En esta conferencia se analizarán los distintos tipos de dietas existentes y las evidencias disponibles sobre sus resultados a largo plazo, clasificadas en las categorías A, B y C, de acuerdo a la medicina basada en evidencias.
Requisitos de una dieta eficaz
Las dietas saludables para bajar de peso deben cumplir con ciertos criterios mínimos, que hay que respetar en todo intento de adelgazar que se lleve a cabo.
Está claramente establecido que la única manera de subir de peso es comer más de lo que se consume y, en ese contexto, las calorías son importantes. Se habla mucho de los tipos de nutrientes que contienen ciertas dietas, pero es la suma total de la ingesta la que va a dar el equilibrio energético y lo único realmente útil es conseguir un balance energético negativo.
Composición nutricional para el manejo del peso
La composición nutricional óptima para el manejo del peso, recomendada por todos los organismos técnicos internacionales, es la siguiente:
Determinantes de la ingesta energética y de los patrones de alimentación
Los componentes genético y psiconeuroendocrino son muy importantes, pero poco modificables; en cambio, sí se puede actuar sobre el determinante ambiental. La obesidad es una enfermedad crónica que resulta de la interacción entre genes y ambiente, de modo que si el individuo tiene una predisposición genética y a la vez un ambiente favorable, le será mucho más fácil engordar.
Cambios ambientales que influyen en el aumento de la obesidad
Los aspectos psiconeuroendocrinos y genéticos no se analizarán aquí; sólo se enfocará lo ambiental, porque, evidentemente, eso es lo que ha cambiado: las poblaciones han ido subiendo de peso y las dotaciones genéticas no han variado.
Disponibilidad
La diversidad y disponibilidad de alimentos ha aumentado hasta llegar a niveles nunca antes vistos en las sociedades occidentales; muy pocos países carecen de una disponibilidad adecuada de alimentos. Por otra parte, las dietas están adicionadas con grasas porque éstas hacen muy sabrosos todos los alimentos, de modo que añadir grasa siempre mejora el sabor, pero aumenta fácilmente el consumo total de calorías.
También se debe considerar que el costo de este tipo de alimentos ha bajado. Los alimentos más refinados, más engordadores y más altos en grasa son los más baratos: el pan integral es más caro que el pan blanco, el arroz integral y cualquier alimento natural es más caro que el alimento refinado.
Otro factor importante es el auge de las comidas preparadas, propio de la urbanización creciente de las ciudades, el hecho de tener que comer en las oficinas y la instalación de locales de comida rápida en lugares cercanos, donde ofrecen alimentos baratos y ricos para el paladar, pero muy engordadores por su alta densidad energética. Por otra parte, la oferta de comida saludable es escasa y cara.
Tamaño
El tamaño de las porciones ha aumentado enormemente, como se puede apreciar comparando las botellas de Coca-Cola y las hamburguesas: ahora es “pequeña” una hamburguesa que originalmente era normal y hay una de mayor tamaño aún. Por otro lado, las ofertas de alimentos que significan "ahorro" o que se ofrecen como “ahorro” no son tales, porque el ahorro no es en dinero, sino en cantidad: se ofrece un paquete de papas fritas que tiene 30% más por el mismo precio, o sea, se gasta lo mismo para engordar más, sólo se obtienen más calorías extras y no un ahorro para el bolsillo. Otro ejemplo son los productos bajos en calorías, pero de gran tamaño, que finalmente tienen más calorías que los de tamaño y composición normal.
Densidad energética y saciedad
La densidad energética, es decir, el número de calorías por gramo de alimento, afecta tanto la ingesta como la saciedad, puesto que tiene relación con la cantidad, peso y volumen del alimento que se puede consumir y con las señales visuales y cognitivas relacionadas con el tamaño de las porciones; por otra parte, actúa sobre la plenitud y el vaciamiento gástricos.
