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Medwave 2003 Dic;3(11):e1358 doi: 10.5867/medwave.2003.11.1358
La medicina ante la revolución de las comunicaciones
Medicine and the revolution in communications
Juan Pablo Illanes
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Resumen

Este texto completo es la transcripción editada y revisada de la conferencia dictada durante el XLVII Congreso Capítulo Chileno American College of Surgeons Santiago, 21 - 24 de mayo de 2003, en el Simposio Ejercicio Profesional-Humanidad y Globalización
Coordinador: Dr. Raúl Correa Velasco, FACS, Presidente Capítulo Chileno American College of Surgeons.


 

En el área de las comunicaciones, he sido testigo de uno de los cambios más importantes de los últimos siglos: la denominada revolución de las comunicaciones, la que afectará prácticamente todas las actividades, incluso la cirugía, y bajo este prisma es interesante conversar respecto al tema.

Todas las actividades sociales humanas cambiarán, en gran medida como consecuencia del cambio tecnológico en las comunicaciones. La sociedad se constituye por las relaciones que se establecen entre las personas y estas relaciones se crean mediante la comunicación entre ellas. Si se produce un cambio fundamental en la forma de comunicación entre los seres humanos, se modifican también las relaciones entre ellos y pueden generarse cambios que afecten a la sociedad, cambios sociales de primera magnitud sólo por un cambio en la forma de comunicarse.

La mayoría de los observadores, expertos, sociólogos, técnicos y científicos dedicados al tema concuerdan que estamos frente a uno de estos cambios fundamentales que, como consecuencia, transformarán en mayor o menor grado todas las actividades humanas.

Revoluciones a lo largo de la historia
Para entender este fenómeno y lo que se avecina, debemos compararlo con las revoluciones anteriores. La palabra revolución, en sentido figurado, proviene del descubrimiento realizado por Copérnico de que la tierra revoluciona alrededor del sol; esto fue tan importante que, desde ese momento, todo cambio de esa magnitud se denomina revolución. Lo interesante es que la revolución alrededor del sol trae implícita una contradicción, ya que la idea de revolución es que todo cambia, pero en las revoluciones alrededor del sol todo vuelve a estar igual que antes, la tierra gira y dentro de un año vuelve a estar en el mismo lugar. Las revoluciones producen grandes cambios sociales y en la forma como vivimos, pero, en el fondo, el hombre, antes y después, sigue siendo el mismo. No nos transformamos tanto por estas revoluciones.

La última de las grandes revoluciones fue la revolución industrial. Al estudiar el tema, llama la atención lo prolongada que fue, el tiempo que demoró para poder establecerse y asentarse, lo que, probablemente, ha ocurrido con todas las revoluciones de esta naturaleza y está ocurriendo con la actual. La primera máquina de vapor, sello de la revolución industrial es de 1705, antes de que hubiese nacido James Watt, que es conocido como el inventor de la máquina de vapor. Ésta ya estaba inventada cuando él nació, él se encargó de perfeccionarla 60 a 70 años después. Las mejoras de las máquinas autoimpulsadas, que son la clave de la revolución industrial, duran más de 100 a 150 años, que es el tiempo que demoraron en transformarse los métodos de producción.

En el campo de las comunicaciones también prevemos que los cambios tardarán mucho tiempo y, en este minuto, lo que estamos viviendo es una etapa de transición: no sabemos qué dirección va a tomar esto, pero, si miramos revoluciones de comunicaciones anteriores, hay dos épocas en la historia del hombre que se comparan con la actualidad: la invención de la escritura y la imprenta. Estas revoluciones demoraron mucho tiempo en asentarse, en que se supiera qué es lo que era, qué estaba pasando y cuáles serían las consecuencias. Por ejemplo, desde que se inventó la escritura en el año 3000 A. C. hasta que se escribe literatura pasan más de quinientos años; nadie pensó que ella era útil en el campo de la literatura. Los poemas y cantos que recitaban los artistas de esas épocas eran de escenario, se aprendían de memoria los mitos y leyendas de cada pueblo, los que estaban en estructura de verso porque era más fácil memorizarlos. La escritura se usaba para los negocios, los edictos, y no se pensó que la literatura pudiera beneficiarse de la escritura sino quinientos años más tarde. Cuando se inventó la imprenta, a nadie se le ocurrió que un cuento o novela se podía imprimir, sino hasta 100 años más tarde; hasta entonces, la imprenta sólo se utilizaba para fabricar libros de cuentas y anotaciones comerciales.

