El presente artículo describe los resultados de un estudio de caso acerca de la cogestión (organización y primera aplicación), de un programa de educación para una vejez saludable orientado a cuatro (4) aspectos de la vida cotidiana de los ancianos: la nutrición, las relaciones interpersonales, la memoria, la actividad y el ejercicio. La planeación y desarrollo del programa se realizó entre 2001 y 2002, tuvo una duración de 14 meses, con la participación activa de doce (12) líderes ancianos, que dirigen programas ambulatorios para adultos mayores. El enfoque educativo aplicado en el proyecto tomó elementos que permitieron promover el protagonismo y la construcción de ciudadanía y democracia de las personas mayores, así como motivar el desarrollo de habilidades y destrezas para cuidar su propia salud, la de su familia y comunidad.
Palabras claves: Programa educativo, ancianos, cogestión en salud, promoción de la salud.
En el trabajo comunitario con adultos mayores es necesario buscar formas de promocionar la salud, abordando el envejecimiento desde la concepción del desarrollo humano tanto individual como colectivo. El envejecimiento como proceso vital, no es un proceso patológico, no obstante los ancianos, son motivo de estereotipo y marginación, negándoles la oportunidad de continuar su desarrollo.
En las situaciones en que los ancianos logran superar los estigmas sociales y culturales relacionados con la edad, han demostrado su productividad, aunque si bien, ya no corresponde a la productividad económica, sus actuaciones tienen relación con actividades intelectuales, culturales y recreativas. Es indudable que con el paso de los años la estructura física del anciano experimente disminución de sus capacidades, pero ello no significa necesariamente ineptitud.
De hecho, si partimos de la consideración que el envejecimiento saludable es el resultado de la interacción de diversos factores como: los genéticos, los ambientales y los psicosociales, es posible reconocer que la persona en la vejez, constituye un producto complejo como consecuencia de influencias variadas. Por otra parte, desde la consideración que el hacerse “viejo” no debe significar aislamiento social, uno de los objetivos de la promoción de la salud de los ancianos es motivar su participación en actividades culturales, lúdicas y de ocupación del tiempo libre, con lo cual se contribuye a mejorar su calidad de vida en términos de bienestar y participación.
El anciano como ser social no puede experimentar su salud sólo a nivel individual; depende del contexto tanto familiar como comunitario; de ahí que la salud del anciano sea una responsabilidad social y requiere de diferentes alternativas de intervención. En el caso de la promoción de la salud, es indispensable la realización de programas que cuenten con el apoyo y orientación de personal vinculado formalmente a instituciones gubernamentales y no gubernamentales de diferentes sectores de la sociedad.
En Bogotá los programas orientados a la promoción de la salud de los adultos mayores que funcionan de manera independiente, es decir, que son organizados por la comunidad, centran sus acciones, en el fortalecimiento del ejercicio y la actividad física, debido a la falta de recursos económicos y técnicos que les permitan realizar actividades educativas, lúdicas y culturales.
Partiendo de la consideración que la educación para la salud es una de las estrategias fundamentales para facilitar, por parte de la comunidad la apropiación de los conocimientos necesarios que le permiten asumir el autocuidado desde los aspectos que son de su competencia, tales como los hábitos y costumbres, es necesario tener en cuenta los principios teóricos y metodológicos de la educación de adultos, la comunicación y la salud. (Éstas áreas se integran concretándose en los diferentes modelos educativos, de acuerdo a las tendencias filosóficas de la promoción de la salud. Según las diferentes tendencias, es posible reconocer en la educación para la salud, programas tradicionales, los cuales utilizan las técnicas y metodologías del proceso enseñanza aprendizaje formal; de tal manera que el funcionario de salud asume la postura del profesor, quien tiene el saber y debe transmitirlo a un grupo, quien lo asume de manera pasiva. Desde esta perspectiva del enfoque tradicional de la educación para la salud, el propósito fundamental, es el de promover en la comunidad, conductas deseadas, por lo tanto, los contenidos de los programas se centran en enseñar las prácticas y estilos de vida (no fumar, indicaciones sobre una dieta sana, saneamiento básico), con el convencimiento que la exposición a los factores de riesgo, es responsabilidad exclusiva de las personas, en la medida en que opten por estilos de vida sanos; el funcionario de salud cumple con informarles sobre los riesgos. Otro enfoque educativo que ha sido practicado en la promoción de la salud es el que considera necesario tener en cuenta el contexto donde la comunidad desarrolla su vida, por lo tanto los contenidos del aprendizaje, así como las técnicas y metodologías, se definen desde los intereses y necesidades de las personas, de tal manera que el objetivo central, es estimular la participación de cada persona. Los contenidos educativos fomentan el desarrollo de conductas transformadoras del colectivo, para incidir en la realidad de su salud.)
