Señora editora:

El marcado desarrollo científico-tecnológico alcanzado por Cuba en los últimos años es fiel reflejo del deseo del quehacer en pos del avance [1]. Todo ello se sustenta en un principio sólido expresado por un gran pensador, al referirse, en 1960, al término de “hombres de ciencia” [2].

Los innumerables recursos destinados a los sectores de educación y salud demuestran la voluntad política para el continuo desarrollo. Especialmente en la educación médica superior recae la responsabilidad de la preparación para la labor más humana que se puede ejemplificar, salvar vidas. Contamos con un Sistema Nacional de Salud con los recursos necesarios para posicionarnos entre aquellos con indicadores más altos de calidad, a la altura de países desarrollados como Canadá y Estados Unidos. Hablar de la salud pública cubana, es denotar gran parte de la historia de Cuba, parte que se encuentra entre las más reconocidas a nivel internacional.

La formación, hoy, de futuros profesionales salubristas resulta de un gran conjunto de estrategias docente-educativas cuya expresión radica en un médico, enfermero o tecnólogo con una visión integral y un enfoque humanista del proceso salud-enfermedad. Es necesaria una educación superior de avanzada, con planes de estudio que den respuesta a los principales problemas del contexto local, municipal, provincial, nacional e internacional, además de algo muy importante: el desarrollo de habilidades en torno a las tres aristas de formación del futuro profesional: docencia, asistencia e investigación.

La investigación científica es pilar fundamental en la formación del estudiante universitario, especialmente en el estudiante de ciencias de la salud. La constante aplicación del método científico, como el método clínico, en busca de la solución a un problema, hace del profesional un investigador por excelencia. Es por ello que se insiste en el desarrollo de habilidades investigativas a lo largo de los años de carrera universitaria en cada estudiante; elemento este que descarta la errónea idea de que “científico” es término exclusivo para quien trabaja en un laboratorio de experimentación. Un científico es todo aquel, independiente de su grado académico, que desarrolla o utiliza un método en función de una hipótesis que conlleva a la solución de un problema. Ante la afirmación anterior surge entonces una interrogante: ¿puede considerarse a un estudiante un científico?

El movimiento científico estudiantil en la universidad de ciencias médicas cubana se encuentra respaldado por un marco de leyes que apoyan la investigación por parte de los estudiantes; a esto se suma la voluntad de cada institución representada por estrategias individuales. Además de ello, se cuenta con un ciclo investigativo anual que engloba un conjunto de eventos a efectuarse desde la base hasta la nación. La apertura paulatina que han presentado los diferentes certámenes de carácter nacional e internacional, donde la participación del estudiantado es cada vez mayor, resulta muy acertada si se valora que nuestra juventud será el relevo y ha de garantizar la continuidad histórica de nuestros procesos sociales [3].

La sociedad actual exige de los jóvenes un compromiso continuo con el trabajo en materia de ciencia. Además de realizar investigaciones cumpliendo con todos los requisitos exigidos, se hace necesaria una constante actualización de contenidos y métodos. Todo esto tomando como referencia las tendencias más actuales de la comunidad científica internacional, en pos de continuar elevando el prestigio alcanzado por nuestro país.

Existen hoy, según la opinión de los autores, cuatro aspectos pobremente explotados, que siendo aplicados en la cotidianeidad se elevaría significativamente la calidad de las investigaciones: alfabetización informacional, colaboración interinstitucional e internacional, publicación científica y cienciometría.

El déficit de estudios donde se evidencie colaboración entre diferentes instituciones prevalece en la producción científica estudiantil. Este es un aspecto de vital importancia si se tiene en cuenta que los estudios colaborativos enriquecen la calidad del proceso científico al aumentar la experiencia, las nuevas ideas y en fin, se obtienen resultados de mayor cobertura e impacto.

La publicación científica estudiantil aún no ha logrado su máxima expresión de desarrollo, si se tiene en cuenta la relación entre el número de jóvenes investigadores con que se cuenta y la escasa producción científica, aspectos evaluados en diferentes estudios [4],[5]. Se valora siempre que la publicación es la forma más efectiva de difundir los resultados alcanzados en una investigación.

El conocimiento de las nuevas herramientas de evaluación de la ciencia resulta hoy vital para cualquier investigador. Precisamente la cienciometría, como eje central, favorece este proceso evaluando la productividad y la visibilidad. Conocer nuestro índice h, explorar recursos cienciométricos y altmétricos, el uso de las redes sociales académicas, dominar las características que debe cumplir un manuscrito para ser publicado, son solo ejemplos a tener presentes para medir calidad científica.

La alfabetización informacional resulta indispensable para un joven investigador; desde la búsqueda de la información con la utilización de las bases de datos más idóneas y el trabajo con gestores bibliográficos, hasta la selección del espacio de divulgación de los resultados obtenidos, guardando estrecha relación con la cienciometría.

Es inconcebible un movimiento investigativo de avanzada que no se acoja a las tendencias de la ciencia actual, y mucho más cuando existen los recursos para que el estudiante investigue a la altura del siglo XXI.

Se hace necesario una consciencia por parte del estudiantado respecto a la necesidad de investigar. Prémiese la nueva idea, el arduo trabajo, el deseo de investigar y la ética; elimínese el conformismo, el fraude y el paternalismo. Entonces así, cada vez estaremos más actualizados, y más allá de ello, seremos mejores científicos.

Notas

Declaración de conflictos de intereses
Los autores declaran no tener ningún conflicto de interés.

Financiamiento
Los autores declaran no haber recibido ninguna financiación para esta carta.

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