Actas de Reuniones Clínicas
Medwave 2005 Mar;5(2):e2277 doi: 10.5867/medwave.2005.02.2277
La enfermedad del profesional de la salud
Illness in health care professionals
Fernando Novoa
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Introducción

Este tema, que es bastante antiguo, tiene gran importancia en la actualidad, ya que muchas veces se plantean dudas acerca de las capacidades de los encargados de recuperar la salud de los enfermos, debido a que ellos no se encontrarían suficientemente saludables para lograr este objetivo.

En una cita de San Mateo, se lee: “Si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán al abismo” , lo que concuerda con el mensaje que entrega en sus escritos, repetidamente, San Lucas, de quien se dice que era muy inteligente y famoso como médico, y además se dedicaba a la pintura con mucho éxito. San Lucas, patrono de la Medicina en varios de sus escritos repite la frase “Médico, cúrate a ti mismo” .

Con estos mensajes, ambos evangelistas destacan la necesidad de que el médico se preocupe también de su propia salud, ya que de no ser así, resulta dudoso que pueda cumplir en forma adecuada la tarea requerida, para que otros recuperen la salud que han perdido.

Síndrome de desgaste profesional

El síndrome de desgaste profesional presenta actualmente un aumento epidémico, afectando más a los especialistas que a los médicos generales. Se estima que 75% de los residentes de los hospitales norteamericanos y más de 50% de los especialistas presenta este cuadro, en los países desarrollados.

En Europa, donde existe preocupación por este tema desde hace tiempo, algunos países han desarrollado el Programa de Atención Integral del Médico Enfermo (PAIME), ya que se ha detectado que más de uno de cada 10 médicos presentarán trastornos psicológicos importantes o conductas adictivas en algún momento de su vida profesional, configurando un cuadro distinto a la depresión con la que se suele confundir, ya que está caracterizado por manifestaciones cualitativamente diferentes. La tríada sintomática típica del síndrome de desgaste profesional es la falta de agrado o satisfacción en el trabajo profesional, la tendencia a desvincularse de la actividad en forma paulatina y una sensación de agotamiento emocional.

Este cuadro afecta a quienes ejercen las llamadas profesiones de cuidados tales como médicos, enfermeras, asistentes sociales y profesores, en quienes produce un estado de fatiga y de frustración por la permanente dedicación a una causa que no produce el resultado esperado; en este caso, el médico siente que no puede cumplir con todo lo que los pacientes exigen y que no es capaz de satisfacer las demandas de las personas. Por lo tanto, es fundamental analizar cómo estamos trabajando, por qué se está produciendo esto y cuál es la manera de resolverlo.

Se estima que este estado puede afectar el proceso de toma de decisiones del profesional y por este motivo incurrir en errores que pueden perjudicar a los pacientes. Está muy arraigada en la población la creencia de que un médico enfermo tiene importantes limitaciones para asumir la responsabilidad de tratar en forma adecuada a sus pacientes.

Cicerón, en Epístolas ad diversos, IV, 5,5, dice que: “Los malos médicos declaran tener ciencia médica para las enfermedades de los otros, pero no pueden curarse a sí mismos” , y Federico Nietzche, por boca de Zaratustra, dijo: “Médico, ayúdate a tí mismo, así ayudarás también a tu paciente; sea tu mejor ayuda que él vea con sus ojos a quien se sana a sí mismo” . O sea, el mejor ejemplo para los pacientes es que su médico sea capaz de sanarse a sí mismo y que siga siendo eficiente en su trabajo.

La medicina, una profesión de cuidados

El desgaste profesional afecta especialmente a aquellos profesionales encargados de entregar cuidados a las personas, a través de medios técnicos propios de cada una de sus actividades. Para aplicar eficientemente estos medios es necesario desarrollar una buena relación interpersonal, de manera que, además de conocimientos y habilidades, se requieren aptitudes humanas especiales. En el caso de los profesionales de salud, éstas le llevarán a establecer un compromiso personal con el paciente, que a su vez, lo puede conducir a involucrarse afectivamente en sus problemas.