Esta educación de adultos debe ser permanente, que abarque todas las dimensiones de la vida, todas las áreas del ser y los conocimientos prácticos que puedan adquirirse por los diferentes medios disponibles. En la educación para la salud, se han establecido algunos principios de este enfoque, que orientan la aplicación de metodologías. A continuación se sintetizan:
Desde estos lineamientos conceptuales la intervención de los profesionales de salud y áreas afines en la promoción de la salud con los adultos mayores, debe fortalecer su capacidad funcional, posibilitando el desarrollo físico, emocional y social, así como la satisfacción de ser y pertenecer en la construcción del mundo material y simbólico de la cultura a la cual pertenecen los viejos.
Por lo tanto, el propósito de este proyecto fue la determinación de las experiencias de la cogestión de un programa de promoción de la salud en la vejez, asumido por doce líderes ancianos de la localidad de Kennedy ubicada al sur occidente de Bogotá (ver ubicación en el mapa),que se desarrolló a partir de los principios fundamentales de la cogestión en salud, la educación de adultos y de los planteamientos de Edgard Morín, acerca de los siete saberes para la educación del futuro (Morín, E. Los siete saberes para la educación del futuro. UNESCO.1998.) Para lo cual se llevó a cabo una metodología participativa orientada a definir cada uno de los componentes del programa educativo, así: identificación de necesidades educativas, diseño, implementación, evaluación y seguimiento de las actividades del proceso enseñanza aprendizaje que se deriven del programa.
En Colombia los modelos de atención a los ancianos han sido implementados fundamentalmente desde el sector salud, caracterizándose en tres formas: institucional, intermedio y ambulatorio.
Los servicios que le presta el modelo institucional están dirigidos especialmente a los ancianos que por sus condiciones físicas, psicológicas y/o sociales no son atendidos por su familia. Existen instituciones de carácter estatal y privado, siendo posible clasificarlos de cuidado agudo, mediana estancia, larga estancia, unidades de rehabilitación geriátrica, unidades de psicoterapia, hogares de ancianos y asilos.
Los modelos ambulatorios son ofrecidos para ancianos que no padecen de discapacidades y minusvalías. Son relativamente fáciles de administrar ya que no requieren de personal calificado ni de una estructura logística compleja, lo cual puede explicar su alta frecuencia. Estos servicios ambulatorios, denominados también Centro – Día, realizan actividades ocupacionales y recreativas, orientadas a mantener la capacidad funcional del anciano, en su entorno social y familiar.
En la ciudad desde 1990 dentro han tomado fuerza las agrupaciones de ancianos, frecuentemente liderados por ellos mismos con el apoyo de entidades gubernamentales y no gubernamentales mediante la capacitación y financiación de proyectos concretos. A través de estas organizaciones los ancianos realizan actividades recreativas y educativas.
Los servicios prestados desde los modelos de atención intermedia están dirigidos a los ancianos que por deterioro físico requieren de acompañamiento para la realización de sus actividades básicas cotidianas; o para aquellos viejos que requieren de tratamientos médico o de rehabilitación por un tiempo determinado. Las instituciones que ofrecen estos servicios son: las residencias geriátricas, las familias sustitutas y el hospital – día.