En general, una nueva tecnología comienza desorientada; lo único que se le ocurre a la gente es utilizarla para lo que servían las antiguas tecnologías, y comienzan a imitar e imitar mal. Por ejemplo, a nadie se le ocurrió que los libros pudieran ser útiles en literatura o el teléfono para la comunicación. Resulta increíble saber que Graham Bell no pensaba que el teléfono sirviera para la comunicación entre personas y se resistió a la creación de la compañía de teléfono; él lo quería para la transmisión de música, creía que ese era el gran futuro. En el proceso de cambio, es muy difícil saber el rumbo de las cosas, las nuevas tecnologías son imperfectas, desconcertantes, cambian las costumbres y, naturalmente, despiertan mucha resistencia, son criticadas, demolidas, atacadas en sus comienzos. Conozco gente que dice, yo nunca en mi vida voy a leer algo en el computador, lo tengo que imprimir, porque a mí me gusta tocar el papel, sentir el olor de la tinta. Lo mismo ocurrió con cada uno de estos adelantos. Platón, por ejemplo, creía que la invención de los libros era un desastre, que iba a reemplazar la verdadera sabiduría; desde el momento en que se escribían las cosas y se almacenaban como libros, la gente no se iba a educar verdaderamente, pues iba a consultarlos y perdería de esta manera su verdadera formación interior.

Resistencia a los cambios
Grandes genios, a lo largo de la historia, se han equivocado en cuanto al concepto de tecnología. Se encuentran escritos terribles contra la imprenta: lo que significará para la degradación cultural de Europa el que se impriman libros. La invención del papel y del lápiz despertaron críticas. En el caso del lápiz de mina que tiene goma, eso es terrible, porque los niños van a borrar y nunca aprenderán a hacer las cosas bien. Cuando se empezó a utilizar el papel, hubo críticas porque era frágil comparado con los pergaminos, que no iba a durar y en el fondo iba a significar una regresión. Esto ha ocurrido con todas las tecnologías; podemos concluir que hoy no tenemos idea hacia dónde van los computadores, Internet y de qué forma va a cambiar el mundo. Tampoco cabe sorprenderse de las reacciones ante esta nueva tecnología, porque son semejantes a las reacciones que han sucedido ante los cambios importantes de las revoluciones comunicacionales anteriores.

Los cambios no retroceden, generarán cambios sociales profundos, los computadores y las redes de computadores cambiarán nuestra vida y no tenemos nada que hacer frente a eso. Pertenezco a un club denominado Media Leaders, cuyo principal beneficio es que una vez al año nos juntamos a almorzar con Bill Gates. Recuerdo que en 1996 predijo que en el año 2000 se acabarían los diarios, que iban a empezar a cerrar en forma masiva todos los diarios americanos y que el siglo XXI sería un siglo sin papel. En 2001 comenzaron a aparecer los primeros libros electrónicos, pero, a partir de ese momento, todo su estudio ha sido: por qué nos hemos equivocado tanto, qué es lo que está pasando, ¿será que la revolución de las comunicaciones, la revolución de los computadores va en dirección completamente distinta de la que creemos los industriales de la computación, o será simplemente que los ritmos son impredecibles? Este año llegó con la teoría de que está todo bien, la revolución está en curso, pero es imposible predecir a qué ritmo, porque, en el fondo, la sociedad y el mercado son los que le dan el ritmo a este asunto; la tecnología puede existir, pero no siempre es absorbida debidamente y él calcula, modestamente, que entre 2010 y 2020 sucederán todos los cambios que había predicho para 2000.

