Palabras clave: older adults, happiness, death, qualitative research
INTRODUCCIÓN
Se evidencia un déficit de estudios que aborden al adulto mayor desde una óptica positiva. ¿Cómo es ser un adulto mayor feliz, sabiendo que vamos a morir? y ¿qué aspectos se deben considerar desde la promoción de la salud?
OBJETIVO
Descubrir aspectos del modo de ser de un adulto mayor feliz y como ser-para-la-muerte en Chile.
MÉTODO
Estudio fenomenológico, tomando como referente filosófico a Martin Heidegger. La selección de los participantes se realizó a través de la escala de Lyubomirsky, que permitió identificar siete adultos mayores felices, a los cuales se aplicó una entrevista semiestructurada.
RESULTADOS
Se logró identificar categorías para un adulto mayor feliz como siendo autónomo, viajando, bailando, criando, leyendo, teniendo mascotas y gozando de los bienes. Se llegó a comprender al adulto mayor feliz como un ser arrojado. Esto es puesto en el mundo, sin experiencia y sin más alternativa que asumir la vida y la muerte de la mejor manera posible, con una apropiación positiva del pasado, capacidad para reinventarse y con consciencia de ser-para-la-muerte.
CONCLUSIONES
Todavía no existe suficiente conocimiento disponible sobre los recursos psicológicos que promueven un estado de bienestar en la vejez en yuxtaposición con las pérdidas experimentadas en esta etapa de la vida. Los estudios demuestran que los niveles de felicidad en los adultos mayores son muy buenos, aunque sea en un contexto de gran concentración de pérdidas afectivas y materiales, y ante la inminencia de la muerte. Los profesionales de la salud no deben desestimar la felicidad de los adultos mayores. Ante la tendencia de observar al adulto mayor desde una óptica biomédica, es necesario promover una comprensión ontológica de la vejez. Una comprensión que vaya más allá de lo corporal, que incorpore los significados y experiencias vividas, y a la felicidad como herramienta para un envejecimiento activo y saludable.
Chile es un país en envejecimiento avanzado, con altos índices de desigualdad social y económica cuya esperanza de vida ha ido en aumento [1],[2],[3],[4]. Diversos autores señalan que ante el incremento poblacional, se hace necesario realizar estudios que no sólo estén centrados en la morbilidad, los factores de riesgo y la prevalencia de enfermedades crónicas en adultos mayores, sino también orientadas a un envejecimiento positivo, con un consecuente bienestar subjetivo, asociado a una mejora en la calidad de vida [5],[6],[7],[8].
Para esta última etapa de la vida, Martin Heidegger como referente filosófico de esta investigación y como filósofo del cuidado, revela la posibilidad de una existencia auténtica, en presencia verdadera, sin temor al mundo. Tal existencia sólo es permisible cuando el adulto mayor acepta la muerte como aquello que ya le deviene (mientras existamos la muerte nos deviene, mas cuando la muerte existe, yo ya no existo).
Frente a la muerte como porvenir, Heidegger señala la Sorge (cuidado del ser) como ocupación misma del ser humano. Ante la muerte sólo queda vivir y es la muerte la que le va a dar verdadero valor a la vida. De ahí su conexión con la felicidad. El hombre como “ser” ontológicamente es descrito como Dasein, un ser arrojado al mundo que es puro proyecto y cuidado de sí mismo, por lo tanto lo que le resta es tratar de vivir y vivir bien [9].
Diversos investigadores han concluido que el bienestar subjetivo, calidad de vida, satisfacción vital o bienestar social, son parte de una terminología que se relaciona con la felicidad, y que adquieren un estatus ontológico a través de la clarificación del concepto y de su capacidad para ser medido [10],[11],[12],[13]. Concluyen que la felicidad se funda en la valoración cognoscitiva positiva de la vida, en la percepción de un bienestar subjetivo [14],[15], el optimismo [16], el optimismo inteligente [17], la felicidad misma [18] y en una dimensión particular de la felicidad, la llamada experiencia de flujo [19].
Asimismo, la felicidad tendría tres dimensiones básicas: una centrada en los aspectos afectivos-emocionales, otra centrada en los aspectos cognitivo-valorativos y una tercera dimensión, la vincular, que responde a la necesidad de pertenencia y de relacionarse socialmente. En esta línea, concluyen que el bienestar psicológico “no es simplemente la vida feliz per se, sino los procesos del vivir con sus mezclas de sabores dulces y amargos; una vida que no evita el dolor, sino que todo lo contrario, lo enfrenta y le da un significado constructivo para transformar lo doloroso y conflictivo de la vida en algo hermoso y digno de vivirse” [14].
