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Medwave 2006 Abr;6(3):e3363 doi: 10.5867/medwave.2006.03.3363
Manejo del niño hiperactivo en sala de clases
Management of the hyperactive child in the classroom
Ana Campos Canessa
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Resumen

Este texto completo es la transcripción editada y revisada del Curso Manejo del Niño Hiperactivo, organizado en Santiago por la Sociedad Chilena de Pediatría y el Grupo de Estudio de Trastornos del Desarrollo, Sociedad de Psiquiatría y Neurología de la Infancia y Adolescencia (SOPNIA), el día 10 de junio de 2005.
Directora: Dra. Lidya Tellerías.
Coordinadora: Dra. Carmen Quijada.


 

Presentación
Las áreas de intervención del niño hiperactivo en el medio escolar son cuatro:

  1. Redes de apoyo
  2. Estructuración del ambiente en la sala de clases para facilitar el proceso de aprendizaje
  3. Disciplina
  4. Habilidades cognitivas y sociales

Redes de apoyo

En la red que va a apoyar el desarrollo del niño hiperactivo, primero está el médico, quien hace el diagnóstico y sirve de vínculo entre el colegio, la profesora y la familia; actúa siempre como interconsultor. Luego está el psicólogo, que puede ser psicólogo clínico y también toma parte en el proceso de diagnóstico, o psicólogo educacional y debe diseñar los planes de intervención para el niño. Un tercer elemento es el psicopedagogo, que es la persona encargada de realizar un perfil cognitivo del niño, con sus fortalezas y debilidades. Luego está la unidad técnico-pedagógica del colegio, que es la encargada de preparar el diseño para trabajar con un niño en particular. Luego, los padres, que serían los principales participantes junto con los otros profesores, y que con frecuencia comentan entre ellos los defectos del niño, en vez de hacer un traspaso de mando en términos más positivos. Por último, en esta red también participa el estamento directivo, porque suele haber discrepancias entre éste y los profesores; por ejemplo, en cuanto a las medidas disciplinarias, lo que puede afectar el futuro del niño. Lo ideal es que todos los participantes en esta red cumplan su función con coordinación y armonía.

Facilitar el proceso de aprendizaje

Las clases se deben estructurar con una presentación inicial del tema, seguida de instrucciones simples, claras y concisas; esto es muy importante, porque si a un niño con déficit atencional se le dan muchas instrucciones a un tiempo o instrucciones con muchos pasos, el niño se desorienta y no sabe por dónde partir. Se debe vigilar para ver si el niño captó las instrucciones y repetirlas, si es necesario, pero sin hacerlo en forma despectiva, para que el niño lo entienda como un apoyo del profesor. Con fines de facilitar este proceso y lograr la participación activa del niño, éste debe sentarse adelante y conviene llamarlo con frecuencia por su nombre, como una manera de volver su atención a la clase, en forma constante.

Las clases deben ser motivadoras, con una presentación multisensorial, pero sin sobrecarga de estímulos, porque el exceso de elementos puede perturbar al niño que recibe la información. Los niños con déficit atencional funcionan mejor cuando se les propone resolver problemas que se apliquen a la vida diaria. El profesor debe ser motivante, lo que no es fácil, porque diversas circunstancias afectan la motivación de los profesores. Los niños hiperactivos tienden a distraerse más en presencia de otros niños; por eso, al ordenar la clase, los niños deben quedar en filas y no en círculos, porque con esta última distribución se distraen más. No hay que programar demasiadas actividades en grupo; si se hacen, cada niño debe tener un papel específico. También se recomienda utilizar un cronómetro con alarma, que se programa para 5 minutos como máximo, y explicar a los niños que deben hacer la actividad, por ejemplo, escribir, hasta que suene el reloj, lo que facilita su concentración.

En cuanto a las tareas, conviene que el profesor verifique que el niño las haya registrado, porque, si no las ha anotado, la madre pensará que no se le dio tarea; además, debe comprobar si el niño entendió las instrucciones y repetirlas, en caso necesario. Las tareas se deben dividir en bloques para que parezcan más cortas, porque las tareas largas abruman a los niños con déficit atencional. El ideal es que el punto esté claro y distribuido bastante separado en la hoja, de manera que el niño vea la división; si el profesor no lo hace, se recomienda que los padres realicen esta parcelación de la tarea. Se recomienda disminuir la escritura necesaria, incluso se sugiere el uso de computadores personales, lo que es difícil de aplicar en la realidad chilena; lo ideal es que las tareas no signifiquen un trabajo excesivo para el niño, quien, por lo general, tiene un problema motor fino y le cuesta concentrarse en labores monótonas. Por último, otra intervención que sería muy útil consiste en negociar con el niño qué tarea va a hacer, cómo, dónde y en qué orden, es decir, se hace una especie de contrato con él, lo que facilita el cumplimiento con las tareas.