Cambios en la actualidad
Hay cambios disponibles tecnológicamente, aunque el mercado todavía no los ha absorbido. Lo más llamativo es cómo Internet podría ir transformándose, en forma bastante rápida, en un sistema de comunicación de imágenes en movimiento o video. En la actualidad, disponibles en Internet hay textos o imágenes estáticas, uno recibe mensajes, lee el correo, pero pronto podría existir total convergencia entre televisión e Internet, al punto de que el televisor no sea muy distinguible del computador; en la misma pantalla, uno puede estar mirando la televisión y, al apretar un botón en el teclado, se activa el otro lado de la ventana comunicacional y empieza a recibir los mensajes, el correo, a visitar distintas páginas, las que serán en su mayoría animadas, en movimiento. En un minuto cualquiera, entre 30 y 60 millones de personas están conectadas a Internet, pero en ese minuto hay 3.000 millones de personas que han mirado la televisión. Si la Internet se transforma, por así decirlo, en la plataforma de la televisión, el potencial es inimaginable.

Predicciones
Lo que he visto en los medios de laboratorio es que la convergencia es que exista una especie de Internet con la imagen. Si uno va al laboratorio medial del MIT, uno entra y tiene un televisor que responde a instrucciones habladas. Hace un tiempo, esto era muy llamativo, hoy hay automóviles en que la radio y el teléfono responden a instrucciones habladas. El encargado nos hablaba de que la familia futura se compondría de los padres, los dos niños y el perro, y cinco pantallas de televisión digital. Uno llega a la casa y dice préndete y se enciende una pantalla, que no es un televisor, sino la multipantalla que va a hacer todas las cosas. Mientras uno se saca la chaqueta, puede decir “quiero ver el correo” y en el primer correo aparece la señora, en tamaño real, quien señala que nos dejó tal o cual encargo, va a ir a tal o cual lugar, etcétera. En el siguiente correo aparece la hija, que puede estar en Roma y nos dice “papá, lo estamos pasando fantástico, encontramos una pensión barata” y mientras uno se saca la corbata, aparece el colega que le explica que llegaron los informes.

Esto no es imaginación, esto está funcionando en forma experimental. No sé exactamente por qué no se ha generalizado. El laboratorio IBM ha realizado varias encuestas en cuanto a cuál es el invento que a la gente le gustaría ver en el futuro y siempre hay dos que ganan: el auto-avión y el teléfono-video. El auto-avión se inventó en 1956; en Australia ha habido unas veinte fábricas de auto-avión y han quebrado todas. Cada vez que se ponen a la venta, la gente va, los admira, pero no los compra. Lo mismo ocurre con el teléfono-video. Es entretenido hablar por teléfono y ver al otro, pero cuando uno habla por teléfono, no siempre quiere que lo vean. En las ciudades en las que se ha introducido el aparato en forma experimental, las personas o no lo utilizan o no lo compran. La última de estas ciudades fue Concepción. Cuando llegó la empresa Telefónica a Chile, uno de sus proyectos de promoción fue ofrecer a la venta el teléfono-video en esta ciudad. Nunca más oí hablar del tema; supongo que se deben de haber vendido dos o tres aparatos. Después, con Internet, han salido algunos que son muy sencillos y a veces uno los tiene sin querer comprarlos. En mi computador hay un sistema con el que puedo hablar por teléfono con personas que tengan el mismo sistema y podemos estar mirándonos. Yo nunca lo he usado ni conozco a nadie que lo haya utilizado.

Entonces, el avance en la tecnología no depende de la técnica sino de factores económicos y sociales difíciles de predecir. Este es el panorama de cambio del mundo de las comunicaciones; la industria se mueve a un ritmo tan rápido que tenemos que estar reinventándonos y redefiniéndonos a cada momento.