Lyubomirsky, citado por varios autores, señala que “las personas felices tienen éxito a través de múltiples dominios de la vida, la amistad, los ingresos, el desempeño del trabajo y la salud. Quienes se perciben a sí mismo como felices, responden de manera más adaptativa a experiencias cotidianas en la toma decisiones, en la percepción e interpretación de situaciones sociales y en la recuperación frente a eventos negativos como el fracaso” [11],[12],[13],[14],[15],[20],[21].
Además la felicidad, según algunos estudios, muestra su relación con el mejoramiento de parámetros fisiológicos e inmunitarios [22],[23]. Los efectos de la felicidad no sólo se reflejan sobre los resultados de los tratamientos médicos, también mejoran la percepción de los niveles de calidad de la asistencia sanitaria [24]. En general, las personas de diferentes edades que desarrollan mayor autonomía y motivación gozan de una mejor salud física y bienestar subjetivo [25]. De la misma forma, la actividad física parece desempeñar un papel más importante como determinante del bienestar subjetivo, especialmente en mujeres [26],[27].
Es importante destacar que la situación económica de los adultos mayores puede influir directamente en la percepción de su propio bienestar, como lo indica un estudio realizado en mujeres de edad avanzada en Israel [28]. Un estudio realizado en mujeres adultas reveló que las relaciones con personas importantes durante las diversas etapas de la vida, estar juntos, disfrutar de la comunicación con los demás y disfrutar de libertad en la sociedad, son aspectos centrales del bienestar subjetivo. Asimismo, las personas mayores que viven en barrios socialmente desfavorecidos reportan un bienestar subjetivo más pobre, lo que hace necesario la creación de lazos más fuertes de pertenencia y apoyo mutuo [29],[30].
Evidencia acerca de la felicidad en América Latina indica que los índices de desarrollo humano influyen directamente sobre la felicidad de las personas. No obstante, es imperioso que los adultos mayores posean un ingreso económico suficiente, un seguro de salud universal, una mejor vivienda y buen nivel de urbanización [13],[31]. En Chile y Argentina, en los años 2010 y 2013 respectivamente, diversos autores trabajaron en la evaluación de las propiedades psicométricas de la Escala de la Felicidad Subjetiva de Lyubomirsky y Lepper, encontrando convergencia con otros cuestionarios validados [11],[32].
En Chile alrededor del 57% de los adultos mayores viven en pareja, incluyendo casados y convivientes. El 60% son jefes de hogar con un ingreso promedio por aportes previsionales equivalente a unos 125 dólares, muy por debajo de lo esperado. Un 11,8% viven solos y 85,3% viven en casas propias [2]. Considerando lo anterior, surgieron las siguientes interrogantes ¿cómo es ser un adulto mayor feliz, sabiendo que vamos a morir? y ¿qué aspectos se deben considerar desde la promoción de la salud? Por lo tanto, se optó por comprender al adulto mayor feliz desde una hermenéutica fenomenológica. El objetivo fue descubrir aspectos, del modo de ser de un adulto mayor feliz y como ser para la-muerte en Chile.
Se presenta una investigación cualitativa, de enfoque fenomenológico. Se contó con siete participantes que se constituyeron como adultos mayores felices de ambos sexos, escogidos de entre 15 miembros de un club de adulto mayor de la comuna de San Bernardo, Región Metropolitana. Se eligieron por conveniencia los más altos puntajes de acuerdo a la Escala de Felicidad Subjetiva de Lyubomirsky, validado en Chile por Pablo Vera Villarroel, Karem Celis Atenas y Natalia Córdova-Rubio [11].
Los seleccionados debían cumplir con los siguientes criterios de inclusión: ser mayor de 65 años, estar en buenas o condiciones físicas, estar lúcido y saber responder las preguntas. Se les aplicó una entrevista fenomenológica a través de un guión de entrevista, que incluía preguntas como ¿me podría contar qué es para usted ser feliz?, ¿cómo usted ha sido feliz?, ¿es usted feliz con su familia?, ¿es usted feliz con su comunidad, sus vecinos?, ¿me podría dar un ejemplo?
Se resguardaron los principios éticos de consentimiento informado, autonomía y confidencialidad. La investigación fue aprobada por el comité de ética de la Escuela de Enfermería de la Universidad Diego Portales. Todos los participantes corresponden a adultos mayores adscritos al sistema público de salud.
Los siete relatos fueron convergentes, produciéndose una saturación de los discursos. Una vez traspasadas las entrevistas a papel, el análisis del discurso fue al encuentro de las unidades de significado que dieran cuenta del adulto mayor feliz y como ser-para-la-muerte, con las cuales se construyeron las categorías relacionadas con “el adulto mayor feliz como ser-para-la-muerte” y categorías que hablaban de “el cuidado”, las que quedaron categorizadas como “Sorge”.
