Key Words: expectations towards alcohol, alcohol consumption, school-age children
INTRODUCCIÓN
La Organización Mundial de la Salud señala que el consumo de bebidas alcohólicas en las reuniones sociales es frecuente en muchos lugares del mundo, pudiendo tener consecuencias sanitarias y sociales negativas. El inicio temprano del consumo de alcohol representa un importante factor de riesgo para el desarrollo de patrones de su consumo abusivo.
OBJETIVOS
Analizar las expectativas hacia el consumo de alcohol e identificar la edad de inicio de su consumo en niños escolares entre ocho y 12 años de edad.
MÉTODOS
El diseño del estudio fue de tipo exploratorio, descriptivo y transversal. El periodo de recolección de los datos fue desde febrero a marzo de 2016 en las instalaciones de las escuelas primarias Profesores Claudio Cortés Castro y Manuel Díaz Prieto de la ciudad de Villahermosa, Tabasco. Se aplicó el cuestionario de expectativas hacia el alcohol para niños.
RESULTADOS
La muestra fue de 203 niños. El 28% de ellos ha bebido alcohol alguna vez en la vida. La edad promedio en que consumieron esta bebida fue entre los ocho y los nueve años de edad. La bebida ingerida con más frecuencia fue la cerveza, la que en su mayoría ha sido proporcionada por el padre en lugares de convivencia familiar. Dentro de las expectativas del consumo de alcohol las dimensiones con más puntuación fueron la de agresividad y la de sociabilidad; con menor puntaje resultó la dimensión de estados negativos.
CONCLUSIÓN
Respecto a las expectativas del consumo de alcohol, los niños piensan que al consumirlo puede presentarse una conducta agresiva y que esto haga que digan groserías, molesten a las demás personas y discutan con las mismas. Por otra parte existen situaciones que produce el alcohol que los niños no logran apreciar en los bebedores, como la tristeza y la vergüenza.
El alcohol es una sustancia psicoactiva con propiedades causantes de dependencia, que se ha utilizado ampliamente en muchas culturas durante siglos. El consumo nocivo de alcohol conlleva una pesada carga social y económica para las sociedades [1].
La Organización Mundial de la Salud señala que el consumo de bebidas alcohólicas en las reuniones sociales es frecuente en muchos lugares del mundo. Además, puede tener consecuencias sanitarias y sociales negativas relacionadas con sus propiedades tóxicas y la dependencia que puede producir, junto con las enfermedades crónicas que pueden contraer quienes beben grandes cantidades de alcohol a lo largo de varios años. También se asocia a un aumento del riesgo de padecer afecciones agudas como lesiones, en particular las provocadas por accidentes de tránsito [2]. La Organización Mundial de la Salud menciona que la ingesta de alcohol afecta a las personas y las sociedades de diferentes maneras. Sus efectos están determinados por el volumen de alcohol bebido, los hábitos de consumo y en raras ocasiones, la calidad del alcohol. En 2012 el alcohol fue el causante de 3,3 millones de defunciones, es decir 5,9% del total mundial. En el grupo etario de 20 a 39 años, 25% de las defunciones son atribuibles al abuso del alcohol [3].
El inicio temprano de la ingesta de alcohol, representa un importante factor de riesgo para el desarrollo de patrones de su consumo abusivo [4].
Las expectativas hacia el alcohol son las ideas sobre los efectos que esta sustancia produce sobre el comportamiento, el estado de ánimo y las emociones, haya o no consumido alguna bebida alcohólica. La percepción de contingencia entre un comportamiento dado y ciertos resultados conduce al almacenamiento de tales asociaciones en la memoria. Estas asociaciones almacenadas, influyen tiempo después en la decisión de realizar o no un comportamiento dado, en este caso beber o no alcohol [5]. Estudios realizados en otros países muestran que la ingesta de alcohol entre los niños es en mayor parte de tipo experimental. Asimismo, los casos de consumo regular se registran con baja frecuencia [6].
