Este texto completo es la transcripción editada y revisada de una conferencia dictada en el Curso Desafíos y Oportunidades en Gastroenterología y Nutrición, organizado por la Sociedad Chilena de Pediatría durante los días 3, 4 y 5 de mayo de 2007. Directores: Dra. Sylvia Cruchet y Dr. Francisco Moraga.
En un estudio que se realizó en 493 niños obesos, de 8 a19 años de edad, para evaluar la prevalencia de cálculos biliares de acuerdo al grado de obesidad, sexo y desarrollo puberal, se encontró colelitiasis sólo en 2% de los pacientes (8 niñas y 2 niños), lo que sugiere una predisposición del sexo femenino a presentar colelitiasis, hecho ampliamente demostrado en adultos. Entre los pacientes con litiasis, ninguno estaba en etapa prepuberal, todos eran puberales o postpuberales (1).
En otro trabajo se evaluó la secreción y síntesis de colesterol biliar en los obesos y se trató de determinar si existe una predisposición a presentar cálculos de colesterol en este tipo de pacientes. Para ello se realizó un estudio doble ciego en 14 adultos de 20 a 22 años de edad, 7 delgados y 7 obesos; a un grupo se le administró una dieta con menos de 300 mg/día de colesterol y al otro grupo, una dieta con más de 1300 mg/día. El colesterol se administró en cápsulas de gelatina, de modo que los pacientes no sabían lo que estaban recibiendo y se les realizó un control a las tres semanas. El estudio fue invasivo, porque además de realizarse ecografías de la vesícula biliar, para evaluar su volumen, se utilizaron dos sondas, una a nivel pre-pilórico y otra a nivel duodenal, para realizar mediciones de la síntesis de colesterol y de la secreción biliar. En el siguiente gráfico se observan los resultados (Fig. 1).
Figura 1. Volumen ecográfico de la vesícula biliar en sujetos delgados y obesos, en estado pre y postprandial (3)
Los autores encontraron que los pacientes obesos que recibieron una dieta alta en colesterol presentaron un aumento estadísticamente significativo de la síntesis de colesterol y un aumento de la secreción de colesterol biliar. Además, estudiaron el volumen vesicular en los pacientes, antes y después de una comida líquida medida y encontraron que el volumen sólido y el volumen residual fue mayor en los pacientes obesos, una hora después de la comida, es decir, estos pacientes tenían mayor fracción residual y menor contractibilidad vesicular, lo que podría estar apoyando la tercera teoría que se mencionó (4).
El grupo de Gastroenterología del Hospital San Borja Arriarán presentó, en el Congreso Nacional de Pediatría de Chillán del año 2006, un estudio retrospectivo en el que se evaluó a 15 niños: 8 de sexo masculino y 7 de sexo femenino, con edad promedio de 6 años 11 meses (rango de 5 meses a 14 años 8 meses) que presentaron colelitiasis de inicio precoz. En la paciente de 5 meses se encontró la colelitiasis como hallazgo, al realizar ecografía abdominal como parte del estudio de una infección urinaria; la paciente tenía también hipertrigliceridemia y es importante recordar que alrededor de 50% de los pacientes que tienen colelitiasis tienen un familiar de primer grado que la padece. Entre los factores de riesgo se encontró: obesidad (20%), uso de alimentación parenteral (13,3%) e hipercolesterolemia (6,7%). En la literatura se describe que alrededor de 60% de los pacientes no tiene ningún factor de riesgo, pero en la casuística del Hospital San Borja, sólo 40% de los pacientes no tenían factores asociados (Fig. 2).
Figura 2. Factores de riesgo de colelitiasis en pediatría
La siguiente figura muestra imágenes ecográficas de un cálculo y barro biliar (Fig. 3).
Figura 3. Imágenes ecográficas de: A: cálculo biliar y B: barro biliar
Es importante determinar el tipo de cálculo que tiene un paciente, porque esto orienta a la patología causal; por ejemplo, si el cálculo es de colesterol se debe solicitar un perfil lipídico; si es pigmentario negro se debe sospechar una patología específica asociada, como la fibrosis quística; si es café, se debe estudiar la posibilidad de malformaciones de la vía biliar, que se asocian a este tipo de cálculo.
Figura 4. Efectos de la obesidad a nivel hepático
Figura 5. Diferentes magnitudes de daño hepático en hepatitis no alcohólica
En los Estados Unidos se realizó un estudio en un grupo de 2.450 niños, de 12 a 18 años de edad, en el que se encontró que 3% de ellos tenía algún aumento de las transaminasas, 6% tenía sobrepeso y 10% era obeso (8). La edad de presentación de esta patología oscila entre los 11,6 y los 13 años (9, 10).
Algunos autores piensan que el hígado graso predispone al desarrollo de esteatohepatitis, es decir, sería como la etapa previa, en la cual se encuentra un aumento no significativo de las transaminasas, por lo que se habla de hígado graso; mientras que, en presencia de transaminasas sobre tres veces el nivel normal, se habla de esteatohepatitis, la que en los niños puede ser de dos tipos: tipo 1, que se caracteriza por la presencia de esteatosis, degeneración balonar y fibrosis, en forma similar a la hepatitis por alcohol de los adultos; y tipo 2, que se caracteriza por esteatosis, inflamación y fibrosis portal. El tipo 1 es más frecuente en las niñas y el tipo 2, que tiene peor pronóstico, es más común en los niños. También existen diferencias raciales; en la raza blanca es menos frecuente el tipo 2.
