Este texto completo es la transcripción editada y revisada de la conferencia dictada en el marco del XVII Congreso Chileno de Nutrición, realizado en Iquique entre los días 29 de noviembre al 2 de diciembre de 2006. El evento fue organizado por la Sociedad Chilena de Nutrición, Bromatología y Toxicología.
Presidente: Dr. Francisco Mardones Santander.
Figura 1. Evolución de la mortalidad infantil en Chile, 1960-2000 (Fuente: MINSAL)
En forma paralela, el porcentaje de niños desnutridos se redujo sostenidamente a partir de 1975, cuando casi 16% de los niños tenía una relación peso/edad menor de -1 desviación estándar, según la norma de Sempé, con excepción de una pequeña alza que se produjo en 1983, debido a la crisis económica de ese momento; luego, el porcentaje bajó hasta 5% en el año 1993, en que se dejó de medir. Lo mismo ocurrió con el bajo peso al nacer, que bajó de 11% a alrededor de 5% en ese lapso (Fig 2).
Figura 2. Cambios en desnutrición y bajo peso al nacer en Chile, 1975-1993. * = Referencia Sempé, Indicador Peso/Edad menor de 1 desviación estándar. ** = menos de 2500 g)
Junto a lo anterior se produjo un marcado cambio en el perfil epidemiológico de Chile. En el año 1970, las principales causas de muerte fueron las infecciosas y perinatales, destacando las infecciones respiratorias y dentro de éstas, la bronconeumonía en niños; las enfermedades cardiovasculares y los tumores malignos tuvieron menor importancia, causando 17% y 12% de las muertes respectivamente. En contraste, en el año 2000 las principales causas de muerte fueron cardiovasculares y cáncer; las infecciosas bajaron a menos de 2% y entre las respiratorias, las neumonías en adultos mayores ocuparon el primer lugar. Este cambio en el perfil epidemiológico del país también se produjo en un corto período de tiempo; en Europa y otros lugares del mundo hubo cambios de la misma magnitud, pero ocurrieron en el transcurso de 40 ó 50 años. Por esto se dice que Chile, en la década de los 60, estaba en una situación de pre-transición epidemiológica, caracterizada por altas tasas de mortalidad infantil y materna y alta prevalencia de bajo peso al nacer, desnutrición y enfermedades infecciosas; y en la década de los 80 pasó a una etapa de post-transición, en la cual la mortalidad infantil cayó drásticamente, las diarreas y bronconeumonías prácticamente desaparecieron y las principales causas de muerte fueron, en los niños, las enfermedades perinatales, congénitas y los accidentes, y en los adultos, las cardiovasculares y el cáncer, seguidas por los accidentes y los problemas de salud mental. Sin embargo, las políticas de salud no se adaptaron a tiempo a estos cambios y en la década de los 80, e incluso en los 90, todavía se daba prioridad a los problemas materno-infantiles y a las enfermedades infecciosas.
En la década de los 90 se produjo otro fenómeno, esta vez relacionado con el crecimiento económico del país: se observó un aumento significativo de los factores de riesgo para enfermedades crónicas no trasmisibles (ECNT), condicionados por el cambio del estilo de vida de la población, secundario al aumento de su capacidad de gasto. Así, aumentó el consumo de tabaco, alcohol y electrodomésticos, especialmente televisores y vehículos, con el consiguiente aumento del sedentarismo; hubo un cambio notable en las dietas; aumentaron los problemas psicosociales y se produjo un deterioro progresivo de la calidad del medio ambiente. Este cambio en el estilo de vida se tradujo en el incremento de una serie de condiciones que tienen la característica de ser enfermedades por sí mismas y además son factores de riesgo para el desarrollo de ECNT, como la hipertensión arterial y la obesidad; esta última fue declarada enfermedad por la OMS en 1997, pero además es un factor de riesgo para enfermedades cardiovasculares, diabetes, algunos cánceres, artrosis y otros problemas (Fig. 3).
Figura 3. Factores de riesgo para ECNT
Figura 4. Tendencias de consumo en Chile (en kilogramos o litros por habitante/año)
El cambio en el perfil de consumo de la población se caracterizó por un aumento del consumo de alimentos con alto contenido de grasas saturadas, como lo demuestran datos de la FAO que indican que, en el año 1975, la disponibilidad de grasa per capita era de 50 gr/día, cifra que aumentó a más de 80 en el año 2000 (Fig. 5).
