Este texto completo es la transcripción editada y revisada de una conferencia dictada en el Simposio Problemas Reumatológicos del Adulto Mayor, organizado en Santiago por la Sociedad Chilena de Reumatología los días 28 y 29 de mayo de 2004.
Presidente: Dr. Carlos Fuentealba. Secretario Ejecutivo: Dr. Pedro Miranda.
El envejecimiento se asocia a una serie de cambios en el sistema inmune del individuo, que en conjunto se conocen como Inmunosenescencia.
Ésta se define como un estado de disregulación del sistema inmune que se manifiesta en una menor capacidad de respuesta inmunológica, sin constituir una inmunodeficiencia propiamente tal, caracterizada por una declinación gradual de la respuesta inmune celular y humoral, estrechándose especialmente el espectro funcional de ésta, lo que se expresa en un aumento de las tasas de morbilidad y mortalidad por infecciones, neoplasias y fenómenos autoinmunes.
A pesar de que la disminución de la respuesta inmune protectora en el anciano está comprobada, los mecanismos precisos que la causan son pobremente conocidos.
El primer cambio evidente es la involución del timo, con la consiguiente disminución de la producción de hormonas tímicas, como se ve en la figura 1, y de los linfocitos T vírgenes con patrón de citoquinas TH1, disminuyendo con ello la capacidad de montar una respuesta inmune celular contra neoantígenos.
Figura 1. Alteraciones de la inmunidad celular en el anciano. Involución tímica, disminución de las hormonas tímicas.
Pese a esto, el número de linfocitos T periféricos no disminuye, debido a la existencia de clones de linfocitos T de memoria con capacidad para autoperpetuarse. Existe además un aumento de la razón CD4/CD8.
Uno de los primeros signos de disminución de la inmunidad celular que puede pesquisarse in vivo en los ancianos es la alteración de la respuesta de hipersensibilidad retardada cutánea.
Esto se debe a que existe una disminución en la producción de IL-2 y una menor expresión de su receptor de alta afinidad, en linfocitos T provenientes de ancianos, con disminución de las moléculas coestimuladoras, como CD28. En cambio, los LTH2 están aumentados in vivo, y por lo tanto, las citoquinas Th2, IL-4 e IL-6, están aumentadas.
También se ha demostrado, in vitro, una declinación de la respuesta proliferativa de células T a mitógenos, lo cual puede deberse a defectos en las señales de transducción o a un acortamiento de los telómeros de los Linfocitos T, o a ambos. La teoría del envejecimiento, que explica la disminución de la capacidad funcional de las células, se ilustra en la figura 2.
Figura 2. Teorías del envejecimiento.
Existe una disminución en la producción de linfocitos B, debido a una disminución en los linfocitos preB de la médula ósea, con lo que existe una especial susceptibilidad a sufrir apoptosis. Sin embargo, el número de linfocitos B se mantiene, debido a la presencia de linfocitos B de memoria y a la capacidad de autorenovación a nivel local.
La diversidad del repertorio B también se ve afectada y agravada por cualquier evento inmunodepresor. La respuesta de anticuerpos a antígenos T dependientes (antígenos proteicos) está disminuida y la respuesta a antígenos T independientes (ejemplo: lipopolisacáridos), tiene una menor duración, razón por la cual los ancianos deben ser vacunados con una mayor frecuencia.
Los niveles de inmunoglobulinas no disminuyen con la edad, pero sí la afinidad de los anticuerpos, y existe un aumento progresivo de los linfocitos B CD5 (+), lo que se expresa en una mayor frecuencia de autoanticuerpos séricos, la mayoría a título bajo, dirigidos contra autoantígenos como nucleoproteínas, IgG o tiroglobulinas.
Esto no se traduce en un mayor número de enfermedades autoinmunes, con la excepción de Tiroiditis Autoinmune y de Anemia Perniciosa, pero sí los ancianos presentan con mayor frecuencia linfomas y leucemias linfocíticas crónicas, representando esta última una expansión clonal de linfocitos B CD5 (+).