A modo de triangulación teórica, las categorías encontradas fueron analizadas por separado por cada autor, puestas a la luz de la revisión bibliográfica y la percepción de la felicidad medida por Lyubomirsky.
Finalmente, se presenta a modo de resumen, la epojé del adulto mayor feliz como ser-para-la-muerte, haciendo suspensión del juicio al poner el mundo vivido del adulto mayor feliz en un paréntesis, sin afirmar ni negar nada sobre él. Las unidades de significado se expresan en los resultados con la inicial E más el número del entrevistado.
El investigador permanece como espectador desinteresado, sin implicarse. Es un estado de reposo mental por el cual ni afirmamos ni negamos. En la fenomenología, la reducción es un proceso por el cual se ponen entre paréntesis todos los datos y convicciones, entre otros. Según Husserl, el método de la reducción fenomenológica permite descubrir un nuevo reino de la experiencia y hasta crear una nueva experiencia, desconocida a los hombres [33],[34]. Se considera que los resultados son inequívocos, pues responden fidedignamente a lo expresado por los participantes.
Tras aplicar la Escala de Felicidad Subjetiva de Lyubomirsky se logró identificar a siete adultos mayores felices. Todos ellos pertenecían a un club de adultos mayores, eran usuarios del Fondo Nacional de Salud, con dos o más hijos y cuyo nivel educacional no superaba la educación media. No fue posible contar con un igual número de hombres y mujeres (Tabla 1).
Tabla 1. Características de los participantes.
El análisis del discurso reveló las siguientes categorías para el modo de ser de un adulto mayor feliz: siendo autónomo, viajando, bailando, criando, leyendo, teniendo mascotas y gozando de los bienes. Esto implica que el adulto mayor feliz se da la posibilidad de pasar por una vida buena para él. Los resultados confirman la filosofía Heidegger en cuanto a que en el ser-para-la-muerte, el adulto mayor feliz refiere que “tenemos que terminar nuestros años bien” (E5).
Como ser-para-la-muerte, el adulto mayor feliz está siembre arrojado. De esta manera siempre está a la vanguardia como si fuese puesto asumiendo un rol protagónico, con una apropiación positiva del pasado, conformándose con lo que la vida le ha dado, viviendo el día a día, teniendo fe en Dios, teniendo paz, siendo feliz consigo mismo y, finalmente, optando por ser feliz (Tabla 2 y Figura 1).
Figura 1. El adulto mayor feliz como Dasein.
Tabla 2. El adulto mayor feliz como ser-para-la-muerte.
El adulto mayor feliz ontológicamente como hombre, está condenado a una reducción de sus seres significativos para finalmente dejar de existir él mismo. Una vez más, ante el misterio de comprender la vida y la muerte, sólo una relación ética le rescatará de su soledad: ocuparse del otro. “Mis hijos son mi vida tengo un buen marido él es buen padre para mis hijos… eso para mí es ser feliz conmigo misma….yo no pienso mucho en mí” (E4).
No obstante, el adulto mayor feliz sabe que debe cuidar su propia existencia "me cuido y por eso también soy feliz” (E1). El cuidado del ser permite reconocer en los adultos mayores felices su propia vulnerabilidad como ser humano, como ser-para-la-muerte. Ello, a su vez, les permite ser auténticos, ser presencia verdadera frente a los otros que también demandan de cuidados.
La fenomenología enseña que a través de la vida fáctica es posible establecer relaciones interpersonales significativas, donde la conciencia de ser-para-la-muerte permite el cuidado frente a la posibilidad de morir y hace que el adulto mayor feliz sea más auténtico en el modo de relacionarse con los demás, como lo evidencian los discursos (Tabla 3). La fusorge (el cuidado por los otros) permite el desarrollo del ser moral, que es también una propia necesidad de cuidado, luchar contra su soledad, ser significativo y realizar actos de amor, pues la presencia de los otros confirma su propia existencia como adulto mayor feliz y como ser-para-la-muerte.
Tabla 3. La Sorge, "me cuido y por eso también soy feliz".
Finalmente, se resume el fenómeno del adulto mayor feliz y como ser para muerte en un paréntesis, pues para su análisis fue necesario suspender el juicio y la búsqueda de causas y efectos (Figura 1). En medio del paréntesis está el cuerpo del adulto mayor feliz como un ente, pues según Merleau Ponty es en el cuerpo propio donde se experimenta el mundo [35]. En este caso el cuerpo es solo una apariencia del adulto mayor feliz, arrojado al mundo como el Dasein de Heidegger, que pasa de un estado de caída (al hacer lo que la sociedad espera de él) a un ser más auténtico. Así tiene conciencia de ser-para-la-muerte, siendo autónomo y libre en sus elecciones, y va evolucionando desde el nacimiento hasta la muerte.