Con respecto a las pruebas, se recomienda usar letras grandes y colores para destacar las ideas claves; medir conocimientos y no atención, porque las instrucciones del tipo marque la incorrecta conducen a error en los niños, sobre todo en los que tienen déficit atencional. Debe haber una o dos actividades por página, de manera que no haya una sobrecarga de estímulos en cada hoja; deben ser cortas, sin estímulos que no vienen al caso y sin muchos dibujos; las instrucciones deben ser simples, para evitar desorientación.

Disciplina

La disciplina es uno de los aspectos más problemáticos en el niño con déficit atencional. Las recomendaciones en este sentido indican que se debe tener reglas claras, específicas y reforzadas con frecuencia en modelos. De hecho, conviene que haya una especie de reglas de la clase, que estén escritas adelante y que los niños las manejen; pero muchas veces los profesores caen en falta, porque no castigan a todos los niños por los mismos actos, sino sólo al que tiene déficit atencional.

Otras medidas se dirigen a canalizar la hiperactividad. Los niños hiperactivos no toleran estar más de 15 minutos haciendo lo mismo; por eso, se recomienda que los profesores envíen al niño a buscar cosas donde otro profesor, a borrar el pizarrón, a repartir las pruebas, etc., cualquier actividad que lo mantenga en movimiento, porque de esa manera se sentirá útil y canalizará su inquietud. Además, se debe dar refuerzos frecuentes y contingentes, es decir, inmediatos, porque a estos niños les cuesta mucho postergar la gratificación; una de las intervenciones que se recomienda es entregar fichas, caras sonrientes, estrellas o puntos, que se pueden acumular para otra ocasión. La pérdida de beneficios es un buen método de castigo; por ejemplo, perder los puntos o fichas acumuladas, siempre que el castigo también se aplique inmediatamente después de la falta, de manera que el niño perciba claramente que es la consecuencia de una conducta indebida.

Conviene también variar las estrategias de refuerzo, porque los niños tienden a aburrirse; hacer vigilancias frecuentes en la sala, lo que se facilita bastante con el uso de filas, porque el profesor puede pasearse entre ellas y dar las instrucciones desde el asiento del niño; esto le permite concentrarse en él y detenerlo a tiempo, si es necesario. Se debe mantener la calma y evitar las discusiones, porque un porcentaje considerable de estos niños desarrollan un trastorno oposicionista desafiante, con el cual el diálogo no tiene éxito. Se debe castigar la falta, no la persona: por ejemplo, no se debe decir eres un flojo o eres desordenado, porque son afirmaciones muy dañinas para la autoestima del niño y no lo ayudan, ya que no le dicen cómo resolver el problema. En cambio, se debe señalar la conducta punible, por ejemplo, hoy día no hiciste la tarea, evitando asignar al niño una cualidad negativa permanente e inmodificable. Tampoco se debe castigar al grupo por la falta del niño, cosa que es muy frecuente, porque los profesores sienten que presionando al grupo van a conseguir que el niño cambie, pero con esto sólo consiguen que el afectado se vuelva impopular y se reduzca aún más su autoestima. Por último, se debe enseñar el auto refuerzo; es decir, cuando se hace algo bien, que el niño lo sepa: preguntarle cómo se sintió por haberlo logrado, para que responda bien y aprenda a decir que lo hizo bien.

Habilidades cognitivas

La autoinstrucción es muy difícil para los niños con déficit atencional, pero es importante que la aprendan, porque les ayuda a fortalecer las funciones ejecutivas comprometidas. Esto se puede lograr con la técnica de modelar, en la cual e comienza con una guía externa abierta: el profesor define el problema, explica el método que va a utilizar para resolverlo y lo ejecuta, pero no en silencio, como es lo habitual, sino en forma verbal, describiendo en voz alta los pasos de la ejecución. Por ejemplo: tengo una tarea de matemáticas, qué necesito para hacerla, por dónde empiezo, voy a comenzar por el primer ejercicio, etc. La segunda etapa es de autoguía abierta en que el niño ayuda, también en voz alta. Después, esta autoguía va desapareciendo, porque el niño sólo susurra lo que está haciendo. A continuación, el profesor hace la misma tarea, pero sin hablar, en lo que se denomina modeling de autoinstrucción cubierta. Por último, el niño logra la meta de autoinstruirse en silencio (autoinstrucción cubierta).

