�as era similar al de las ni�as chilenas, a pesar de las distintas condiciones, lo que se relaciona con patrones culturales.

Es importante que el pediatra ense�e a los padres que las ni�as tienen necesidad de andar en buzo y ensuciarse. Los ni�os bajo los 9 a�os est�n desarrollando su patr�n motor, de modo que si a esa edad no se promueve el ejercicio, despu�s van a presentar impedimentos para hacer actividad f�sica o deporte, tanto en motricidad fina como gruesa. El hecho de que las ni�as, teniendo todas las condiciones desde el punto de vista fisiol�gico, sean menos activas que los varones de esta edad, es preocupante. Por otro lado, si se les promueve en forma adecuada, los ni�os pueden mostrar niveles intensos de actividad.

Se evalu� a otra poblaci�n de ni�os con monitorizaci�n de ritmo card�aco y se concluy� que los ni�os de La Habana son m�s sedentarios que los ni�os de una comunidad semi-rural; adem�s, son m�s sedentarios que los ni�os de Santiago de Chile. La influencia del medio es un punto importante que hay que contrarrestar. En otro trabajo evaluamos a ni�os preescolares chilenos y encontramos diferencias de 9% en ni�os y 16% en ni�as, al comparar su gasto energ�tico con las recomendaciones de 1985. La mayor diferencia en el grupo de las ni�as se debe a su menor actividad f�sica.

Los nuevos requerimientos se expresan en ecuaciones cuadr�ticas del peso y bajo los diez a�os hay un cambio muy importante. El problema de estas recomendaciones es que no est�n hechas para ni�os de comunidades latinas; hay datos de Colombia y Chile, pero no del resto de Am�rica Latina ni de situaciones semi-rurales o rurales, como el caso de Cuba; por lo tanto, estas recomendaciones probablemente subestiman los requerimientos de ni�os muy activos o activos por su medio, como en el caso de la comunidad rural de Cuba, en la cual no hab�a autos y deb�an desplazarse a pie. Las comparaciones entre los requerimientos de 1985 con los de 2004 se�alan que la diferencia es importante, tanto en ni�os como en ni�as: los requerimientos de 1985 eran mayores para los menores de 11 a�os y menores los mayores de esa edad, a diferencia de los requerimientos de 2004 (Tabla III).

Tabla III. Requerimientos de energ�a en ni�os FAO/OMS 1985 vs 2004.

Recomendaciones de actividad f�sica

Por primera vez, las recomendaciones de energ�a traen recomendaciones de actividad f�sica para adultos y ni�os. Se recomienda hacer una hora diaria de actividad f�sica moderada a intensa, que es la que est� asociada a un mejor estado de salud. En el mejor de los casos, los ni�os realizan 5% de ocho horas, o sea, no m�s de 22 minutos de actividad moderada a intensa; por lo tanto, si se desea cumplir con la recomendaci�n, la demanda sobre el sistema educativo y los profesionales de la salud es muy fuerte. Los profesionales de la salud, especialmente los m�dicos, cumplen un papel vital; generalmente se acude al m�dico cuando el ni�o est� enfermo, pero la labor preventiva del pediatra es muy importante, no s�lo en lo que se refiera a la obesidad, sino tambi�n en la promoci�n de la salud en los ni�os de estado nutricional normal.

Frente al debate que surgi� porque no se hab�a considerado los datos de Cuba en ni�os m�s activos, las recomendaciones agregaron 15% m�s en el caso de ni�os m�s activos y menos 15% en ni�os menos activos. Todo ni�o hospitalizado est� sentado o acostado pr�cticamente todo el tiempo, de modo que el nivel de actividad f�sica en estos ni�os es de alrededor de 1,5, o sea, muy sedentario.

Recomendaciones de actividad f�sica para los distintos grupos de edad

a) Para ni�os de 0 a 2 a�os, se recomienda facilitar la realizaci�n de actividad en el patio o en el parque, para que pueda desarrollar la exploraci�n; en una ciudad, se necesita la vigilancia de los padres. Esto significa que si el padre o la madre acompa�an a un ni�o a jugar, los padres podr�an cumplir en parte las recomendaciones para los adultos. Los ni�os no deben pasar m�s de dos horas viendo la televisi�n ni en juegos sedentarios.