En un estudio retrospectivo, en el que se evaluó a 100 niños de 12 a 18 años de edad a los que por alguna razón se les había practicado una biopsia hepática, en búsqueda de evidencias de esteatohepatitis o hígado graso, se encontró que 17% de los pacientes tenía esteatohepatitis tipo 1 y 51%, tipo 2, que tiene peor pronóstico, debido a que ya existe fibrosis portal. Se concluyó que el tipo 2 es más frecuente en niños y que la historia natural puede diferir significativamente, según los subtipos histológicos (11).
En la Fig. 5 se muestran cortes histológicos de: hígado normal; esteatohepatitis tipo 1, que se caracteriza por la presencia de depósitos macrovesiculares de grasa y discreta fibrosis; esteatohepatitis tipo 2, en el que se observa pérdida absoluta de la arquitectura normal, con marcada infiltración grasa y grandes zonas de fibrosis (Fig. 5).
Figura 5. Cortes histológicos de: a: hígado normal. b: esteatohepatitis tipo 1. c: esteatohepatitis tipo 2 (12)
En la Fig. 6 se observan imágenes ecográficas de hígado normal e hígado graso, en las que se puede apreciar ambas las diferencias de ecogenicidad. En la primera imagen se ve el aspecto normal de un vaso rodeado de un halo blanquecino, lo que no se observa en la otra (Fig. 6).
Figura 6. Imágenes ecográficas de: a: hígado normal. b: hígado graso
El informe ecográfico de hígado graso se basa en varios elementos: primero, la presencia de hepatomegalia; segundo, presencia de hiperecogenicidad, como la de la imagen anterior, que se observa fácilmente si se compara con el parénquima renal. De las siguientes imágenes, la primera es normal y en la segunda, que corresponde a hígado graso, se observa pérdida completa de la arquitectura normal y aumento de la ecogenicidad; el riñón se ve más oscuro que el parénquima hepático (Fig. 7).
Figura 7. Comparación entre ecografías de hígado normal (a) e hígado graso (b)
La moderna técnica de espectroscopía de resonancia magnética permite medir la cantidad de agua y grasa en el hígado con mayor precisión que la resonancia magnética; la medición de la fracción de grasa se basa en que los protones en agua resuenan en frecuencias levemente diferentes. En la Fig. 8 se observa una espectroscopía normal: la zona inferior corresponde a agua y los picos, a grasa (Fig. 8). En presencia de hígado graso, esto se invierte.
Figura 8. Espectroscopía de resonancia magnética normal
Con respecto a la prevalencia del hígado graso en Chile, en un estudio descriptivo analítico, que aún no se publica, se evaluó a 30 niños prepuberales obesos que consultaron en el Hospital San Borja Arriarán. Los pacientes tenían un índice de masa corporal (IMC) mayor o igual al percentil 95 y el rango de edad fluctuaba entre 6 y 12 años. En los niños con alteraciones de la ecogenicidad hepática se encontró un nivel de triglicéridos de 134 +/- 2,1 mg/dl, que fue significativamente mayor que el de los niños sin dichas alteraciones; además, en el primer grupo se encontró un aumento de las transaminasas, con niveles significativamente mayores que los del grupo con ecografía normal.
Figura 9. Etiología de la pancreatitis aguda durante la niñez (13)
En el Hospital San Borja se hizo un estudio, que se presentó en el Congreso Nacional de Pediatría realizado en Valdivia, en el año 2003, de tipo prospectivo, en niños hospitalizados por pancreatitis entre los años 1994 y 2005. La muestra fue de 11 niños, 6 de ellos varones. Se encontró que la causa de la pancreatitis fue traumática en 100% de los casos, en los niños, mientras que en las niñas, 40% tenía litiasis biliar, aunque se debe considerar que el tamaño de la muestra era pequeño (Fig. 10).
Figura 10. Causas de pancreatitis en niños y niñas
Respecto al estudio por imágenes, el examen de elección es la tomografía axial computarizada. El páncreas normal se observa bien delimitado, homogéneo y rodeado por una capa de grasa, también bien delimitada y muy delgada; en presencia de pancreatitis no es posible delimitar el páncreas y la grasa se observa distorsionada. En 30 a 35% de las pancreatitis pediátricas las alteraciones son leves y se observa un páncreas edematoso, lo que es un factor de buen pronóstico. La siguiente imagen muestra un páncreas normal (Fig. 11).
Figura 11. Tomografía axial computarizada de un páncreas normal
Este texto completo es la transcripción editada y revisada de una conferencia dictada en el Curso Desafíos y Oportunidades en Gastroenterología y Nutrición, organizado por la Sociedad Chilena de Pediatría durante los días 3, 4 y 5 de mayo de 2007. Directores: Dra. Sylvia Cruchet y Dr. Francisco Moraga.
Citación: Godoy M. Fat and digestive disorders. Medwave 2007 Oct;7(9):e3257 doi: 10.5867/medwave.2007.09.3257
Fecha de publicación: 1/10/2007
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