Las expectativas hacia el alcohol han demostrado estar fuertemente asociadas con el consumo de niños y adolescentes, y resultan mediadas por el efecto de variables como la edad [7]. Son escasas las investigaciones sobre la conducta de ingesta de alcohol y los antecedentes de consumo en niños y adolescentes [8].
En el estudio realizado por Grigoravicius y colaboradores (2013) en Argentina, se destacó que casi la totalidad de los niños de ambas muestras manifestaba haber bebido alcohol en reuniones o eventos familiares como cumpleaños, Navidad, Año Nuevo, entre otros. En este estudio se usó una muestra clínica (niños que asistían a psicoterapia psicoanalítica) y no clínica (niños de una escuela pública). Al analizar las características de los niños que tomaron alcohol alguna vez, se observa en ambas muestras que 78% (14 casos) de la población clínica y 69% (nueve casos) de la población no clínica que bebió alguna vez, lo hizo entre los ocho y diez años [9].
Si bien las investigaciones en el área de las expectativas hacia el alcohol han aumentado desde su surgimiento en los años setenta hasta la actualidad, en nuestro medio no se encuentran muchos trabajos centrados en esta materia. Esto puede deberse, al menos en parte, a la ausencia de instrumentos locales para evaluar las expectativas hacia el alcohol mantenidas por los niños. En este contexto, y con el objetivo de suplir esta carencia, se construyeron el Cuestionario de Expectativas Hacia dl Alcohol para adolescentes y el Cuestionario de Expectativas Hacia el Alcohol para niños [10].
Dadas las cifras anteriores se puede notar que hay un porcentaje de la población de niños que mencionan haber probado alcohol en eventos sociales y de convivencia en familia. Estas cifras y acciones no se deben pasar por alto. Por eso surge la necesidad de estudiar dicho fenómeno. Es alarmante ver que la edad en que los niños han tomado alcohol oscila entre los ocho y diez años; a lo que se suma que la población vea esta droga legal como parte fundamental de convivencia familiar y de celebración. Por todas estas razones, es importante conocer las expectativas que tienen los niños sobre el consumo de alcohol, así como las de quienes ya lo han hecho alguna vez en su corto periodo de vida.
Es importante destacar que los resultados del presente estudio aportan información para el diseño e implementación de futuras intervenciones de enfermería. Estas podrían enfocarse en la evidencia para reducir la ingesta de alcohol y la orientación a los padres desde el ciclo de vida familiar. Sin duda, la meta del cuidado de enfermería es mantener un estado de bienestar de las personas y sus familias, además de reducir factores de riesgo de comportamientos no saludables. Por lo tanto, surgen las siguientes preguntas de investigación ¿cuáles son las expectativas hacia el consumo de alcohol?, y ¿cuál es la edad de inicio de ingesta de alcohol en niños escolares entre ocho y doce años de edad?
Los responsables de la investigación realizaron la recolección de datos. Esta se llevó a cabo en las instalaciones de la Escuela Primaria Claudio Cortés Castro y Manuel Díaz Prieto en la ciudad de Villahermosa, Tabasco, después de la autorización de las autoridades de cada escuela.
Los pasos para la recopilación de datos comenzaron con la autorización de los padres a través de la firma del consentimiento informado. En este documento se les comunicó que la participación de sus hijos sería de forma anónima y confidencial. De los niños participantes cuyos padres firmaron primero el consentimiento informado escrito, se obtuvo luego el consentimiento verbal para participar en el estudio. Se recolectaron los datos de los instrumentos durante el periodo de febrero a marzo del año 2016.