El devenir humano se desarrollaría rítmicamente. Esto quiere decir que la vida del adulto mayor feliz se da en ritmos que se sincronizan con los otros y con el mundo. Son pulsos que originarían momentos en un tiempo radical, que a su vez son parte de un tiempo total o simultáneo; gozando de los bienes y gozando de cosas simples, siendo feliz con los otros y siendo feliz consigo mismo, pasando grandes penas y optando por la felicidad. El adulto mayor arrojado al mundo estaría en un continuo siendo, que simultáneamente siempre es pasado, presente y un no todavía. La ocupación del adulto mayor feliz, como ser-para-la-muerte, es la selbtsorgen (cuidado de sí mismo), füsorgen (cuidados por los otros) y besorgen (el cuidado de las cosas). Estos cuidados son para ser feliz, pues su meta es terminar los años bien [36],[37].
Seligman plantea que la felicidad duradera es igual a un rango fijo más las circunstancias de la vida, más los factores que dependen del control de la voluntad [38]. A esto Lyubormirsky agrega que el rango fijo está determinado genéticamente y no se puede alterar, correspondiendo a un 50% de la felicidad de las personas. Las circunstancias de la vida (como pobreza o riqueza, ser gordo o flaco), sólo inciden en el 10% de la felicidad y los factores que dependen del control de la voluntad representarían un 40% [39]. Por lo tanto, existirían dos fuerzas que modificarían la felicidad: las circunstancias de la vida y el control de la voluntad.
Esta investigación revela ese 40% de felicidad que depende de la voluntad de hacer cosas por parte del adulto mayor. Esto es su ocupación, puesto que al adulto mayor feliz como ser-para-la-muerte le pertenece por esencia el estar en el mundo. Su estar vuelto al mundo es esencialmente ocupación, tal cual lo mostraron las categorías encontradas. No obstante, no todos los adultos mayores son felices, no todos poseen herramientas personales para una vida buena, no todos poseen una apropiación positiva del pasado.
Se ha tratado de dar respuesta a dos interrogantes. La primera ¿cómo es ser un adulto mayor feliz, sabiendo que vamos a morir?, ha encontrado su respuesta en la profundidad de la filosofía de Heidegger, donde el adulto mayor es feliz teniendo una vida auténtica y dedicada al cuidado de la misma, en la que si sabemos de nuestra finitud lo que nos queda es vivir y vivir bien [36]. La segunda cuestión es ¿qué aspectos se deben considerar desde la promoción de la salud? De acuerdo a los discursos analizados, se debe enfatizar la autonomía en la toma de decisiones respecto de su propia vida y las oportunidades que la sociedad ofrece para su bienestar y protección social. Esto último correspondería al 10% de la formula indicada por Lyubormirsky.
En contraposición de la felicidad asociada a los niveles socioeconómicos [13],[28],[31], Thumala refiere que, a pesar de una población cada vez más envejecida, todavía no existe suficiente conocimiento disponible sobre los recursos psicológicos que promueven un estado de bienestar en la vejez en yuxtaposición con las pérdidas experimentadas en esta etapa de la vida. Dada la importancia de hacer frente a la óptima salud mental, se identifican y caracterizan maneras saludables de lidiar con las pérdidas relacionadas con el proceso de envejecimiento. También indica que varios estudios afirman que en esta etapa de la vida aumentan los índices de felicidad. Eso está descrito como “la paradoja del envejecimiento” y “la paradoja de la felicidad”. Los estudios demuestran que los niveles de felicidad en los adultos mayores son muy buenos, aunque sea en un contexto de gran concentración de pérdidas afectivas y materiales, además de la proximidad de su propia muerte, por eso la paradoja [40].
En el adulto mayor el ejercicio y la presencia de depresión fueron las influencias moderadoras más importantes que se asocian, tanto al bienestar subjetivo como a la función cognitiva [41]. Otros estudios en adultos mayores dieron cuenta de que la presencia de enfermedades crónicas afectaba directamente el bienestar subjetivo, así como el apoyo social y la satisfacción de la participación de las personas adultas en diferentes actividades influía positivamente sobre el bienestar subjetivo [27],[42],[43].
