El mayor desafío a la salud del mundo, según lo planteado por la OMS, lo constituyen las muertes prematuras y la discapacidad física y mental resultante de las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT), y recientemente se ha comenzado a valorar la relevancia de la relación entre dieta, nutrición, actividad física y estas enfermedades, especialmente la obesidad, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, algunos tipos de cáncer y la osteoporosis, que son de origen nutricional en un 70% (Figura 1).
Figura 1. Distribución de las causas de mortalidad en las Américas, 1999.
En los Estados Unidos, los costos directos de la obesidad consumen un 7% del presupuesto de salud (U$70 billones), y los costos indirectos son diez veces mayores (pensiones, ausentismo, muerte prematura), sin considerar el deterioro de la calidad de vida que produce.
Según el informe sobre la salud en el mundo emitido por la OMS en el año 2002, los 10 riesgos más importantes en el mundo, por la carga de morbilidad que originan, son:
Se dice que el mundo está en una fase de transición epidemiológica, política, etc. En este contexto se da la transición nutricional, como se denomina a los cambios en el perfil alimentario y nutricional de las poblaciones, que se producen como consecuencia de la interacción entre factores económicos, demográficos, ambientales y culturales. Los cambios más importantes, como factores de riesgo de ECNT, son aquellos que afectan el consumo de alimentos y la actividad física, y la población de Latinoamérica presenta muchos de ellos:
Este patrón de consumo alimentario, en conjunto con el sedentarismo y el tabaquismo, contribuye al aumento de la prevalencia de las enfermedades crónicas. Si a esto se le suman los hábitos de vida sedentarios y la inactividad física, el resultado es un balance energético positivo, que aumenta las reservas de energía en forma de grasa corporal, desencadenando la obesidad.
En casi todos los países la disponibilidad de energía ha aumentado, con excepción de Cuba, que a raíz del término del apoyo de la URSS y del bloqueo económico, tiene una situación precaria. La figura 2 muestra cómo, excepto en Cuba, prácticamente en todos los países el porcentaje de calorías ingeridas como grasas excede el 20%.
Figura 2. Porcentaje de calorías grasas en la dieta de distintos países.
Debemos tener en cuenta que los promedios encierran grandes desigualdades, dadas principalmente por las diferencias en el ingreso económico, pero se ha estableceido que una proporción significativa de la población de varios países está consumiendo dietas con más de 30% de calorías grasas, que es el nivel máximo recomendado. Las calorías derivadas de proteínas no han variado, manteniéndose en un rango de 10 a 12% en promedio, lo que es concordante con una dieta suficiente en proteínas.
La figura 3, publicada por Costa y Steckel (1995), muestra que el índice de masa corporal (BMI) promedio ha aumentado sostenidamente en hombres y mujeres en los últimos cien años, y aunque el cambio más fuerte se produjo a comienzos del siglo, los valores extremos son un fenómeno propio de los últimos tiempos.
Figura 3. Cambios en el BMI a través del tiempo (Fuente: Costa y Steckel, NBER. Historical WP N° 76).
Este aumento de peso se acompañó de un aumento moderado del consumo diario de calorías, y en el período posterior a la segunda guerra mundial hubo un aumento en la altura y una disminución del consumo de calorías, lo que indica que el aumento del BMI no se correlaciona solamente con el aumento de la ingesta calórica, sino que también con otros cambios, como el aumento de la oferta de alimentos y la baja de sus precios, lo que mejora el acceso, es decir, con el desarrollo económico y tecnológico; de hecho, los precios realtivos de los alimentos en los Estados Unidos, después de la segunda guerra, con excepción de un movimiento ascendente en el comienzo de los 70, han ido disminuyendo en 0,2% por año en promedio, tendencia que facilitó el aumento de la oferta de alimentos hasta sobrepasar la demanda.
La inactividad física se ha convertido en un importante problema de salud pública en toda la Región de las Américas. La prevalencia de la inactividad ha subido notablemente durante el último medio siglo, debido a que la urbanización, el transporte motorizado, la informatización, la tecnología de las comunicaciones y los trabajos y pasatiempos cada vez más sedentarios han contrapesado con creces el aumento del tiempo de ocio o de actividad física recreativa.
El hábito sedentario se ha convertido en un factor de riesgo importante para desarrollar obesidad, enfermedades cardiovasculares, cáncer de colon y de mama, y diabetes. Los datos sobre la actividad física desarrollada en horas de ocio, provenientes de cuatro encuestas nacionales realizadas entre 1997 y 2000 en Argentina, Brasil, Chile, Perú y Estados Unidos, permiten medir la magnitud de la inactividad en la población, la que se muestra en la figura 4, que ilustra el nivel de inactividad, definido como el hacer deporte o ejercicio una o menos veces por semana, en distintos grupos de edad.
Figura 4. Inactividad física en el tiempo libre en algunos países, por edad.
La actividad física regular, por otro lado, puede ser el factor que explique las tasas más bajas de obesidad observada en ciertos países, como se ve en la figura 5; en los Países Bajos y en Suecia, que tienen las más altas tasas de peatones y de ciclistas, la obesidad es un problema menor que en otras sociedades apegadas al automóvil.