Para que las respuestas de los niños y niñas acerca del uso de alcohol y sus efectos sean confiables, es necesario que reconozcan las bebidas sobre las cuales se les está preguntando en los cuestionarios. Para esto se les mostró una lámina impresa donde se ilustran las bebidas alcohólicas y gaseosas, entre otras. A los niños se les pidió que señalaran las diferentes bebidas en dicha lámina, para evitar errores de lectura y/o comprensión en los resultados de la investigación. La recopilación de datos se realizó de manera individual a los niños de ocho a diez años de edad. En cambio, con los de 11 y 12 años se llevó a cabo con mediciones mediante lápiz y papel de forma grupal [10]. Se elaboró un calendario de las fechas en que se recolectaron los datos en el espacio y tiempo que autorizaron los directivos de cada escuela.
El diseño del estudio fue de tipo exploratorio y descriptivo, por tener el objetivo de identificar las expectativas hacia el consumo de alcohol en niños de entre ocho y doce años de edad. Fue transversal porque implica la obtención de datos en un momento específico [11].
La población del estudio estuvo constituida por niños de ocho a doce años de las escuelas primarias Claudio Cortés Castro y Manuel Díaz Prieto en la ciudad de Villahermosa, Tabasco. El muestreo fue no probabilístico por conveniencia.
La muestra estuvo constituida por 203 niños, a quienes sus padres autorizaron previamente su participación en el estudio al firmar el consentimiento informado, según lo establecen los artículos 24 y 36 del Reglamento de la Ley General de Salud en Materia de Investigación para la Salud [12]. Otro aspecto ético señalado en el reglamento y considerado para el presente estudio, es lo indicado en el artículo 13 que menciona que en toda investigación en la que el ser humano sea sujeto de estudio, debe prevalecer el criterio del respeto a su dignidad y la protección de sus derechos y bienestar. Según lo establecido en el artículo 35, se aseguró previamente que se hayan hecho estudios semejantes en personas del mismo grupo etario. También se consideró lo señalado en el artículo 36, que menciona que para la realización de investigaciones en menores o incapaces, debe obtenerse el escrito de consentimiento informado de quienes ejerzan la patria potestad o la representación legal del menor. Cuando dos personas ejerzan la patria potestad de un menor, sólo será admisible el consentimiento de una de ellas, si existe imposibilidad fehaciente o manifiesta de la otra para proporcionarlo o en caso de riesgo inminentes para la salud o la vida del menor o incapaz.
Asimismo, de acuerdo con el artículo 17, el presente estudio se considera en la categoría sin riesgo. Esto, debido a que no se realiza alguna intervención o modificación intencionada en las variables fisiológicas, psicológicas y sociales de los individuos que participan en el estudio, usándose solo un cuestionario para recolectar los datos. Por último, se obtuvo permiso por escrito de un comité de ética interinstitucional.
Dentro de los instrumentos utilizados para este estudio, se incluye una cédula de datos sociodemográficos con la que se recopilan variables como edad, sexo y grado escolar del niño. Con el segundo instrumento se indaga sobre los antecedentes de consumo de alcohol, en el cual se emplearon las siguientes preguntas:
El tercer instrumento es el cuestionario de expectativas hacia el alcohol para niños [10]; conformado por 30 ítems que se aplicaron sin realizar modificaciones. La escala de respuesta es de tipo Likert (1: nunca, 2: pocas veces, 3: muchas veces, 4: siempre). Consta de cinco factores. El primero se denomina riesgo y agresividad (ítems 7, 11, 14, 16, 19, 23, 26, 29, y 30); el segundo se identifica como incremento de la sociabilidad (ítems 1, 4, 9, 12, 15, 18, 21); el tercer factor es percepción de estados negativos (ítems 3, 8, 17, 20 y 24); el cuarto factor es sentimientos de ira y seguridad (ítems 2, 5, 6 y 10); y el último factor es relajación y reducción de la tensión (ítems 13, 22, 25, 27, y 28). La puntuación total va de 30 a 120, en la que a mayor puntaje, mayores son las expectativas hacia el consumo de alcohol. Esto quiere decir que a mayor puntuación, las expectativas son positivas en el sentido de estar presentes; en tanto que a menor puntuación, las expectativas son negativas o están ausentes en los niños [10].
