Este texto completo es la transcripción editada y revisada de la conferencia dictada en el marco del XVII Congreso Chileno de Nutrición, realizado en Iquique entre los días 29 de noviembre al 2 de diciembre de 2006. El evento fue organizado por la Sociedad Chilena de Nutrición, Bromatología y Toxicología.
Presidente: Dr. Francisco Mardones Santander.
La Sociedad Chilena de Nutrición participa en la lucha contra la obesidad que encabeza el Ministerio de Salud en todo el país. Hoy en día se sabe que las medidas que se implementen para revertir este problema deberán considerar la evidencia de que las enfermedades crónicas del adulto se originan en forma muy precoz en la vida del individuo.
Los datos de la Encuesta Nacional de Salud (ENS) del año indican que en Chile, la prevalencia de obesidad es de 23,2 % y la de sobrepeso, 37,8%, es decir, más de 60% de la población adulta chilena tiene exceso de peso (1). En los Estados Unidos se está llegando a 30% de obesidad y en Inglaterra, a 25%, es decir, las cifras de Chile son similares a las de los países desarrollados. Cifras similares se comprueban en las embarazadas. Los estudios de Uauy y Kain revelan que la obesidad se concentra en las niñas, de manera que en las mujeres, sobre todo en las más pobres, el problema se inicia en edades tempranas (2, 3).
El análisis de las mujeres indica que la prevalencia de obesidad difiere según el nivel socioeconómico, con 33% en el nivel bajo, 30% en el nivel medio-bajo, 22% en el nivel medio y 9% en el grupo socioeconómico alto. Los grupos bajo y medio-bajo son 21% y 50% de la población, respectivamente y este 71% de la población se atiende mayoritariamente en los servicios públicos de salud. El promedio de talla es de 1,53 m en el grupo socioeconómico bajo, sube 1,57 en el grupo medio y a 1,60 m en el nivel alto. En los países desarrollados la cifra es 1,65 m y en los países nórdicos, 1,70 m; por lo tanto, la obesidad se concentra en los sectores socioeconómicos más pobres y las personas obesas, tienen en promedio talla más baja. Lo anterior es particularmente importante para las mujeres, en las cuales es más clara dicha diferencia.
Así también, en varios estudios publicados recientemente por nuestro grupo se describe que las embarazadas obesas son, en su mayoría, de menor nivel socioeconómico y de menor talla, lo que influye en forma negativa sobre el peso al nacer de sus hijos. Según la ENS, estas personas obesas tienen mayor riesgo de síndrome metabólico, que se asocia a alto riesgo de morbimortalidad por enfermedades cardiovasculares y diabetes mellitus. El síndrome metabólico (SM) se definió en la ENS con el criterio ATP-III modificado del año 2001 (4): presión arterial mayor de 130/85 mmHg; circunferencia de cintura mayor de 102 cm en hombres y mayor de 88 cm en mujeres; colesterol HDL menor de 40 mg/dl en hombres y menor de 50 mg/dl en mujeres; glicemia en ayunas mayor o igual a 100 mg/dl y triglicéridos mayores de 150 mg/dl. Los resultados revelan que hay 32% de síndrome metabólico en la población adulta en Chile, concentrada principalmente en la población obesa: 68,4% de los obesos presentan SM.
La relación entre SM y grupos de edad es de 29% en el grupo menor de 65 años; sube a 61% en el grupo entre 65 y 74 años; y luego disminuye a 54% en el grupo mayor de 74 años. Asimismo, el sobrepeso, medido por índice de masa corporal (IMC), la obesidad medida en cintura y la obesidad propiamente tal muestran evoluciones similares, pero la más parecida es la obesidad en cintura (Fig. 1) (5).
Figura 1: Síndrome metabólico y obesidad, Encuesta Nacional de Salud, Chile, 2003 (5).