Los ancianos que participaron en el presente estudio se encuentran vinculados a seis grupos del barrio Patio Bonito de la localidad de Kennedy al sur occidente de Bogotá, en calidad de líderes y/o usuarios. Estas seis agrupaciones se encuentran vinculadas a: ANDATER (Asociación Nacional de la Tercera Edad, cuya razón primordial se centra en el interés de presentar una propuesta de Ley al Congreso de la República para la defensa de los derechos de los ancianos.) y son dirigidas por líderes ancianos, rigiéndose por una organización, que en uno de los casos tiene personería jurídica y en los otros, obedece a una estructura informal. Los grupos de ancianos tienen vínculos con la Alcaldía de la localidad, que les ofrece servicios de salud mediante el SISBEN; financiación de proyectos educativos y deportivos; apoyo logístico, facilitando espacios distritales para reuniones y realización de las actividades que programan.
Cabe destacar la existencia de trayectorias diferentes de los grupos de ancianos participantes, que a nuestro juicio, marcan niveles de participación e interacción, que se hizo evidente durante la cogestión del programa. Es posible describir unos grupos con larga trayectoria organizativa y otros grupos de corta trayectoria.
De los seis grupos que participaron en el estudio, tres fueron definidos de larga trayectoria, por tener más de cinco años de haberse conformado, tener capacitación en liderazgo y contar con la permanencia del líder frente al grupo desde su inicio; además siempre han tenido un espacio de reunión, al igual que una programación ininterrumpida de las actividades especialmente deportivas y culturales. A la categoría de grupos de baja trayectoria, pertenecen los otros tres grupos, en los cuales dos dinamizadores pasaron a ser líderes en el último año. Los usuarios llevan asistiendo en promedio dos años con diferentes niveles de participación e interacción. No tienen un lugar fijo de reunión.
La población participante en la experiencia, estuvo constituida por 71 ancianos, 14 hombres (20%) y 57 mujeres (80%). El promedio de edad fue de 63 años (+ / - 7); los ancianos pertenecen a los estratos socioeconómicos uno (1) y dos (2), en una proporción de 70% y 30% respectivamente. En cuanto a la escolaridad, el mayor grado de educación alcanzado fue segundo de primaria, correspondiente al 45% de los ancianos, 30% saben leer y escribir y el resto, actualmente están aprendiendo a escribir su nombre. Del total de las mujeres, el 85% tuvieron como principal ocupación antes de llegar a la vejez, los oficios domésticos y labores de agricultura con sus familias. Por lo tanto, nunca recibieron remuneración por el trabajo. El 15% restante trabajó como operadoras en fábricas, sin embargo tampoco tuvieron derecho a pensión de jubilación por las condiciones informales de contratación laboral en que eran contratadas. (Ver Tabla Nº1)
En relación con la convivencia actual, el 75% de los ancianos vive con alguno de sus hijos y nietos, 20% con su pareja y 5% solos. Respecto a la fuente de ingresos, el 60% de los ancianos recibe un bono del Estado y el 40% restante depende de su familia.
En el cálculo, las décimas de los porcentajes se aproximaron.
Los ancianos son procedentes de las zonas rurales de Cundinamarca, Boyacá y Tolima, quienes se vieron obligados a ubicarse en Bogotá junto con su grupo familiar desde hace doce (12) años en promedio, bien sea por la presión de los grupos armados que operan en estas zonas del país, o por las condiciones económicas difíciles, teniendo que salir en busca de mayores oportunidades, tanto laborales como educativas.
Dentro del trabajo comunitario en salud, la educación aún continua siendo uno de los retos a los que nos enfrentamos día a día, no sólo los profesionales y demás actores vinculados con los servicios asistenciales, sino la comunidad que también recibe el impacto de los diferentes estilos o formas como se asumen las prácticas pedagógicas.