La presentación de los resultados de las principales expectativas se realiza a partir de la puntuación obtenida (sumas y promedios). Así, encontramos expectativas que obtendrán mayores puntajes y que se considera pertinente señalar, pues son las que están más presentes en los niños. También consideramos dar cuenta de los resultados de las expectativas que obtuvieron los puntajes más bajos.
La fiabilidad del instrumento se obtuvo mediante el cálculo del coeficiente alfa de Cronbach de la escala global (α= 0,85) y también se obtuvieron los coeficientes α de Cronbach para cada una de las cinco escalas de los factores que conforman el instrumento. Así, obtuvimos de la subescala de riesgo y agresividad un α=0,83, de las cuatro subescalas restantes obtuvimos valores moderados, pero adecuados de consistencia interna (sociabilidad α= 0,74; relajación y reducción de la tensión α=0,75, percepción estados negativos α=0,75 y sentimiento de ira y seguridad α=0,71) [10].
A continuación, se exponen las características sociodemográficas que describen a los niños que participaron en este estudio, los datos acerca del consumo de alcohol y las dimensiones con mayor y menor puntaje obtenido.
La muestra estuvo conformada por 203 niños. Los rangos de edad que prevalecen son los de 10 y 11 años de edad con 47,3%. El 55,7% de la muestra son niñas. Por otra parte, el 28,6% son niños que cursan el sexto grado escolar (Tabla 1).
Tabla 1. Características sociodemográficas: edad, sexo y grado escolar.
Acerca de los antecedentes de consumo de alcohol, el 18,7% indica que en su casa acostumbran a tomar bebidas alcohólicas, 2,5% señala que sus amigos ingieren bebidas alcohólicas y 28,6% ha bebido alcohol alguna vez en su vida (Tabla 2).
Tabla 2. Antecedentes del consumo de alcohol en escolares.
Las edades en que los niños tuvieron su primera experiencia con el alcohol, con mayor frecuencia fue de ocho a nueve años (43,1%) y de 10 a 11 (36,2%); el resto de los niños menciona que esta ocurrió entre los cuatro y cinco años (12%). El 6,8% tuvo su primera experiencia entre los seis y siete años. Un niño no recordó la edad en que tomó esta bebida (Tabla 3).
Tabla 3. Edad de inicio de consumo de alcohol.
La bebida consumida con más frecuencia en su primera experiencia con el alcohol, fue la cerveza (48,2%), seguida del rompope (24,1%) y la sidra (17,2%). Las demás bebidas con menos frecuencias son el vino, el tequila, whisky y vodka (Tabla 4). Los niños señalan que la forma en que obtuvieron la bebida alcohólica por primera vez fue de la misma familia, proporcionada principalmente por el padre (29,3%), la familia (20,6%), la madre (10,3%) y con menos frecuencia el tío, tía y abuelo. Existen nueve casos en los que los niños tomaron la bebida alcohólica por sus propios medios (Tabla 5).
Tabla 4. Tipo de bebida que consumieron los niños en su primera experiencia con el alcohol.
Tabla 5. Forma de obtención de la primera bebida alcohólica.
Respecto a las expectativas hacia el consumo de alcohol, los ítems con mayor puntuación de la sumatoria pertenecen a la dimensión de riesgo-agresividad y sociabilidad. Así, encontramos que los niños perciben principalmente que el alcohol hace que las personas digan malas palabras, que discutan con los demás, que molesten a los otros y que sean agresivas. Dentro de la dimensión de sociabilidad perciben que el alcohol hace que las personas se diviertan más en una fiesta (Tabla 6).
Tabla 6. Expectativas hacia el consumo de alcohol con puntuaciones altas.