Un alimento de baja densidad energética, como una ensalada de lechuga, es 5 a 6 veces mayor en tamaño que una porción de galletas de agua. El queso contiene 30% de agua y las galletas sin grasa o bajas en grasas, por lo tanto hipocalóricas, tienen una densidad energética mayor debido a que no contienen agua, por lo que encierran un alto contenido de calorías en un volumen muy pequeño. Independientemente del contenido de grasa del alimento, los de mayor densidad energética producen aumento de peso con el tiempo.
A mayor contenido de grasa, mayor densidad energética; 1 gramo de mayonesa tiene más calorías que 1 gramo de ketchup. Por otro lado, el agua influye mucho sobre la densidad energética. Por ejemplo, las ciruelas secas y las frescas no contienen grasa, pero, como las ciruelas frescas tienen un contenido de agua mayor, su densidad energética es menor y para obtener el mismo volumen en ciruelas secas se necesita ingerir un mayor número. Cuando la densidad energética es mayor, a igual volumen se ingieren más calorías.
Al analizar la influencia de estos dos factores, resulta más importante el contenido de agua que el de grasa (r = 0,82 y 0,67 respectivamente). Por lo tanto, ambos son importantes, pero siempre se debe tener en cuenta lo que pasa con el agua o con el líquido en general. Además, no da lo mismo comerse una ciruela seca y un vaso de agua que comerse la ciruela fresca; el alimento que contiene el agua en su preparación tiene una densidad energética menor y, por lo tanto, da una mayor sensación de saciedad, de modo que las comidas con alto componente de humedad tienen mayor volumen y menor densidad energética, independientemente del contenido de grasas.
Consistencia de los alimentos
Se ha visto que la consistencia de las comidas líquidas influye significativamente sobre la intensidad del hambre dos horas después de la ingesta: a mayor viscosidad, mayor es la duración de la saciedad postprandial y, a menor viscosidad más rápido se produce hambre.
Es necesario tener en cuenta todos estos elementos, porque más importante que prohibir o permitir tal o cual alimento son las medidas que se pueden tomar para mejorar la aceptabilidad de la dieta y evitar que el paciente sufra. Sumando todos estos pequeños detalles, el resultado puede ser mucho mejor.
Consumo de alcohol
El alcohol contiene 7 calorías por gramo, que se van a sumar a las del resto de los alimentos; es verdad que su regulación es perfecta y que nada se acumula, pero se suma a las del resto de la ingesta. La combinación de un alimento rico en grasa y de alta densidad energética con alcohol, típico del cóctel, significa la ingestión de gran cantidad de calorías.
Por otra parte, en general, el alcohol provoca desinhibición. La mayoría de las personas están tratando de perder peso o, al menos, de mantenerse en su peso, lo que significa que están constantemente cuidando lo que comen, pero, al perder esta inhibición, comienzan a comer más. Por eso la adhesión a dietas muy estrictas para bajar de peso son malas a largo plazo, como se demostró en un estudio sobre cumplimiento de las recomendaciones de ingesta y aumento de la actividad física a los 4 años, en el que 80% de los encuestados reconocieron que algo habían hecho, pero nunca por tiempos largos, y sólo 20% seguían intentando bajar de peso. O sea, si las conductas indicadas son demasiado exageradas o estrictas, el cumplimiento va a durar poco y las personas se van a desinhibir con más facilidad.
Ingesta de fibra
El aumento de fibra dietética se asocia con aumento de la saciedad y disminución de la ingesta. Si se agregan 14 gramos de fibra al día en la dieta se obtiene en promedio una disminución de 10% de la ingesta energética total, porque, de alguna manera, esa fibra va a ocupar volumen y va a producir mayor sensación de saciedad. Existe consenso en que el aumento de fibra es una estrategia válida y eficaz para bajar de peso.