La ventaja de las profesiones en que se desarrolla un vínculo emocional con el paciente es que cuando las cosas van bien, se siente un gran agrado, que no se vive en otras profesiones; pero cuando las cosas van mal, el desgaste es enorme, más en estos días en que existe una demanda creciente de la población para que el médico resuelva rápidamente todos sus problemas de salud, actitud poco realista.

En el desarrollo de esta actitud de la población también algunos médicos son culpables, en cierto modo. No es infrecuente encontrar programas de televisión en que aparecen colegas mostrando que son capaces de operar y curar cualquier condición, por grave que ésta sea, y además nunca se les complican los pacientes, de modo que, lógicamente, la población se va a sentir frustrada cuando tenga un problema médico determinado y no logre una solución tan buena ni rápida como esperaba. Por lo tanto, debemos ser más responsables y honestos en los mensajes que entregamos por los medios de comunicación.

¿Qué es ser médico?

El médico tiene algo que lo diferencia de las personas que ejercen otras actividades. La palabra médico podemos encontrar que proviene del sánscrito meth, que significa “querer transferir nuestro mal a otro” , lo que significa que el médico surgió cuando alguien mostró disposición y ánimo para transferir o absorber el mal, o daño, que sufrían los otros. Por lo tanto, desde su origen el médico es un individuo que pacta, con otro que sufre, el compromiso de aliviarlo, aún con el riesgo de hacer suyo ese sufrimiento. Todos vivimos este compromiso cuando nos esforzamos por obtener los exámenes y los tratamientos que nuestro paciente necesita y que no están fácilmente disponibles; no descansamos hasta lograrlo.

Ser médico es, en cierto grado, asumir el sufrimiento de otras personas. Sin embargo, esta tendencia a creer que somos capaces de resolverlo todo nos puede producir problemas, si no somos capaces de reconocer nuestras limitaciones. De ahí que el médico suizo Jacob Lorenz dijera: “No aconsejes a nadie que se haga médico; si, no obstante, alguien quiere serlo, hazle insistentes e incisivas advertencias; pero, si se empeña, a pesar de todo, dale tu bendición, pues por poco que valga, la necesitará” .

Se dice que no todos están llamados a ser médicos, y una de las varias cosas que nos distingue de otras profesiones es que nunca podemos abandonar a un paciente por razones financieras. Una casa o un edificio pueden quedar a medio terminar porque se acabó el dinero, pero un médico no puede permitir que su paciente no complete el tratamiento debido a razones económicas. Tendrá que buscar alternativas para que complete el tratamiento o el estudio requerido. Esta peculiar característica de la Medicina que la distingue de otras profesiones la hace especialmente exigente para los que deciden adoptarla como una forma de vida. En ella encontramos además de un medio de sustento, un camino de perfeccionamiento y fuente de felicidad personal superior al de otras actividades.

Para lograr los objetivos señalados y evitar enfermar, se requiere de reflexionar sobre los objetivos que nos imponemos con nuestros pacientes y las limitaciones existentes para lograrlos. También en este aspecto podemos encontrar orientación útil para el presente, en el pasado. “Nada nuevo bajo el sol”.

En la Figura 1 se puede ver el templo de Delfos, ubicado en la ladera de un monte de la antigua Grecia, en el siglo XIV antes de Cristo tenía grabado en su frente un imperativo ético: “Conócete a ti mismo” . Allá iban las personas a hacer distintas consultas. Eran atendidas tanto personas comunes como incluso gente de gobierno. Se dice que no eran recibidos enseguida, sino que tenían que esperar varias horas o incluso días. Esto quizás era parte del proceso para conocerse a sí mismo, porque mientras esperaban, las personas reflexionaban sobre sus problemas y situaciones con decisiones difíciles. Ahí estaba el dios Apolo, encargado de impartir la justicia y la igualdad en toda la tierra.

Figura 1. Templo de Delfos, siglo XIV a.C.