Otra técnica que se recomienda para desarrollar las habilidades cognitivas es el coaching (de coach, entrenador), que se utiliza más en adolescentes con déficit atencional, con quienes es más difícil trabajar, porque ya están aburridos del colegio y es difícil que tengan un vínculo adecuado con un profesor. Por esto, se debe buscar a una persona adecuada que se haga cargo del coaching: puede ser cualquier persona, incluso el profesor de educación física, porque no importa que no sea un experto en la materia, sino que sea un buen motivador, alguien con quien el niño tenga un vínculo.

En la fase 1, tanto el entrenador como el niño identifican las metas a largo plazo; por ejemplo, quiero terminar la enseñanza media con un promedio sobre 5; luego establecen metas a corto plazo como, por ejemplo, qué necesito hacer para conseguir ese 5 al término de la enseñanza media; por último, identifican lo que se necesita para lograr esa meta, es decir, el apoyo necesario, así como los elementos que van a dificultar el éxito, por ejemplo: no hacer las tareas, estudio insuficiente, etc. Todo esto se relaciona con el manejo de las funciones ejecutivas, porque se le enseña al adolescente a proponer soluciones y a ser flexible.

En la fase 2 del coaching se debe hacer una revisión diaria de las metas, es decir, todos los días el adolescente debe encontrarse con la persona a cargo del coaching e informarle de su avance en las metas menores que se plantearon. El niño debe autoevaluarse para determinar si cumplió o no; se anticipan los próximos pasos por seguir, sin esperar a que el niño diga ya veré cómo lo hago. No puede ser vago; debe ser muy específico en lo que pretende hacer después y se le ayuda a planificar, dándole ánimo por todo lo que ha logrado. Esto también se relaciona con las funciones ejecutivas de los niños con déficit atencional, porque ellos necesitan un refuerzo contingente, que, en este caso, reciben a diario a través de su entrenador.

Habilidades sociales

En el colegio se puede ayudar a desarrollar habilidades sociales. Los niños con déficit atencional son el alma de la fiesta, pero en el sentido negativo, y se trata de que aprendan a desenvolverse en el terreno de lo social de manera positiva. Para lograrlo, es muy útil que participen en actividades extraescolares, por ejemplo, teatro, actividades artísticas y deportes, pero no cualquier deporte, porque los deportes de equipo no son adecuados para ellos. Los deportes recomendables son los deportes individuales, como la natación o el atletismo, de manera que participen en el grupo, pero con desempeño personal. También ayuda que se acompañen de pares con buen desempeño; de hecho, conviene que los niños destacados se sienten cerca de los niños con déficit atencional.

En los recreos no debe haber demasiada libertad, sino que debe haber actividades bien estructuradas, de manera de evitar problemas que, por lo general, terminan en peleas. El role playing les ayuda mucho a resolver problemas. Para este juego se les sienta adelante y, junto con la profesora, reproducen una situación que les produjo conflictos con otras personas; se les indica que intenten una solución nueva, la que el niño va a incorporar a su acervo de soluciones de alternativa.

Conclusiones

La mayoría de las intervenciones mencionadas no normalizan a los niños con déficit atencional, sólo son medidas paliativas. El tratamiento farmacológico ayuda, junto con las intervenciones. Los efectos son a corto plazo: duran lo que dura la intervención. Estas medidas se diseñaron en entornos clínicos, es decir, en hospitales y en lugares donde trabajan personas del área clínica, no del área educacional. Los efectos de las intervenciones realizadas se pueden maximizar si participan los padres y otras personas que pertenecen al entorno del niño, de tal manera que, en todos los ambientes en que éste participe, se le ayude a resolver adecuadamente los problemas que se le van presentando.

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Este texto completo es la transcripción editada y revisada del Curso Manejo del Niño Hiperactivo, organizado en Santiago por la Sociedad Chilena de Pediatría y el Grupo de Estudio de Trastornos del Desarrollo, Sociedad de Psiquiatría y Neurología de la Infancia y Adolescencia (SOPNIA), el día 10 de junio de 2005.
Directora: Dra. Lidya Tellerías.
Coordinadora: Dra. Carmen Quijada.

Expositora: Ana Campos Canessa[1]

Filiación:
[1] Servicio de Neuropsiaquiatría Infantil, Hospital Clínico San Borja Arriarán, Santiago, Chile

Citación: Campos A. Management of the hyperactive child in the classroom. Medwave 2006 Abr;6(3):e3363 doi: 10.5867/medwave.2006.03.3363

Fecha de publicación: 1/4/2006

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