Importancia de la comida rápida
Un estudio realizado en el INTA de Chile, para evaluar los gastos de las personas, observó que el tercer ítem de gastos era comer fuera de casa, en todos los quintiles, y que se había producido un aumento progresivo de este ítem entre los años 1988-1998. Esto tiene que ver precisamente con las comidas rápidas que se ofrecen en los entornos laborales, de las cuales la más típica y barata es la hamburguesa con papas fritas que aporta 510 y 450 calorías respectivamente, con un total de 960 calorías, 26 gr de grasa, que es 39% de la recomendación diaria, 22 gr de hidratos de carbono, que es 33% de lo recomendado. Esto significa que si hemos indicado una dieta de 1.200 calorías diarias para bajar de peso, esta sola ingesta alcanza al 80% de lo recomendado y si a ello se suma el desayuno y una comida nocturna, se sobrepasa con creces la indicación.
Dietas de moda
Es un tema muy interesante. Como “especialistas” en el tema, siempre afirmamos que la única dieta que sirve es la moderada, equilibrada, baja en grasa y de índice glicémico moderado a bajo, pero al instante aparecen cientos de personas que hablan de la dieta del Dr. Atkins o de la de los adictos a los hidratos de carbono, entre muchas otras, y de los éxitos que han logrado con ellas. Estas dietas pueden o no resultar alguna vez, pero lo importante es conocer las evidencias de los resultados en el largo plazo de las dietas que se usan con más frecuencia.
En 1999, los estadounidenses gastaban 33 mil millones de dólares en programas para bajar de peso, entre píldoras y otros productos, y los libros que promueven dietas se convierten en best sellers en todas partes, pero es preciso saber lo que realmente se ha demostrado en cuanto a todas estas dietas.
Caracterización de las dietas
Las dietas más usadas son de tres tipos:
La primera dieta tiene un alto contenido de grasas y proteínas, y bajo contenido de hidratos de carbono. La primera de sus cuatro etapas es la de inducción, en la que se permite un consumo máximo de hidratos de carbono de 10 gramos diarios, o sea, una ingesta mínima, seguida de cuatro semanas de dieta en que se sigue bajando de peso. Después de este segundo mes se podría aumentar la ingesta de hidratos de carbono, midiendo cuánto puede consumir cada persona sin engordar. Según la literatura, lo máximo que se lograría consumir sin engordar son 90 g/día.
La hipótesis que sustenta esta dieta es que los hidratos de carbono provocan hambre, lo que es efectivo, aumentan el deseo de comer y, por lo tanto, hacen engordar al paciente; la supresión de los hidratos de carbono y el aumento de la ingesta de carne y grasas, para satisfacer el hambre, permitiría adelgazar sin ansiedad. Esta dieta es el sueño de los carnívoros y de los que gustan de los biftecs, quesos, cremas, mayonesas, huevos fritos. La clave de esta dieta es la cetosis, que produce inhibición del apetito.
Otras dietas son tan extrañas que, aun cuando su análisis demuestre que su composición de macronutrientes cumple con las condiciones de una dieta balanceada, no se pueden mantener a largo plazo. La típica dieta de gran éxito en el corto plazo es la curiosa, ya que cuando la gente obesa busca bajar de peso, no importa el nivel cultural, hace cualquier cosa por conseguirlo. Hay gordos que se hacen un lavado intestinal diario para bajar de peso, porque es tal la carga psicológica de ser obeso que están dispuestos a hacer cualquier cosa y se aferran a cualquier dieta, aparentemente mágica, o recomendada por alguien que parezca convincente.
Una dieta muy hipocalórica, con 800 calorías en promedio, 30% de grasas, 15% de proteínas y 55% de hidratos de carbono puede verse bien, pero nadie puede mantener en el largo plazo una dieta tan restrictiva. La gente la sigue al principio porque resulta más fácil seguir una indicación estricta que seleccionar sus propios alimentos, pero, cuando empieza a sentirse libre y se expone a todos los atractivos de la comida, se sale de la dieta y pierde lo ganado.
Hay muchas dietas raras, rodeadas de mucho marketing porque son exitosas en el corto plazo. Estos éxitos transitorios se deben a que siempre son dietas muy hipocalóricas y por lo tanto producen gran pérdida de agua en los primeros días, pero en el largo plazo son imposibles de mantener. Como por ejemplos típicos están la dieta del plátano, la del pomelo, la de la sopa o la de los adictos a los hidratos de carbono.