b) En el ni�o de 4 a 6 a�os, que se encuentra en etapa de formaci�n del patr�n motor, el acento se debe poner en estimular el juego. En el curr�culum educativo de los jardines infantiles se ha incluido la estimulaci�n del juego, acentuando lo entretenido, ya que no es posible convencer a un ni�o que haga algo que no desea hacer. Luego hay que destacar lo entretenido, para que el ni�o explore y experimente con distintos movimientos. El pediatra debe plantear a los padres que el ni�o tenga tiempo de juego libre, es decir, que juegue en un patio o una plaza, con amigos, a lo que desee jugar; lo ideal es con amigos, porque el est�mulo es mayor. El ni�o puede caminar, nadar, correr distancias cada vez m�s largas y as� ir mejorando su capacidad, porque a esta edad el ni�o est� estableciendo el equilibrio vertical y a medida que aumenta la edad, puede caminar distancias m�s largas. Tambi�n se recomienda el acceso a jugar en patios y parques y limitar la televisi�n a un m�ximo de dos horas diarias. Las actividades se deben realizar con la supervisi�n de los padres, porque estos ni�os a�n son peque�os.

c) En los ni�os de 6 a 9 a�os se debe solicitar a los padres que estimulen el juego libre con movimientos m�s complejos, ya que a esta edad caminan y corren sin dificultad y sin caerse, por lo que pueden participar en juegos m�s dif�ciles que las rondas. Se debe estimular el disfrute del juego: si el ni�o quiere jugar a la pelota y eso es lo que le gusta, que lo haga, aunque tenga que complementar con otras actividades; puede caminar, correr, bailar, saltar a la cuerda, etc. Es importante motivar la actividad predeportiva, ya que a esta edad no se hacen deportes con reglas definidas, sino m�s bien se aprende a manejar una pelota, en el caso del f�tbol o del v�leibol. La televisi�n sigue limitada a dos horas y a esta edad no hay diferencias entre sexo, relaci�n peso/talla, resistencia f�sica y desarrollo motor, por lo que las actividades deben ser similares para ni�os y ni�as.

d) En el ni�o de 10 a 18 a�os se debe continuar favoreciendo la actividad f�sica del tipo que el ni�o prefiera, idealmente los deportes. Ac� se comienza a pasar de la actividad f�sica al ejercicio: actividad f�sica es cualquier actividad realizada, incluso estar parado; ejercicio significa realizar una actividad con frecuencia, intensidad y duraci�n determinadas. Un aspecto central es la adhesi�n, as� que el ni�o debe hacer lo que �l prefiera, para que lo mantenga en el tiempo. Los adolescentes se dejan influir por su medio y es preciso estimular las preferencias de cada uno: danza, yoga, bicicleta, juegos de equipo, etc.

Conclusiones

La actividad f�sica en los ni�os se puede modificar a trav�s de los establecimientos educativos o por la influencia del personal de salud. Los padres tienen una responsabilidad importante y la labor del pediatra es crucial para que �stos asuman la responsabilidad en este aspecto. La prevenci�n del sedentarismo desde que el ni�o nace es fundamental; siempre se pone el acento en que el ni�o crezca bien y tenga los elementos nutricionales adecuados, pero el concepto de que el ni�o debe realizar una actividad f�sica adecuada para su edad no ha sido incorporado en la formaci�n de los pediatras, por lo que �stos no se interesan por este aspecto, pero est� muy ligado a la salud y su promoci�n es responsabilidad de todo el personal de salud. Cuanto m�s precoz sea la intervenci�n, mejor ser� el pron�stico en cuanto a salud, crecimiento, desarrollo cognitivo y relaci�n con el medio.

Los nuevos requerimientos de energ�a se han estimado en forma m�s adecuada, porque en ni�os alimentados al pecho se puede medir el volumen de leche materna y determinar con mayor precisi�n los costos energ�ticos del crecimiento. Adem�s, la evaluaci�n de la composici�n corporal se puede hacer en forma m�s confiable, lo que permite determinar mejor los cambios que ocurren con la edad. Sin embargo, no hay mucha informaci�n sobre el gasto energ�tico en los ni�os de bajos ingresos de los pa�ses en desarrollo, pero se sabe que el sedentarismo en los pa�ses desarrollados tiende a reducir los actuales requerimientos de la poblaci�n. No tenemos datos de poblaci�n rural, ni en adultos ni en ni�os, y urge conocer la actividad f�sica y el gasto energ�tico en ni�os de Am�rica Latina.

La mejor manera de incentivar la actividad f�sica en los p�rvulos es que participen los padres, ni�os y educadores. La formaci�n de h�bitos depende de un trabajo mancomunado, no se puede lograr en forma aislada. La antropolog�a es un elemento clave, porque cuando se habla de hacer cambios en los h�bitos nutricionales o de actividad f�sica de los ni�os, el hecho de que lo propuesto le guste y sea viable es muy importante. El placer de la actividad es importante. En nuestro equipo de investigaci�n participan un profesor de educaci�n f�sica, una antrop�loga, un especialista en educaci�n nutricional y varios nutricionistas: el equipo tiene que ser multidisciplinario, porque el peso del medio es muy fuerte. Esta tarea la deben asumir conjuntamente todos los especialistas relacionados con la prevenci�n de la obesidad y el sedentarismo.

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