Este texto completo es la transcripción editada y revisada de la conferencia dictada en el marco del XVII Congreso Chileno de Nutrición, realizado en Iquique entre los días 29 de noviembre al 2 de diciembre de 2006. El evento fue organizado por la Sociedad Chilena de Nutrición, Bromatología y Toxicología.
Presidente: Dr. Francisco Mardones Santander.
Figura 1. Interacción entre la malnutrición, el comportamiento alimentario y los sistemas inmunitario, endocrino y nervioso
El estudio de la inmunocompetencia es una herramienta muy útil para valorar posibles situaciones de malnutrición, incluso subliminales. Con el fin de evaluar el estado nutricional de un individuo no basta solamente con valorar las medidas antropométricas y la ingesta dietética, sino también se necesita efectuar un análisis completo de sangre para determinar los parámetros hematológicos y bioquímicos relacionados con el sistema inmune. De este modo, se puede detectar si existe un estado de malnutrición no sólo a nivel clínico, sino a nivel subclínico.
El sistema inmune se debe considerar como una fortaleza que consta de una serie de barreras, compuestas por distintos tipos de células capaces de luchar contra la entrada de agentes patógenos al organismo. Estas células actúan en cadena y hay una estrecha relación entre ellas y su funcionamiento con el único fin de defender al organismo. Los nutrientes cumplen un papel importante en el mantenimiento de los mecanismos del sistema inmune; más adelante se tratará de las consecuencias de la desnutrición calórico-proteica o del déficit de micronutrientes, en especial de hierro, zinc y vitamina A, que son las deficiencias aisladas más comunes.
Figura 2. Porcentaje de respuestas positivas al test cutáneo en distintas situaciones
Cuando se habla de deficiencia de micronutrientes, se encuentra una alteración muy temprana de la función del sistema inmune, que dependerá del tipo y cantidad del nutriente deficitario, la edad del sujeto y la presencia o no de alguna infección concomitante. Se debe prestar especial atención a la deficiencia de micronutrientes, ya que en general, en caso de déficits se tiende a realizar una suplementación generalizada sin tener en cuenta que se debe programar de forma equilibrada, ya que un exceso de determinados micronutrientes puede tener como resultado un efecto negativo, afectando también al sistema inmune, siendo más virulenta la acción de los patógenos.
En cuanto al déficit de hierro, las consecuencias más comunes a nivel del sistema inmunitario son la disminución de la capacidad de fagocitosis y del número de células natural killer (NK). Es fundamental que las células NK estén en el nivel adecuado, ya que van a actuar de un modo inespecífico frente a células patógenas que quieran invadir el organismo; en esta categoría están las células tumorales, por lo que resulta muy importante que estas células actúen desde el primer momento. La hipersensibilidad retardada cutánea siempre va a estar disminuida en cualquier tipo de inmunodeficiencia o alteración nutricional. En relación con la respuesta de proliferación de linfocitos frente a un déficit de hierro, se observa una disminución que es dependiente del grado de deficiencia del micronutriente (moderado o grave) (Fig. 3). El resultado es un fallo en la respuesta inmune, ya que es necesario un número adecuado de linfocitos T y B que permita la producción de citoquinas y anticuerpos, los cuales, finalmente, determinarán una adecuada respuesta inmune.
Figura 3. Respuesta proliferativa de linfocitos en déficit de hierro
Cuando hay déficit de zinc se presenta atrofia tímica y menor respuesta de hipersensibilidad retardada. La hormona tímica disminuye, junto con la proliferación de linfocitos. De igual forma, hay una serie de células cuya actividad disminuye (linfocitos CD4, CD8 y células NK). También hay un descenso en la producción de la interleuquina 2, citoquina del tipo Th1 que procede de las células CD4 y su descenso puede fomentar una mayor prevalencia de los procesos infecciosos.