Una de las respuestas a este reto consiste en animar procesos participativos y reflexivos que estimulen el desarrollo de la capacidad que tenemos todos los seres humanos en transformar la realidad, tanto interna como externa. Siendo posible buscar acciones para fortalecer la autoestima, la motivación interna, la conciencia y el compromiso social, no sólo a nivel local sino general, Edgar Morín anota que “todo desarrollo verdaderamente humano, significa desarrollo conjunto de las autonomías individuales, de las participaciones comunitarias y del sentido de pertenencia con la especie humana” (Morín, Edgar, Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, UNESCO, 1999, pp. 51)
Dentro de las diversas tendencias que existen en la educación para la salud de adultos, se destacan tres corrientes aplicadas, dependiendo de los propósitos y las necesidades a satisfacer con su implementación. La primera, corresponde al desarrollo de habilidades y destrezas para resolver problemas, su uso está indicado principalmente en la solución de problemas dentro del contexto de la vida cotidiana. La segunda, busca promover actitudes y conductas asertivas y de abogacía, con el objetivo central de promover la intervención de la comunidad para lograr reformas sociales, a partir de la identificación de las inequidades y por ende buscando el cumplimiento de sus derechos. La tercera, asume el desarrollo de protagonismo y construcción de ciudadanía y democracia, fundamentándose en la cogestión del desarrollo social mediante la concertación de metas entre las organizaciones de la comunidad y las instituciones gubernamentales y privadas. (OPS/OMS, Educación para la salud de la comunidad. Experiencias latinoamericanas, Hp/Silos – 38, 1996, pp 1-6)
Para el presente estudio de caso se tomaron elementos de la primera y tercera tendencia, en la medida que el sentido de la propuesta educativa se orientó a potenciar la capacidad de los líderes ancianos, que trabajan con sus comunidades, razón por la cual consideramos que tenían todas las posibilidades para asumir la cogestión del programa educativo para una vejez saludable.
Para la realización del proyecto se utilizaron técnicas y herramientas de la investigación participativa mediante grupos focales organizados así: un grupo, denominado grupo focal primario –GFP-, conformado por doce líderes ancianos, dos enfermeras y dos estudiantes de enfermería. Y seis grupos focales secundarios –GFS-, constituidos cada uno por doce ancianos.
Las técnicas utilizadas para la planeación y diseño del programa fueron mesas de trabajo y talleres, orientados mediante preguntas acerca de los contenidos e ilustraciones que los ancianos consideraban pertinentes de incluir en el programa. Previo a la discusión final donde se establecieron los contenidos, los ancianos realizaron consultas y discusiones con sus familias, otros miembros de la comunidad y entre ellos mismos, para enriquecer las propuestas mediante la reflexión y confrontación con la realidad. Los resultados de las discusiones fueron consignados en un diario de campo para ser compartidos con todo el GFP nuevamente.
La experiencia de la implementación del programa se realizó en términos de las características de la actuación de cada uno de los participantes, utilizando guías de observación y entrevista focales realizadas por las facilitadoras (las dos investigadoras y las dos estudiantes de enfermería), quienes en este momento del programa pasaron a asumir el papel de observadoras participantes, es decir que estuvieron presentes durante los cuatro talleres con cada uno de los seis grupos apoyando al líder y al dinamizador en el desarrollo del programa.
El resumen y análisis de los resultados se hizo mediante matrices y gráficos teniendo en cuenta dos aspectos: primero, las cuatro etapas o fases del programa (planificación y diseño, implementación y evaluación). Segundo, teniendo en cuenta la trayectoria de los grupos categorizados por las investigadoras como de alta y baja trayectoria. Así como el logro de los objetivos del proyecto que se enumeran a continuación:
La experiencia vivida durante la realización del programa no es fácil de transcribir. A continuación se presenta una síntesis de la participación de los ancianos haciendo referencia a cada una de las fases del programa sensibilización, autodiagnóstico, diseño y planeación e implementación.
Esta fase se orientó a propiciar en los participantes del GFP las reflexiones acerca de su ser como personas y el significado de ser líder en el trabajo comunitario. Estas experiencias permitieron socializar y poner en común la importancia de conocerse a sí mismo y a los demás, desde sus propias capacidades y limitaciones.