Figura 5. Relación entre obesidad y hábito de andar a pie o en bicicleta en distintos países.
Los avances tecnológicos han inducido el aumento del BMI al hacer el trabajo profesional y doméstico más sedentario (40%) y disminuyendo los precios de alimentos a través de innovación agropecuaria (60%) (Lakdawalla, Philipson. The Growth of Obesity and Technological Change: A Theoretical and Empirical Examination; NBER Working Paper No. W8946, May 2002).
Por su parte, el crecimiento económico induce cambios en el patrón dietario que pueden anular, o aún revertir, la protección relativa de las dietas tradicionales propias de los sectores más pobres de la población frente a las enfermedades crónicas. Esto se debe a que los sectores más pobres son más susceptibles a cambiar sus formas de alimentación y sus patrones de actividad física, ya sea porque no tienen acceso a los conocimientos necesarios para “resistir” los cambios del ambiente o porque no disponen de las condiciones materiales requeridas para poner en práctica estos conocimientos.
La figura 6 ilustra las consecuencias del crecimiento económico sobre estas enfermedades, enfocando el caso específico de la obesidad en la población femenina adulta en estratos socioeconómicos extremos de 37 países en desarrollo. Allí se ve que aumenta la obesidad femenina en ambos estratos económicos, pero aumenta más entre los más pobres.
Figura 6. Variación estimada en el riesgo (%) de obesidad femenina en estratos socioeconómicos extremos, como función del crecimiento económico de los países.
Tomando en cuenta todo lo mencionado, en el año 2000, la 53 Asamblea Mundial de la Salud de la OMS emitió una resolución en la que se subraya la necesidad de prevenir y controlar las enfermedades no transmisibles (Resolución WHA 53.17), y en mayo de 2004, la 57 Asamblea Mundial de la Salud aceptó la estrategia mundial en materia de régimen alimentario, actividad física y salud, de acuerdo con el enfoque integrado de la OMS, para prevenir y controlar estas enfermedades.
La estrategia mundial sobre dieta, actividad física y salud es una oportunidad única para formular y aplicar una estrategia eficaz, encaminada a reducir sustancialmente la mortalidad y la morbilidad mundiales, mejorando la alimentación y promoviendo la actividad física. Los objetivos principales de la estrategia son:
Estas recomendaciones son dirigidas tanto a las poblaciones como a las personas:
Las personas deben mantenerse suficientemente activas durante toda la vida. Según el tipo y la intensidad de la actividad física se logran diferentes resultados de salud; al menos 30 minutos de actividad regular, de intensidad moderada, con una frecuencia casi diaria, reducen el riesgo de enfermedades cardiovasculares y de diabetes, así como de los cánceres de colon y de mama.
Por otra parte,el fortalecimiento de la musculatura y el adiestramiento para mantener el equilibrio permiten reducir las caídas y mejorar el estado funcional de las personas de edad.
Para controlar el peso puede ser necesario un mayor nivel de actividad.
Las instituciones responsables de llevar a cabo esta acción son la OMS, los estados miembros, los asociados internacionales, las organizaciones de la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales y el sector privado. Un ejemplo que ilustra la acción nacional en Argentina, como respuesta a esta estrategia, es la medida tomada por la empresa panificadora que cuenta con el 75 % del mercado nacional, para dejar de utilizar aceite vegetal hidrogenado y comenzar a utilizar el aceite de girasol nacional, de elevado contenido de écido oleico, en todos sus 49 productos, incluyendo el pan de hamburguesa que va a los locales de comida rápida.
La iniciativa de OPS e ILSI, que promueve un “Estilo de vida sana, la gente sana” se ha concretado en un proyecto en tres países en América Latina: Brasil, Chile y México, cuyos objetivos son, evaluar intervenciones o programas enfocados en alimentación saludable y/o actividad fisica, desarrollar consorcios locales de instituciones públicas y privadas y, finalmente, difundir los resultados y promover su uso para mejorar programas de salud.
El reto es hacer de las opciones saludables, opciones fáciles de elegir, y las intervenciones que existen actualmente son Plaza Vida Chile, Alimentación Escolar Brasil, Agita Sao Paulo, Activación México y Yucatan FunSalud.
Los proyectos desarrollados en los países deben cumplir con ciertos requisitos en cuanto a la solidez de la propuesta de cambios de conducta, la calidad de los metodos de evaluación, la capacidad del grupo de investigación y la posibilidad de replicabilidad, debiendo, además, ajustarse a un presupuesto de US$ 100.000 y a una duración de 2 años.
El procedimiento para llevar a cabo estos proyectos se resume en la figura 7.
Figura 7. Proyectos en países. Procedimiento.
Citación: Legetic B. Globesity, epidemic of the XXI century. Medwave 2004 Dic;4(11):e2578 doi: 10.5867/medwave.2004.11.2578
Fecha de publicación: 1/12/2004
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