Figura 5. Disponibilidad de grasa per capita. Chile, 1975-2000 (Fuente: Hojas de balance, FAO)
En cambio, el consumo de frutas sigue siendo muy bajo en Chile, a pesar de que el país es un gran exportador de uvas, manzanas, berries. La encuesta del MINSAL del año 2000 mostró que un 60% de los hombres y 48% de las mujeres no consume frutas todos los días. Esto es peor en los niveles socioeconómico bajos: entre la población que no tiene educación o que tiene educación básica, menos de 40% consume frutas todos los días. (Fuente: Encuesta de Calidad de Vida INE/MINSAL 2000).
El sedentarismo es muy alto en Chile, según todas las mediciones: en la Encuesta de Calidad de Vida, las encuestas CASEN, la Encuesta Nacional de Salud, etc., la respuesta siempre es la misma: 73% de las personas no hace actividad física, 18% hace actividad física una ó dos veces por semana, grupo en el que se incluye a los jugadores de fútbol de fin de semana y menos de 9% de la población chilena hace ejercicio en forma regular, es decir, 30 minutos de actividad moderada a intensa tres veces por semana, como mínimo (Fig. 6).
Figura 6. Sedentarismo en Chile (Fuente: Encuesta de Calidad de Vida INE/MINSAL 2000)
Figura 7. Prevalencia de obesidad (*) en escolares de primer año básico (* Peso/Talla mayor de dos desviaciones estándar, según referencia OMS)
Figura 8. Prevalencia de obesidad en embarazadas * Chile 1987- 2000 (en porcentaje)
En la Fig. 9 se muestran los últimos datos de prevalencia en todo el país, en una muestra representativa urbano-rural por regiones que se tomó para la Encuesta Nacional del año 2003. Estos datos fueron analizados por la Pontificia Universidad Católica y se demostró que 38% de la población femenina mayor de 17 años tiene sobrepeso, definido como índice de masa corporal (IMC) entre 25 y 30; 22% tiene obesidad, definida como IMC entre 30 y 40; y 1,3% tiene obesidad mórbida, definida como IMC mayor de 40. Los hombres tienen mayor porcentaje de sobrepeso que las mujeres, pero éstas tienen mayor porcentaje de obesidad.
Figura 9. Obesidad en mayores de 17 años de edad, en Chile. Fuente: Encuesta Nacional de Salud 2003
Otra consecuencia de los malos hábitos de alimentación y ejercicio es el aumento del nivel de colesterol después de los 25 años de edad: más de 40% de los hombres de 25 a 44 años tienen colesterol elevado, mientras que las mujeres, que en ese grupo de edad están protegidas por los estrógenos, presentan un aumento marcado después de los 45 años; en el grupo de 65 y más años de edad, más de 60% de las mujeres y más de 40% de los hombres tienen el colesterol elevado (Fig. 10).
Figura 10. Colesterol total elevado en adultos chilenos, según sexo (Fuente: Encuesta Nacional de Salud 2003)
Con base en los hábitos dietéticos y el estado nutricional de la población, se describen tres situaciones: Pre transición nutricional, propia de los años 80, que se caracterizó por consumo predominante de cereales, tubérculos, vegetales y frutas; de hecho, durante la crisis económica la dieta de gran parte de la población chilena estuvo compuesta por pan y té con azúcar. En esta situación predominan las deficiencias nutricionales. Transición nutricional, que se produjo en Chile a fines de los 80 y comienzos de los 90 y se caracterizó por el aumento en el consumo de azúcar, grasas, sal y alimentos procesados. Persisten las deficiencias nutricionales y comienza a aumentar el problema de la obesidad. Post transición nutricional: parte a inicios de los 90 y se caracteriza por aumento del consumo de grasas, azúcar y sal, bajo consumo de fibra y cifras elevadas de obesidad, e hiperlipidemia.
El paso a la etapa de post transición nutricional fue extremadamente rápido en Chile, puesto que ocurrió entre 1987 y 1992: hasta 1987 todavía había desnutrición en el país, a fines de los 90 este problema prácticamente desapareció y en 1993 ya había un incremento significativo en las cifras de obesidad. A raíz de lo anterior, un gran porcentaje de la población chilena: 90% de los hombres y 50% de las mujeres mayores de 45 años tiene riesgo cardiovascular alto (dos o más factores de riesgo) o muy alto (tres o más factores de riesgo), cifra que aumenta a más de 80% en las mujeres después de los 65 años de edad (Fig. 11).