En el transcurso de esta fase de sensibilización se evidenció un grupo con características propias de género, ligado a su acento cultural. Para el caso de los líderes masculinos predominó la apropiación del grupo frente al poder de la palabra, mayor facilidad y espontaneidad en sus expresiones, buena participación y comunicación con el grupo. En relación con las tareas asignadas, aunque demostraron interés en cumplirlas, fueron informales y despreocupados.
En el caso de las líderes femeninas se destacó el respeto y la mediación, mostrándose receptivas a los aportes de los demás, reservadas para emitir sus comentarios y opiniones; se mostraron colaboradoras y preocupadas por cumplir adecuadamente con lo asignado, su interés se centró en quedar bien con el grupo.
Esta fase se inició con un autodiagnóstico participativo que permitió definir cuatro temas para desarrollar en el programa los cuales respondieron a los intereses de los ancianos, así como a las potencialidades y recursos disponibles para su realización. Los temas fueron: nutrición, actividad y ejercicio, relaciones interpersonales y memoria. Su definición estuvo orientada, en primera instancia por las experiencias que ya habían tenido los líderes en otros momentos de su experiencia con los programas de promoción de la salud que la Facultad de enfermería de la Pontificia Universidad Javeriana ha realizado con ésta comunidades y en segunda instancia, como resultado de la discusión que realizaron lo ancianos con sus familias y otros miembros de la comunidad.
Una vez acordados los temas a incluir en el programa se inicio la planeación de los contenidos, definiendo las acciones tendientes a garantizar el fortalecimiento del tejido social de los grupos mediante, la capacitación de los líderes y dinamizadores en relación con las estrategias necesarias para motivar la activa participación de todos los ancianos alrededor del programa. En este sentido se realizaron cuatro mesas de trabajo para revisar los aspectos básicos de la producción de materiales educativos, y las dinámicas de grupo que permitieran motivar a los ancianos de los GFS durante el desarrollo del programa.
Además de la definición de los contenidos el diseño del programa se contempló el número de horas para cada tema, la modalidad de manejo con el GFS, al igual que la determinación de los materiales educativos, la definición de la metodología a emplear y la inclusión de dos ejes transversales. Uno, orientado a promover la inclusión del programa de vejez saludable entre los planes que realizan los grupos de ancianos y el otro, para favorecer la autogestión como forma importante y necesaria en la dinámica de la organización comunitaria de cada grupo.
Cabe resaltar que durante el desarrollo de las sesiones correspondientes a las temáticas propuestas por el grupo, los ancianos mostraron, puntualidad, compromiso y participación. La dinámica de las discusiones fueron orientadas por las facilitadoras que recogieron toda la información a través de video y audio grabación, con el fin de tener la memoria de las ocho plenarias realizadas, dos para cada uno de los temas tratados.
El desarrollo del programa educativo se hizo en todos los grupos de acuerdo a los lineamientos acordados en las dos mesas de trabajo donde se discutieron los resultados de la prueba del programa, durante la cual, cada uno de los seis líderes y los seis dinamizadores tuvieron la oportunidad de enfrentarse con la metodología, los contenidos y las ayudas visuales diseñadas para el programa.
En este momento de la experiencia se concentraron los mayores esfuerzos ya que implicó llevar a la práctica el resultado de la planeación y capacitación del GFP. Para la implementación de la propuesta, se realizaron 24 talleres con la asistencia de los 59 ancianos quienes constituyeron los GFS, distribuidos en seis subgrupos de 12 ancianos cada uno dirigidos por un líder, un dinamizador y el apoyo de una facilitadora.
Cada sesión fue organizada para llevarse a cabo en días diferentes con una duración máxima de cuarenta y cinco minutos (45) para un total de cuatro sesiones por grupo.
Los resultados de la implementación del programa se establecieron en términos de las características de la actuación de cada uno de los participantes, utilizando para su registro, guías de observación y entrevistas focales realizadas por las facilitadoras (las dos investigadoras y las dos estudiantes de enfermería), quienes en este momento de la experiencia pasaron a asumir el papel de observadoras participantes, es decir que estuvieron presentes durante las reuniones como apoyo a los líderes y dinamizadores, además de recoger los datos necesarios.