Medicina y revolución de las comunicaciones
¿Qué consecuencias tiene esto en el área de la medicina? La última vez que estuve en el laboratorio del MIT fue en mayo del 93, hace 10 años. Tecnológicamente, todas estas cosas ya estaban inventadas y después de diez años todavía no están en el mercado; por lo tanto, esta revolución es rápida en términos históricos, pero no lo es en cuanto al conocimiento personal o al uso que uno hace. El mercado suele resistirse, la economía decae y no es el momento de introducir nuevas tecnologías. La combinación de todos estos factores puede darse cada diez o quince años; se produce un salto importante, pero no es más a menudo que eso.

Cuando uno observa la medicina, con todas las herramientas disponibles en la actualidad, se piensa que habrá cambios importantes que causarán problemas y oportunidades interesantes. Por un lado, están los cambios técnicos, sistemas de almacenamiento de información, sistemas de transmisión de datos, bases de datos, sistemas de almacenamiento de imágenes, hay cada vez más programas hechos para funcionar en Internet, que permiten recopilar material médico, por así decirlo, que uno podría consultar desde cualquier lugar del mundo, incluso exámenes de laboratorio e imágenes radiológicas. De esta manera se llega a uno de los conceptos básicos de la revolución de las comunicaciones, que es eliminar distancias. Creo que los médicos han sido los que han hecho la mayor demostración del extremo al que puede llegar esto, con las operaciones quirúrgicas a distancia. Es algo bastante experimental, pero tiene un valor simbólico importante que el cirujano esté en Nueva York y el bisturí se mueva en París. Según mis conocimientos, al menos dos o tres operaciones mayores se han realizado a más de 1.000 kilómetros de distancia. Todo esto lleva a las posibilidades existentes para que los médicos se informen, acumulen casuística y de esta forma se pueda mejorar la calidad de la investigación, estudiar en forma continua y permanente, con gran comodidad y acceso ilimitado a información.

Médicos e Internet
Un área muy comentada más inmediata, que ha salido en la prensa, es la difusión de información para los pacientes y hasta qué punto ello creará cambios en la actitud de los pacientes frente a su médico. De los trabajos publicados se estimó que alrededor de 53% de los pacientes que consultan médico en los Estados Unidos reconocen que, además, han consultado en Internet para averiguar sobre sus síntomas y su enfermedad; de ellos, 59% no informan al médico que lo han hecho. Esta tendencia está cambiando en forma radical la relación médico-paciente, desde una actitud tradicional bastante paternalista, en que el médico es el que sabe, el paciente reconoce su autoridad profesional y voluntariamente acepta las indicaciones, las obedece y las sigue; en la actualidad estamos llegando a una situación en que el paciente cree que está en una situación más igualitaria, porque tiene acceso a mucha información y a veces tiene información relevante. Debe haber anécdotas del paciente que aportan datos interesantes para el médico.

Todo este sistema crea oportunidades de mejor comunicación con el paciente. En Internet han surgido una serie de sistemas ad hoc desarrollados para el uso de medicamentos, correos electrónicos relativos a la relación médico-paciente. No sé en qué etapa están, pero son áreas, caminos que se pueden abrir y cambiar, algo importante para los médicos. Una nueva tarea del médico es enseñar al paciente a usar la Internet, señalarle cuáles son las maneras de hacerlo, los sitios confiables y los que no lo son, o cómo verificar la confiabilidad del sitio; pero se debe abrir un espacio de confianza para hablar sobre el tema, creo que a muchos médicos les costará aceptar esta nueva relación y muchos pacientes preferirán el otro sistema, o se desubican cuando cambian a otra forma de actuar, y piensan que el médico es poco más que un peluquero, a quien se le puede indicar qué operación realizar y la manera de hacerlo. Esto genera nuevas tensiones que seguramente se intensificarán por un tiempo y luego se resolverán, pero, sea como sea, creo que las preferencias del paciente, que antes no se tomaban en cuenta en el proceso de decisión médica, serán cada vez más importantes y se habla ya del decision sharing, es decir, las decisiones serán compartidas, con una información muy cabal y responsable por parte del paciente.