Figura 11. Riesgo cardiovascular alto y muy alto en Chile (Fuente: Encuesta Nacional de Salud 2003)
Figura 12. Prevalencia de sobrepeso y obesidad (%) en preescolares de la JUNJI (2-5 años), 1995-2005. Fuente: Junta Nacional de Jardines Infantiles
El gráfico de la Fig. 13 demuestra la importancia de la intervención en los preescolares. Se observa que los niños de 2 a 3 años de edad tienen un porcentaje de obesidad de 6% cifra que aumenta a 10% en el grupo de 3 a 4 años y a 14% en el de 4 a 5 años de edad. Posteriormente, en los escolares que ingresan a primer año básico, con 6 a 7 años de edad, la prevalencia de obesidad alcanza a 18,5%, en el año 2005. En la Fig. 14 se observa el incremento, relativamente acelerado, de las cifras de obesidad entre los niños que ingresaron a primero básico entre 1987 y 2005.
Figura 13. Prevalencia de obesidad según edad en preescolares (2-5 años) de la JUNJI, 2001-2005 (Fuente: Junta Nacional de Jardines Infantiles)
Figura 14. Prevalencia de obesidad en escolares de primer año básico, 1987-2005. Fuente: Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (JUNAEB)
Se han esgrimido varias razones para explicar este incremento en las cifras de obesidad en los niños. La primera es que no se ha establecido una política de estado clara, precisa, con respaldo legislativo y financiero apropiados para enfrentar el problema. La segunda es una razón epidemiológica: después del crecimiento acelerado que se produjo entre 1987 y 2000, sería esperable que se produjera un período de estabilización, o plateau, como ha ocurrido en muchos países después de una situación de transición, como México y Brasil; en otras palabras, la estabilización podría ser un fenómeno común en los países que cambian rápidamente su perfil epidemiológico y nutricional. El problema es que en Chile hay una tendencia a la estabilización en las cifras de obesidad de los niños que ingresan a primero básico, pero, aunque en forma más lenta, el nivel sigue aumentando. Finalmente, se podría decir que esta tendencia a la estabilización es el producto de las políticas públicas que se iniciaron en 1998 con el objetivo de detener el incremento de la obesidad, sin lo cual la situación actual podría ser mucho más grave.
Frente a esto, en el año 2002 se estableció un acuerdo entre un grupo de organismos conformado por INTA, CHILEDEPORTES, MINEDUC y MINSAL, por una parte, y la empresa Corpora Tresmontes y la Ilustre Municipalidad de Casablanca, por otra, para desarrollar un proyecto de implementación de una estrategia de intervenciones y promoción de salud en escolares de educación básica. Este proyecto se llevó a cabo en Curicó, la Florida (Santiago) y Casablanca durante un año; posteriormente CHILEDEPORTES y MINEDUC retiraron sus aportes, por lo que sólo se ha podido continuar, gracias al apoyo de Corpora Tresmontes, en la comuna de Casablanca. En la segunda parte de esta presentación se expondrán los datos que se ha obtenido hasta ahora en dicha comuna.
Este texto completo es la transcripción editada y revisada de la conferencia dictada en el marco del XVII Congreso Chileno de Nutrición, realizado en Iquique entre los días 29 de noviembre al 2 de diciembre de 2006. El evento fue organizado por la Sociedad Chilena de Nutrición, Bromatología y Toxicología.
Presidente: Dr. Francisco Mardones Santander.
Citación: Vio F. Prevention of childhood obesity I: current situation in Chile. Medwave 2008 Ene;8(1):e1100 doi: 10.5867/medwave.2008.01.1100
Fecha de publicación: 1/1/2008
Nos complace que usted tenga interés en comentar uno de nuestros artículos. Su comentario será publicado inmediatamente. No obstante, Medwave se reserva el derecho a eliminarlo posteriormente si la dirección editorial considera que su comentario es: ofensivo en algún sentido, irrelevante, trivial, contiene errores de lenguaje, contiene arengas políticas, obedece a fines comerciales, contiene datos de alguna persona en particular, o sugiere cambios en el manejo de pacientes que no hayan sido publicados previamente en alguna revista con revisión por pares.
Aún no hay comentarios en este artículo.
Para comentar debe iniciar sesión