Dentro de en el desarrollo del programa cabe destacar que, tanto en los GFS de baja trayectoria como en los de alta trayectoria, la participación de los ancianos en los cuatro temas tuvo diferencias, así: en el tema de la nutrición fue bastante alta ubicándose en 75%; en las relaciones interpersonales fue de 45%; en actividad y ejercicio de 65% y en memoria fue de 25% (ver Gráfica Nº 1).
Las características de esta participación hicieron referencia especialmente a la apreciación de los temas tratados en cuanto a su importancia para la vida cotidiana, la posibilidad de aplicar estos conocimientos en el cuidado de la salud, tanto a nivel personal como de las familias de los ancianos, el material educativo utilizado, las sugerencias para enriquecer los contenidos del programa y las formas de interacción entre los participantes.
Al momento de tratar las diferencias al interior de los grupos, especialmente en el tema de las relaciones interpersonales, encontramos que, tanto en los de baja como en los de alta trayectoria utilizaron el diálogo y en muy pocos casos se ignoró al contradictor o se le regaño, conducta solamente permitida al líder. Ignorar a quien hace un aporte es igualmente una práctica de baja aparición en general, pero en todo caso resulta más frecuente hacia los ancianos asistentes, que hacia los líderes y dinamizadores. En la gráfica No.2 se destaca la frecuencia de participación de los ancianos durante las cuatro sesiones educativas.
En general, es posible afirmar que los niveles de confianza comunicativa entre los ancianos durante el desarrollo de los contenidos fueron importantes, expresados en alta interacción entre los asistentes, los dinamizadores y los líderes. En general los seis grupos participantes mostraron una alta disposición a la convivencia y al diálogo, lo cual, seguramente, no está desarticulado de los niveles de confianza comunicativa señalados.
Sin embargo, la confianza con que se aceptaron los aportes, especialmente entre pares –integrantes de los GFS -, no se traduce en credibilidad en el otro para complementar. Es como si la lógica fuera:
“ todos podemos hacer aportes a los contenidos, pero no creo que usted pueda saber más que el líder”, podemos “dar aportes entre todos para entender más pero siempre es mejor esperar las apreciaciones de los que ya se capacitaron”. Se produce así una ruptura entre acción comunicativa, por un lado, y la construcción compartida de alternativas, por el otro.
En síntesis, cada una de las etapas del programa permititó establecer destacando los aspectos relevantes alrededor de los ejes temáticos propuestos a lo largo del presente trabajo como se describe a continuación:
La tabla Nº2 resume los resultados de la experiencia de acuerdo con los ejes temáticos propuestos durante el proyecto y alrededor de los cuales giró la cogestión del programa. Éstos resultados fueron confrontados con el GFP en un conversatorio que tuvo como objetivo central, el análisis y la discusión sobre la información sistematizada por las investigadoras durante todo el proceso.
E-mail de contacto con los autores: dl000853@javeriana.edu.co
El presente artículo describe los resultados de un estudio de caso acerca de la cogestión (organización y primera aplicación), de un programa de educación para una vejez saludable orientado a cuatro (4) aspectos de la vida cotidiana de los ancianos: la nutrición, las relaciones interpersonales, la memoria, la actividad y el ejercicio. La planeación y desarrollo del programa se realizó entre 2001 y 2002, tuvo una duración de 14 meses, con la participación activa de doce (12) líderes ancianos, que dirigen programas ambulatorios para adultos mayores. El enfoque educativo aplicado en el proyecto tomó elementos que permitieron promover el protagonismo y la construcción de ciudadanía y democracia de las personas mayores, así como motivar el desarrollo de habilidades y destrezas para cuidar su propia salud, la de su familia y comunidad.
Palabras claves: Programa educativo, ancianos, cogestión en salud, promoción de la salud.
Citación: Lozano D, Aguilar R. Co-management experience in a health program with the elderly. Medwave 2003 Dic;3(11):e2756 doi: 10.5867/medwave.2003.11.2756
Fecha de publicación: 1/12/2003
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