Con respecto a la inmunidad inespecífica, ésta se altera en menor grado, hay un aumento en el número de las células natural killer y de monocitos activados. Los granulocitos presentan una disminución de la actividad fagocítica y del estallido respiratorio.
A continuación, revisaremos las patologías más frecuentes en los ancianos.
Representan la principal causa de morbimortalidad en este grupo etáreo. Dentro de éstas la más frecuente es la neumonía, que es la principal causa de morbilidad y la cuarta causa de mortalidad en el mayor de 75 años. La etiología más frecuente es Streptrococcus neumoniae, bacilos gram negativos como Klebsiella sp, Haemophilus influenzae y Escherichia coli, y Staphylococcus aureus, además de infecciones mixtas. Con respecto a los virus, el virus influenza es el que causa mayores estragos.
La infección por Mycobacterium tuberculosis ocurre con una frecuencia desproporcionada y se asocia con una mayor tasa de mortalidad. La prueba de hipersensibilidad retardada cutánea a tuberculina (PPD) puede ser negativa , debido a que la reactividad a este antígeno se desvanece con la edad.
La incidencia de infección del tracto urinario aumenta con la edad, siendo la causa más frecuente de sepsis por bacilos gram negativos en el anciano.
El herpes zoster también es frecuente, debido al deterioro de la inmunidad celular, que favorece la reactivación del virus varicela zoster. El sitio más común de presentación son las raíces nerviosas T3 a L2, y la rama oftálmica del V par.
Los autoanticuerpos se ven con una frecuencia de 10 a l5 % en el adulto mayor de 60 años, y habitualmente los anticuerpos no órgano específicos son más frecuentes que los órgano específicos.
Se encuentran comúnmente anticuerpos antinucleares, anticuerpos anti DNA, factor reumatoide, anticuerpos antitiroglobulinas, anticuerpos anti células parietales y anticuerpos anti glóbulos rojos, generalmente a títulos bajos, y la mayor parte de ellos no son patogénicos.
Dentro de la enfermedades autoinmunes que se presentan con mayor frecuencia en este grupo se encuentra la Tiroiditis de Hashimoto, la cual ha sido descrita en un 4 a 8% de los ancianos; sin embargo, frecuentemente es subdiagnosticada.
La teoría de la inmunovigilancia sugiere que las células neoplásicas son eliminadas permanentemente por el sistema inmune, sin embargo, debido a la disminución de la actividad de éste aumenta el riesgo de desarrollar un cáncer.
Dentro de las neoplasias destacan el cáncer de mama, colon, próstata, pulmón y neoplasias hematológicas como: Leucemia mieloide crónica, Leucemia linfocítica crónica, Mieloma múltiple y Linfoma no Hogdkin.
Algunas de las medidas recomendadas en el manejo de la inmunosenescencia son las inmunizaciones para la prevención de infecciones, además del ejercicio y la nutrición con ciertos micronutrientes y probióticos, para revertir algunas de las alteraciones inmunológicas descritas. Según Woods, el ejercicio mejora la función inmune in vitro y disminuye el número de infecciones.
En cuanto a la nutrición, la restricción calórica sería un potente modulador del proceso de envejecimiento y aumentaría el número de LT naive y la producción de IL-2; con respecto a los micronutrientes, la vitamina C mejoraría la respuesta mitogénica; la vitamina E, la respuesta proliferativa, la producción de IL-2 y la hpersensibilidad retardada; la vitamina D, los niveles de IFN alfa y el efecto antineoplásico, y el Zinc regularía la actividad LT helper.
En el anciano se producen una serie de cambios inmunológicos, conocidos como inmunosenescencia. Las alteraciones descritas se resumen a continuación:
Este texto completo es la transcripción editada y revisada de una conferencia dictada en el Simposio Problemas Reumatológicos del Adulto Mayor, organizado en Santiago por la Sociedad Chilena de Reumatología los días 28 y 29 de mayo de 2004.
Presidente: Dr. Carlos Fuentealba. Secretario Ejecutivo: Dr. Pedro Miranda.
Citación: Marinovic MA. Changes in immune function with age. Medwave 2004 Dic;4(9):e3219 doi: 10.5867/medwave.2004.09.3219
Fecha de publicación: 1/10/2004
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