Muchos otros desafíos surgen de la tecnología: uno de ellos es que, en la medida que ésta se vuelve parte central del ejercicio de la medicina, surge un riesgo, para un país como Chile, de quedarse atrás con esta tecnología y, en consecuencia, que la profesión se quede atrás y que haya una diferencia entre lo que sucede en el mundo desarrollado y lo que ocurre entre nosotros. Porque el desarrollo de esta tecnología no sólo es científico y tecnológico, sino también económico, legal, involucra regulaciones y una serie de otras cosas. Por eso, si el país como un todo no se sube a este carro, los médicos pueden ir quedando retrasados respecto de sus colegas de países más avanzados. En su mayoría, los expertos que estudian este tema piensan que la desigualdad entre países desarrollados y subdesarrollados irá en extraordinario aumento en las próximas décadas, a raíz de las nuevas tecnologías bien adaptadas y bien utilizadas, y poco o mal adaptadas en los países menos desarrollados, los que después, en una segunda etapa, como ha ocurrido en los procesos de cambios anteriores, podrán incorporarlas.

Se debe tomar en cuenta que este acercamiento de los países desarrollados a los subdesarrollados acarrea una importación de sus costumbres, con todo lo que eso significa. Por ejemplo, en el área médica, las querellas por malpractice, o negligencia, creo que son una importación de los Estados Unidos y que provienen de una serie de cuestiones sociales, pero que en forma rápida se están remedando. Pese a que las condiciones sociales y judiciales nuestras, de jueces y jurado, puedan ser distintas, del mismo modo uno puede esperar que ciertas costumbres de traspaso de información a los pacientes, esta cosa escrupulosa y exacta que existe en los Estados Unidos, también comience a imponerse en Chile. Creo que cada una de las áreas que uno mire o que a uno le interesen como profesional médico, y comience a examinarla a la luz de lo que existe o de lo que se sabe que va a venir en Internet, en los próximos años, uno puede sacar conclusiones de que esa área también va a cambiar y podría intentar anticiparse y predecir más o menos el camino que seguirá.

Conclusiones
Vivimos en una época de cambios y contra eso no podemos hacer nada. Me parece estimulante e interesante, pero siempre recuerdo que en la antigua China existía una maldición que decía “que vivas en tiempos interesantes”, porque en éstos siempre hay turbulencias, incertidumbres, cambios, y lo peor que puede suceder es vivir esas épocas en que no hay tierra firme, porque todo se puede venir abajo y cambiar. Creo que eso es lo que estamos viviendo en este momento, lo que produce incertidumbre. Uno no sabe si va a poder sobrevivir en esta selva de cambios, pero, afortunadamente, en el ciclo de vida de cada hombre, el cambio no es tan grande. Creo que el hombre es la medida de todas estas cosas, todas estas máquinas están construidas para que las utilicemos y no van a ser más de lo que nosotros queramos hacer de ellas. El ritmo del cambio no es tan violento dentro del ciclo de la vida humana y las posibilidades de la máquina tampoco serán superiores a lo que podamos realizar con ellas. Creo que estamos en tiempos interesantes, se perfilan desafíos y no hay profesión que se escape. En el mundo de las comunicaciones se vive esto con plena conciencia. Entiendo que en otras profesiones no hay la misma conciencia de la magnitud del cambio que nos está afectando.

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Este texto completo es la transcripción editada y revisada de la conferencia dictada durante el XLVII Congreso Capítulo Chileno American College of Surgeons Santiago, 21 - 24 de mayo de 2003, en el Simposio Ejercicio Profesional-Humanidad y Globalización
Coordinador: Dr. Raúl Correa Velasco, FACS, Presidente Capítulo Chileno American College of Surgeons.

Expositor: Juan Pablo Illanes[1]

Filiación:
[1] Director de El Mercurio de Santiago, Santiago, Chile

Citación: Illanes JP. Medicine and the revolution in communications. Medwave 2003 Dic;3(11):e1358 doi: 10.5867/medwave.2003.11.1358

Fecha de publicación: 1/12/2003

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