La deficiencia de vitamina A, en general, predispone a infecciones respiratorias, diarreas y enfermedades cutáneas, como consecuencia del deterioro de varios parámetros inmunológicos: reducción de la actividad de las NK, menor producción de interferon (IFN) gamma y fallo en la funcionalidad de neutrófilos, con una baja capacidad fagocítica y una menor respuesta al test cutáneo de hipersensibilidad retardada.
Hay que destacar que micronutrientes como el hierro, selenio, zinc, magnesio, etc. tienen como característica ser cofactores enzimáticos y estimular el sistema inmune. Además, se ha observado que tienen efecto importante en patologías cardiovasculares, cáncer, osteoporosis, anemia y espina bífida. Por su parte, también tienen importancia los antioxidantes (vitamina A, E, C, flavonoides y betacarotenos), por su capacidad de proteger al organismo contra el daño oxidativo celular, eliminar radicales libres y ser inmunomoduladores, de ahí que también puedan actuar en ciertos cánceres. En relación con los aminoácidos, también se ha hablado de su estimulación del sistema inmune, ya que actúan fundamentalmente sobre las células T; se postula también que retardan el envejecimiento, de ahí que se puedan utilizar en la regulación del estrés y del sueño, lo que tiene mucho que ver con estados de estrés y con la situación nutricional del paciente.
Hace algún tiempo se pensaba que la fibra no tenía prácticamente propiedades nutricionales y que de la misma forma que se consumía se eliminaba. Hoy se sabe que regula el equilibrio de la microbiota, diluye agentes cancerígenos, aumenta la excreción de sales biliares, inhibe la traslocación bacteriana, potencia el sistema inmune, inhibe procesos inflamatorios y mejora el tránsito intestinal. Por todo lo dicho anteriormente se puede admitir que la fibra desempeña un papel importante en la prevención del cáncer colorrectal. Con respecto a los ácidos grasos poliinsaturados omega 3, regulan el sistema inmune estimulando las células T, pero, al mismo tiempo, inhiben procesos inflamatorios, y pueden ser utilizados en patologías autoinmunes.
Figura 4. Reducción de linfocitos causada por estrés revierte en el grupo con leche fermentada
Además, el descenso de las células NK producido en el grupo placebo debido al estrés, revertía en el grupo que consumía la leche fermentada (Fig. 5). La diferencia entre ambos grupos resultó estadísticamente significativa.
Figura 5. La reducción de células NK debido a estrés prevenida en el grupo con leche fermentada
No se debe olvidar que el estrés causa aumento del cortisol, que es un inmunosupresor, al igual que la ansiedad, por lo que no es extraño que cuando los niveles de estrés se incrementan, aumente el riesgo de infección.
En personas mayores, es habitual encontrar estados nutricionales deteriorados. También presentan cambios en el sistema inmune en relación con la edad, presentándose ciertos parámetros inmunológicos disminuidos, como los siguientes: interleuquina-2, proliferación de linfocitos, IgA sérica, los títulos de anticuerpos tras vacunación, linfocitos T maduros e inmaduros, linfocitos T vírgenes y de memoria. Sin embargo, los niveles de otros biomarcadores están aumentados, como los radicales libres y citoquinas proinflamatorias. Todo este proceso constituye la inmunosenescencia, que puede promover una mayor frecuencia de infecciones comunes. En ese sentido, también se ha trabajado con probióticos y se ha visto que su ingesta puede potenciar la inmunidad innata o inespecífica, promoviendo una mayor capacidad de las células para fagocitar, así como un aumento de la actividad de células NK.
Este texto completo es la transcripción editada y revisada de la conferencia dictada en el marco del XVII Congreso Chileno de Nutrición, realizado en Iquique entre los días 29 de noviembre al 2 de diciembre de 2006. El evento fue organizado por la Sociedad Chilena de Nutrición, Bromatología y Toxicología.
Presidente: Dr. Francisco Mardones Santander.
Citación: Gómez-Martínez S, Díaz LE, Nova E, Wärnberg J, Romeo J, Marcos A. Immunonutrition. Medwave 2008 Ene;8(1):e1099 doi: 10.5867/medwave.2008.01.1099
Fecha de publicación: 1/1/2008
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