Recomendaciones de la ADA
Caracterización de las dietas en cantidades absolutas
La dieta del Dr. Atkins plantea que los gordos en realidad no comen más que los normales, y muchas veces comen menos, pero tienen un problema metabólico, y por esa vía funcionaría la dieta Atkins. Sin embargo, esto no es así; todos los estudios demuestran que la dieta típica estadounidense tiene 2.200 calorías; con la dieta alta en grasas y baja en hidratos de carbono se consumen, en promedio, 1.400 calorías, igual que con la moderada y la baja o muy baja en grasas. Entonces, lo importante es tener en mente la ecuación del equilibrio energético, la ingesta energética menor, y es todo el secreto de las dietas de éxito, cuyo contenido de grasa, hidratos de carbono y proteínas.
Dieta según medicina basada en evidencias
Las evidencias pueden ser de tres categorías:
Evidencias categoría A
Evidencias categoría B
Evidencias categoría C
Cambios en los parámetros metabólicos
Evidencias tipo A
Evidencias tipo B
Evidencias tipo C
Las dietas bajas en hidratos de carbono que producen baja de peso, también podrían mejorar el perfil lipídico, disminuir la glicemia e insulinemia, y disminuir la presión arterial mediante la disminución del peso y de la resistencia insulínica.
Dieta Atkins y función renal
Se sabe que la ingesta hiperproteica aguda produce hiperfiltración glomerular, de modo que es interesante saber qué pasa con la filtración glomerular en la dieta de Atkins, porque tiene un alto contenido de proteínas. En un estudio presentado en el Congreso de Viena se observó que en la etapa de inducción del primer mes, que es en la que se consumen más proteínas, se produce un aumento significativo de la filtración glomerular medida con DTPA, es decir, hay una hiperfiltración real, porque la creatinina plasmática y la excreción urinaria de creatinina se mantienen igual a la basal. La hiperfiltración renal podría traer consecuencias en un riñón que no esté en buenas condiciones, especialmente si se trata de un paciente diabético (Obes Res 2001; 8 (suppl1):82S).
Las recomendaciones nutricionales, en cuanto a la ingesta de grasas y a la composición de ácidos grasos, hace hincapié en la relación entre ácidos grasos omega 3 y omega 6. En una dieta hipocalórica, las proteínas deben aportar 20% a 25% de la energía, las grasas totales 20% a 30%, los ácidos grasos saturados 8%, los monoinsaturados 8% a 12% y los poliinsaturados,10%.
El problema es que la relación omega 6/omega 3 no debiera ser mayor de 5-8: 1, y esto en general no se cumple; en las dietas habituales la proporción es 20 a 30, e incluso 80:1. Los ácidos grasos omega 3 tienen efectos benéficos muy importantes. Como ejemplo, la producción de TNF alfa por el adipocito es uno de los factores inflamatorios que inciden en el problema de la lipogénesis y la insulinorresistencia. Los ácidos grasos omega 3 son algunos de los moduladores del TNF alfa y, cuando se agregan ácidos omega 3 a la dieta, el TNF alfa disminuye. Esos elementos son los que hay que buscar, de manera de modular las respuestas metabólicas con la dieta y no exclusivamente con medicamentos.
Existe un ritmo predecible de pérdida de peso, con distintos grados de restricción calórica. En adultos de 30 a 60 años, hombres y mujeres, con 70 a 80 kilos de peso, con una dieta de 1000 calorías al día se prevé una pérdida de 5 kg en el hombre y 3,5 kg en la mujer; con una dieta de 1500 calorías se prevén 2,8 kilos en el hombre y 1,4 en la mujer, y con una dieta de 2000 calorías, 0,7 kilos en el hombre y 0 para la mujer. Mientras mayor es el peso de la persona, mayor va a ser la diferencia y se podrá aportar mayor número de calorías.