Se sabe que el mayor riesgo de obesidad y de enfermedades crónicas depende del estilo de vida, es decir, dieta y ejercicio. También se ha propuesto un origen temprano, especialmente desde el embarazo, modelo que planteó Barker en sus primeros estudios, en los que detectó asociaciones epidemiológicas entre el tamaño reducido al nacer y el mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y diabetes mellitus tipo 2 en la edad adulta media (6). Hoy la validez de este modelo se sustenta en una gran cantidad de datos clínicos y experimentales, que están entregando cada vez más bases conceptuales sobre sus mecanismos (7). Se estima que, mientras persista la epidemia mundial de obesidad, seguirá aumentando el síndrome metabólico: esta epidemia aparece en un ambiente hipercalórico (bebidas, papas fritas, etc.), pero también cuando la sobrevida de los niños de bajo peso al nacer aumenta, debido a la cobertura de los servicios de salud y a una mejor atención de la madre y del recién nacido, gracias a la cual hoy sobreviven más recién nacidos que tuvieron restricción de crecimiento intrauterino (RCIU).
La OMS señaló recientemente, en su documento de 2003, que los niños con peso al nacer deficiente, al igual que aquellos con peso excesivo, tienen mayor riesgo de obesidad, que tiende a mantenerse durante toda la vida (8). Esto significa que la obesidad, la diabetes mellitus y la enfermedad cardiovascular son más probables si el individuo, luego de nacer, vive en un ambiente en que la nutrición es hipercalórica con respecto a lo que se programó: es el caso típico de una madre de bajo peso, caso cada vez menos frecuente, que está con dieta hipocalórica y que tiene un hijo que vivirá en un ambiente hipercalórico.
Se ha comprobado categóricamente que la presión arterial se asocia con el balance de proteínas e hidratos de carbono en la dieta materna, más que con sus cantidades absolutas. En la hambruna de Holanda se observó que la presión arterial en la adultez estaba inversamente asociada con la razón proteínas/carbohidratos de la dieta del tercer trimestre del embarazo (9) y en varios estudios experimentales, como los que efectuaron Soto-Moyano y Pérez en el INTA de la Universidad de Chile (10, 11); por tanto, la carencia de proteínas en la dieta, que es muy frecuente en países en desarrollo, es un factor importante de considerar. En un estudio reciente sobre la dieta de las mujeres de la provincia de Arauco se comprobó que el déficit de ingesta proteica en las madres embarazadas de esta provincia, que es la más pobre de Chile, se podría estimar entre 30% y 40%, incluso en madres obesas, que son de talla baja y tienen una dieta hipercalórica, pero baja en proteínas y micronutrientes. En Chile y en América Latina falta mucho por investigar sobre los déficits de proteínas y micronutrientes en las embarazadas, datos que son fundamentales para investigar cómo crecen los niños.
En un estudio de Eriksson, en Finlandia, se demostró que niños que tuvieron RCIU y que luego en la adultez desarrollaron enfermedad coronaria, el incremento postnatal en talla fue menor que lo normal en los doce primeros años de vida; en otras palabras, estos niños se van quedando cada vez más bajos y, a partir del segundo año de vida, presentan un incremento de peso exagerado y persistente, que aumenta progresivamente su IMC, debido a que están en un ambiente hipercalórico que permite aumentar el peso, pero no la talla (12). En cinco países en desarrollo, en transición nutricional, también se han apreciado asociaciones claras entre la falla de crecimiento en talla en la niñez temprana y el desarrollo de sobrepeso en la niñez tardía; además, la obesidad de estos niños se continúa con aumento del síndrome metabólico en el adulto (13).
La propuesta actual consiste en investigar cómo crecen los niños que tienen RCIU o peso excesivo al nacer; confirmar, en estudios de cohorte a largo plazo, que tienen mayor riesgo de obesidad; y determinar las características del embarazo de esos niños en cuanto a ingesta de calorías, micronutrientes y proteínas. Es una tarea que se puede llevar a cabo en todos los países de América Latina, ya que no es compleja y hay disponibilidad suficiente de infraestructura y medios para hacerlo.
Este texto completo es la transcripción editada y revisada de la conferencia dictada en el marco del XVII Congreso Chileno de Nutrición, realizado en Iquique entre los días 29 de noviembre al 2 de diciembre de 2006. El evento fue organizado por la Sociedad Chilena de Nutrición, Bromatología y Toxicología.
Presidente: Dr. Francisco Mardones Santander.
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