Cómo evitar el síndrome de desgaste profesional

En primer lugar, es necesario tener claro su origen. Este síndrome se desarrolló a partir de los años 70, porque en esa década se produjo un gran cambio en la actividad médica, debido al progreso tecnológico. Si bien antes las posibilidades de diagnóstico y tratamiento eran menores, el trabajo médico era más grato, porque, aunque resulte contradictorio, a mayor cantidad de tecnología disponible, más disconformidad se produce, porque a pesar de ese avance muchas veces no se logran resolver todos los requerimientos de los pacientes y además, debido al costo, el acceso a ella es limitado.

Este conflicto genera angustia y desencadena los mecanismos del desgaste profesional. La prueba de esto es que la frustración es mayor en las UTI, que son los sitios donde hay más tecnología y donde más se viven los problemas éticos propios de la medicina actual. Antes, las personas morían cuando tenían que morirse; hoy día, con frecuencia se muere en el momento y de la forma en que el médico lo decide. Esta decisión implica para el profesional, un importante desgaste emocional.

Para enfrentar los cambios y los conflictos que genera la medicina actual, siguen siendo válidas las enseñanzas de Hipócrates, cuya imagen se puede ver en la figura 2. Él dijo: “Lo que los medicamentos no curan, el hierro lo cura; lo que no puede curar el hierro, puede hacerlo el fuego; y lo que éste no cura, es incurable” . Esto hace referencia a que los distintos procedimientos deben hacerse en forma paulatina y a que debemos ser capaces de determinar la conducta que corresponde a cada momento, teniendo claro que nunca podremos saber todo acerca de un paciente y que siempre tendremos limitaciones al respecto. Habrá que seguir aceptando la existencia de condiciones incurables.

Otra frase de Hipócrates señala que: “La vida es breve; el arte, extenso; la ocasión, fugaz; la experiencia, insegura; el juicio, difícil” . La ocasión es fugaz, se refiere a que hay cosas que es apropiado hacer en un momento y absolutamente inapropiado hacer antes o después, o sea, es preciso tener la sabiduría para actuar en el momento oportuno. Un ejemplo es dar las malas noticias, hay que darlas en el momento oportuno y en la forma adecuada; lo mismo es aplicable para un procedimiento, que puede ser muy bueno en el momento oportuno y estar absolutamente contraindicado en otra circunstancia. Otras razones para incrementar la cuota de ansiedad inherente al trabajo cotidiano.

Figura 2. Hipócrates.

Por eso, Menandro (342-293 A.C.) aconsejaba examinar los asuntos en el momento oportuno, sin apresurarse a hacer lo que no se debe hacer, pero sin demorar cuando es necesario apresurarse, y dice: “Qué grande es lo pequeño si se da en el momento oportuno. Lo que da ahora, no lo da mañana”. “La experiencia es insegura” . La medicina es una técnica, y por tanto su razonamiento no es absoluto, sino que se trata de verdades relativas. En clínica, es posible que dos personas realicen dos juicios distintos y hasta opuestos, sin que por ello uno de los dos sea, necesariamente, falso; “el juicio es difícil” .

Lo pequeño puede dar grandes beneficios, pero los dará ahora y no mañana. Esto apunta a la importancia de tomar la decisión a tiempo, pero a veces esto es difícil, a pesar del apoyo tecnológico, cosa que a los pacientes les cuesta entender, al igual que el hecho de que dos médicos pueden decir cosas diferentes y ambas pueden ser correctas. La Verdad, con mayúscula, se da solamente en algunos conocimientos muy teóricos, como en las matemáticas; nosotros trabajamos siempre en una situación de inseguridad.

Un aspecto fundamental de conocer y manejar, para evitar que se deteriore la calidad de vida del profesional, es el de los conflictos de intereses que se generan en su actividad. Todos sabemos que la medicina es diferente a otras profesiones, porque tiene un objetivo primario, que es mejorar la salud y la vida del ser humano, el que se vive como un imperativo moral de solidarizar con la vida en peligro, con el que sufre, y por otro lado, tiene objetivos secundarios relacionados con el financiamiento y el lucro. Ambos tipos de objetivo pueden enfrentarse, generando conflictos de interés que si no se resuelven en forma adecuada derivarán en situaciones lamentables, con perjuicio para el paciente y para el profesional involucrado.