Las típicas dietas que se prescriben con 1.350 a 1.400 calorías contienen leche, 200 g de pescado, verduras, frutas, cereales, pan, aceite, mantequilla y una relación de ácidos grasos omega 6 y omega 3 adecuada, por el pescado. El aceite puro de maravilla no contiene ácidos grasos omega 3, sólo tiene omega 6; el aceite de oliva es ácido graso monoinsaturado y lo que está aportando los omega 3 es el pescado. Otra alternativa puede ser con pollo o carne desgrasada, pero en ese caso el aceite debiera ser raps o soya por su alto contenido de ácidos grasos omega 3, lo que permitiría mantener la relación omega 6/omega 3 en forma adecuada, que en este caso es 5-6:1.
El gran desafío es cómo lograr cambiar las conductas. Esta es una enfermedad en la que la responsabilidad del tratamiento se debe compartir entre el paciente y el terapeuta. Hay que buscar la manera de cambiar los hábitos, lo que no se consigue con restricciones exageradas, sino con dietas moderadas que permitan lograr el objetivo con el menor sufrimiento posible.
Discusión
Pregunta: Me parece que hay una contradicción en cuanto a la dieta de Atkins. Usted dice que es una dieta alta en grasas saturadas, monoinsaturadas y poliinsaturadas, alta en proteínas y baja en hidratos de carbono, y que a corto plazo da una baja de peso a base de agua, y que a largo plazo da una baja de peso por pérdida de grasa corporal. ¿Qué pasaría en ese caso con los parámetros lipídicos colesterol, triglicéridos, HDL y LDL? Porque, obviamente, se come de todo tipo de grasas, no existe una redistribución de las grasas.
Respuesta: En realidad no lo dije yo, lo dijo Atkins, la dieta es así. A largo plazo produce baja de peso porque su contenido calórico total es hipocalórico, son 1.450 calorías. Ahí hay una baja de la cantidad de tejido adiposo, por lo tanto las condiciones de la persona mejoran en cuanto a la cantidad de tejido adiposo, y toda la parte metabólica podría mejorar por esa vía. Las evidencias sobre la mejoría del perfil lipídico son absolutamente contradictorias, hay estudios que dicen que mejora y otros que dicen que empeora.
Pregunta: Soy nutricionista, pero, para las personas que no lo son, esta dieta resultaría atractiva, porque, aunque está en contra de lo recomendado, me parecía contradictorio que baje la grasa total.
Respuesta: Yo estoy totalmente de acuerdo. Si lo mencioné es porque existe evidencia y hay millones de personas en el mundo que la siguen.
Pregunta: En cuanto a la relación de los ácidos grasos, que se supone que deben ser importantes en estas dietas, me gustaría saber su opinión con respecto a la soya. En Chile existe un gran porcentaje de semilla de soya transgénica, que, al parecer, en otros países no está autorizada y los nutricionistas están recomendando el consumo de aceites producidos a base de soya; me gustaría saber su opinión al respecto.
Respuesta: No manejo el tema de transgénicos, pero sé que 80% del aceite que se consume en Chile es importado de Argentina, Bolivia y Perú, que esas importaciones son prácticamente 90% de aceite de soya y que la mezcla con maravilla de 10% tiene que ver con un asunto de banda de precios y de impuestos, ya que para los importadores y los exportadores sale más barato hacer la mezcla. ¿Qué tipo de soya existe en Argentina o Bolivia? Realmente no sé si es transgénica o no, pero lo que puedo asegurar es que el aceite de soya que se consume en Chile no es de soya producida en Chile, sino fundamentalmente en Argentina y Bolivia.
Pregunta: Como nutricionistas nos interesaba su opinión porque sabemos que el INTA se preocupa de esto. Estamos recomendando el uso de los aceites a base de soya y hay una norma en algunos países que no permite el uso de semillas alteradas genéticamente. Nuestra preocupación va por la parte ética, ya que a nuestros pacientes les recomendamos el consumo de ciertos alimentos y a lo mejor en un tiempo más vamos a tener que refutarlo.
Respuesta: Como dije, los aceites de soya que existen en Chile no se producen aquí, sino que provienen de Argentina y Bolivia; no sé si son transgénicos o no, ya que no trabajo en ese tema.
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