Es ampliamente conocido que los niños, al igual que las personas adultas, experimentan dolor agudo por procedimientos terapéuticos o diagnósticos (curación de heridas, extracción de sangre por punción venosa, inyecciones, etc.) en clínicas y hospitales. Debido a que este tipo de dolor puede ser de intensidad moderada a severa, estos procedimientos pueden causar ansiedad, miedo y angustia en los mismos niños y sus familias, lo que intensifica aún más su dolor y puede interferir con los procedimientos.
El cerebro madura rápidamente durante las primeras semanas o meses después del nacimiento. Los estímulos dolorosos recurrentes pueden alterar la formación de nuevos circuitos neuronales y dar como resultado una hipersensibilidad y un aumento de la respuesta conductual a los estímulos nocivos en los niños1,2. El dolor causado por procedimientos, implica un grado de anticipación del dolor y generación de ansiedad relacionada con lo desconocido. Esta ansiedad puede ser mayor si el niño ha tenido una experiencia desagradable anterior y puede resultar en una respuesta mayor al dolor3,4.
En este sentido, en un estudio en donde se evaluó a 430 recién nacidos de unidades de cuidados intensivos, se encontró que los recién nacidos experimentaron 60.969 procedimientos, de los cuales 42.413 (69,6%) fueron dolorosos y 18.556 (30,4%) fueron estresantes. En lo que se refiere a los procedimientos dolorosos, cada recién nacido experimentó un promedio de 75 (rango 3-364) procedimientos durante el período de estudio y 10 (rango 0-51) procedimientos por día de hospitalización5. En este estudio, los autores reportaron que la mayoría de los procedimientos fueron realizados sin analgesia.
En este sentido, para realizar el manejo satisfactorio de dolor y la ansiedad ocasionados por procedimientos, se debe llevar a cabo como primer paso una evaluación adecuada de este síntoma. Para esto, el dolor se puede evaluar por medio de técnicas de “auto-reporte” (utilizando la escala análoga visual o la escala de caras), “observación del comportamiento” del niño (expresión de la cara, llanto, etc.) o de “medidas fisiológicas” (frecuencia cardíaca, presión arterial, etc.).
La prevención del dolor por procedimientos debe ser multidimensional e incluye intervenciones en el medio ambiente, medidas no farmacológicas y medidas farmacológicas6,7,8,9. Aunque se han publicado cientos de estudios sobre la utilización de estrategias para disminuir la ansiedad y el dolor por procedimientos en niños, un metaanálisis encontró que el uso de ametocaína es más eficaz que otros tratamientos farmacológicos para disminuir el dolor durante la venopunción10.
En este mismo sentido, se halló que el uso de “técnicas de distracción” y la “hipnosis” son métodos no farmacológicos significativamente efectivos para reducir el dolor agudo relacionado con procedimientos10. No obstante esta evidencia, existen muchos reportes del tratamiento inadecuado del dolor por procedimientos en los niños8,11,12,13,14.
En México, hasta donde se tiene conocimiento, ni el gobierno ni las sociedades médicas han emitido o publicado una guía o política para el tratamiento del dolor y ansiedad por procedimientos diagnósticos o terapéuticos en niños. Por esta razón, la evaluación y el tratamiento del dolor y la ansiedad causados por los procedimientos se hacen a discreción de cada institución de salud, ya sean públicos o privados. Por lo tanto, es necesario que el personal de salud en todos los niveles de atención considere utilizar y evaluar científicamente diferentes estrategias farmacológicas y no farmacológicas para reducir el dolor y la ansiedad causados por procedimientos terapéuticos y/o diagnósticos en los niños.
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Citación: Ortiz MI. Procedural pain and anxiety in pediatric patients - do we have everything under control or never had?. Medwave 2012 Ene;12(1):e5283 doi: 10.5867/medwave.2012.01.5283
Fecha de envío: 11/11/2011
Fecha de aceptación: 16/11/2011
Fecha de publicación: 1/1/2012
Origen: no solicitado
Tipo de revisión: sin revisión por pares
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