No obstante, los expertos recomiendan realizar diagnósticos de bienestar subjetivo a nivel local basados en nociones de lugar. Es necesario considerar que las políticas y programas tendientes a mejorar el bienestar subjetivo tienen efectos positivos sobre la salud y la satisfacción de los usuarios del sistema. Asimismo, la experiencia de incorporación de garantías o seguros universales en salud ha tenido una asociación positiva sobre el bienestar subjetivo de las personas adultas [24],[31],[44]. Por lo tanto, los profesionales de la atención primaria en salud deben contar con una comprensión sobre los componentes del bienestar subjetivo en los adultos mayores, para avanzar en la disminución de las inequidades, aumentar la satisfacción de la población de adultos mayores [24], y ser un aporte a los objetivos sanitarios de la década 2011-2020.
Esta investigación apoya la tarea de trabajar con los adultos mayores, no sólo en pos de un soporte social, sino también en la búsqueda de la promoción de la salud mental trabajando las capacidades personales, incentivando la autonomía y la capacidad para elegir ser feliz, convirtiendo a la muerte por venir en una oportunidad para ser más auténtico y feliz. Los adultos mayores felices nos han demostrado que “saber que vamos a morir”, no constituye una amenaza a la felicidad, sino una oportunidad.
Es necesario señalar que el estudio del adulto mayor en Chile se ha caracterizado por un enfoque biomédico, centrado principalmente en la funcionalidad. Este estudio contribuye a la comprensión del adulto mayor feliz, como persona con autonomía. Ello está en consonancia con las oportunidades que la sociedad les brinda. Aspectos como salud, previsión, vivienda y vida en comunidad son fundamentales al momento promocionar los factores que incentivan el bienestar subjetivo en adultos mayores.
Los profesionales de la salud no deben desestimar la felicidad de los adultos mayores. Frente a la tendencia de observar a las personas mayores desde un punto de vista biomédico, es que se hace necesario promover el bienestar subjetivo como herramienta para un envejecimiento activo y saludable, comenzando desde la comprensión ontológica de la vejez que tienda a la felicidad.
Aspectos éticos
La Revista tiene constancia de que el comité ético científico de la Facultad de Salud y Odontología, Escuela de Enfermería Universidad Diego Portales, Santiago, Chile, tuvo conocimiento sobre este estudio y su posible publicación en una revista de difusión biomédica.
Declaración de conflictos de intereses
Los autores han completado el formulario de declaración de conflictos intereses del ICMJE traducido al castellano por Medwave, y declaran no haber recibido financiamiento para la realización del reporte; no tener relaciones financieras con organizaciones que podrían tener intereses en el artículo publicado, en los últimos tres años; y no tener otras relaciones o actividades que podrían influir sobre el artículo publicado. Los formularios pueden ser solicitados contactando al autor responsable o a la dirección editorial de la Revista.
Financiamiento
Los autores declaran que no hubo fuentes de financiación externas.
INTRODUCTION
Little research has been done on elderly adults from an optimistic perspective. What is it like to be a happy elderly person who is moving toward death? How can we approach their health promotion? This study aimed at exploring ways of being happy in older adults in Chile.
METHODS
We used a phenomenological approach, using Martin Heidegger’s philosophical frame. Participants were chosen after applying the Lyubomirski scale – those who fell into the “happy” category were invited to a semi-structured interview.
RESULTS
We identified categories in happy elderly people; such as being autonomous, traveling, dancing, childcare, reading, pets, enjoy material goods. Thus, being able to understand the happy elderly person as being placed in the world without any choice other than accepting life and death as best as possible, with an optimistic regard about the past, an ability to reinvent themselves, and an awareness of being closer to death.
CONCLUSIONS
There is still not enough knowledge available about the psychological resources that promote a welfare state in old age in juxtaposition with the losses at this stage of life. Studies show that happiness levels in older adults are very good, albeit in a context of high concentration of emotional and material losses, and the imminence of death. Unlike the common standpoint that conceives older adults within a biomedical framework, we believe it is necessary to promote an ontological understanding of old age; that is to say an understanding beyond bodily conditions, which includes the meaning of life experiences, and happiness as a tool for active and healthy aging.
Citación: Gonzalez Echeverria LI, Aguirre Pizarro A, Kraunik Ramirez R, Palacios Pinto R, Sepúlveda Barra P, Rapiman ME. The happy elderly as a being-toward-death: a phenomenological research. Medwave 2016 Oct;16(9):6574 doi: 10.5867/medwave.2016.09.6574
Fecha de envío: 20/7/2016
Fecha de aceptación: 12/9/2016
Fecha de publicación: 12/10/2016
Origen: no solicitado
Tipo de revisión: con revisión por dos pares revisores externos, a doble ciego
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