Los otros seres de la naturaleza tienen claro, en su genes, lo que deben hacer; el instinto los guía para comer, procrear, etc.; en cambio, el ser humano es libre y está obligado a decidir entre el interés primario y el interés secundario, y en el caso del profesional de la salud, debe evitar que éste supere al primero. Para ello, debe desarrollar directrices con respecto a la conducta apropiada en cada circunstancia.

El conflicto de intereses se produce cuando el juicio profesional sobre su interés primario, que es el bienestar del paciente, se ve influenciado por el interés secundario del lucro o el afán de ser famoso. Esto nos puede hacer perder la confianza de los pacientes, que es lo que menos debemos perder, porque sería muy perjudicial para los pacientes y para nosotros. Por lo tanto, el médico debe estar atento a la aparición de un conflicto de interés y tomar las medidas adecuadas para enfrentarlo en forma correcta.

Las situaciones de conflicto se generan cuando hay una doble agencia en salud como es el imperativo de disminuir costos para la institución donde trabaja y las necesidades de los pacientes, cuando se aceptan viajes y obsequios de los laboratorios, lo que a la larga altera el juicio clínico, cuando se solicitan exámenes de laboratorio que significan ingresos indebidos para el solicitante etc. Estas prácticas disminuyen la satisfacción que recibimos por nuestro trabajo, y deben ser evitadas.

O sea, hemos sido culpables, al menos en parte, de la frustración y la desconfianza que se ha generado, porque hemos ido entrando en terrenos que no debemos aceptar. Todo esto debe hacernos reflexionar y ver de qué modo podemos trabajar más a gusto y lograr que nuestros pacientes queden conformes con nuestro trabajo, comenzando por recordar que siempre habrá cosas que estarán fuera de nuestro alcance y que muchas veces tendremos que elegir entre distintas opciones que nos obligan a privilegiar ciertos objetivos en desmedro de otros.

En segundo lugar, debemos dar prioridad a nuestra propia salud. Cuando Sancho pidió ser nombrado embajador de la ínsula, don Quijote, que fue representado junto a su compañero en la obra de arte que se aprecia en la Figura 3, le hizo ver: “Has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que pueda imaginarse” . Para lograr esto debemos saber lo que realmente somos capaces de hacer y debemos tener la humildad para reconocerlo, evitando ponernos en situaciones de angustia al ver sobrepasadas nuestras capacidades.

Figura 3. Don Quijote aconseja a Sancho lograr el conocimiento de sí mismo.

El grado de desgaste profesional que estamos experimentando se relaciona con tres aspectos distintos. El primero corresponde a las características personales de cada uno y su capacidad para enfrentar diversas situaciones; el segundo tiene que ver con las características del paciente, que va a determinar si queda conforme con nuestro accionar; El tercer elemento es el ambiente laboral; si se percibe que las condiciones laborales son insatisfactorias, lo que resulta es tratar de irse lo antes posible del lugar y el día lunes se transforma en un problema.

Cada uno de estos tres aspectos da para una larga exposición, pero en síntesis, deberíamos tener claro que no podemos resolver todos los problemas de salud y deberíamos tener muy claro qué podemos hacer y qué no depende de nosotros, evitando un compromiso emocional excesivo. Por supuesto que no debemos ser fríos y alejados de los enfermos, pero tampoco podemos involucrarnos emocionalmente con los pacientes de la misma manera que sus familiares; nuestra tarea es tener una conducta humana y solidaria y un trato personal y digno, evitando, al mismo tiempo, que la relación con el paciente se transforme en una relación angustiosa.

La relación médico paciente será más sana y grata si el médico evita exponerse a situaciones que puedan producirle conflictos emocionales o conflictos de intereses.

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Expositor: Fernando Novoa[1]

Filiación:
[1] Neurólogo, Hospital del Salvador, Santiago, Chile

Citación: Novoa F. Illness in health care professionals. Medwave 2005 Mar;5(2):e2277 doi: 10.5867/medwave.2005.02.2277

Fecha de publicación: 1/3/2005

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