Siguiendo con las expectativas hacia el consumo de alcohol, dentro de la dimensión de sociabilidad están los ítems de las expectativas que los niños perciben en menor medida. Así encontramos que los niños no tienen tantas expectativas hacia la ingesta de alcohol en relación a que este haga que las personas sean más simpáticas, tampoco que el alcohol haga que las personas realicen cosas que causen risa a los demás. En la dimensión de estados negativos, los niños no tienen marcadas expectativas sobre la vergüenza que produce el alcohol en las personas cuando toman o que éste las haga sentirse tristes. Algo similar ocurre en la dimensión de ira y seguridad, en cuanto a percibir que el alcohol haga que las personas se sientan más lindas que los demás (Tabla 7).
Tabla 7. Expectativas hacia el consumo de alcohol con puntuaciones bajas.
Los resultados de esta investigación, en el caso de las variables sociodemográficas, permitieron identificar que casi la mitad de la población son niños entre los 10 y 11 años de edad. Además, del total de la población estudiada más del 50% son niñas.
Respecto a la primera experiencia o contacto con una bebida alcohólica, encontramos que de la población total de esta investigación 28,6% niños han consumido alcohol alguna vez en su vida. Asimismo, la edad promedio en que fue bebida fue entre los ocho y nueve años. Este dato coincide con el estudio realizado por Rivas y colaboradores en la Ciudad de Villahermosa, Tabasco, donde se registra que la edad de inicio de la ingesta de alcohol es a los ocho años en niños y nueve años en niñas [13]. En otros estudios sobre el consumo de alcohol, se muestran cifras que indican que las personas con familiares que beben alcohol con mayor frecuencia, inician su consumo a edades más tempranas en comparación con los que no tienen familiares que tomen frecuentemente [14],[15],[16].
En los datos relacionados con el consumo de alcohol, encontramos en este estudio que es en casa donde las personas acostumbran a beber bebidas alcohólicas. También señalan que sus amigos toman bebidas alcohólicas y un 28,6% de la muestra ha ingerido alcohol alguna vez en su vida, en su mayoría en las edades comprendidas entre ocho y nueve años de edad (12,3%). En comparación en el estudio de Duffy, se encontró que 28,4% de la muestra había consumido alcohol alguna vez en su vida entre los ocho y diez años [17].
Por otra parte, el estudio de Pilatti y colaboradores mostró que más de la mitad de los niños habían probado al menos una vez bebidas alcohólicas. De igual forma, obtuvo como resultado que entre los varones es mayor la probabilidad de encontrar experiencias directas de consumo de alcohol. Según este autor, los hombres toman bebidas alcohólicas con mayor frecuencia, pero no en mayor cantidad que las mujeres. En los datos encontrados en nuestro estudio los hombres son los que llevan el mayor porcentaje en la primera experiencia con el alcohol, aunque no hay mucha diferencia con las mujeres [10].
En la actualidad la ingesta de alcohol ya no distingue de sexo. Años atrás el consumo de alcohol solo se asociaba a los varones. Hoy en día esto ha cambiado. Estudios recientes sobre este tema señalan que en los porcentajes se nota una mínima diferencia entre hombres y mujeres, e incluso pueden llegar a igualarse entre ambos sexos al momento de beber alcohol [18].
La bebida más tomada es la cerveza, seguida del rompope y la sidra. Dichas bebidas son de fácil acceso en reuniones de celebración familiar. Este resultado es similar al de Amaro y colaboradores, en el cual se señala que las bebidas más consumidas son la cerveza y el vino [19].
Los niños indican que la forma en que han obtenido la bebida alcohólica por primera vez es de la misma familia, proporcionada principalmente por el padre, la madre y el tío. Cabe recalcar que la familia como variable juega el papel de facilitador y esta misma variable es un factor que revela la edad de consumo de alcohol en los estudiantes [14].
En la visita previa a la aplicación de las encuestas se llevaron imágenes de ejemplos de bebidas alcohólicas, con el objetivo de que los niños reconocieran las bebidas para evitar errores en los resultados de la investigación. Al momento de mostrar dichas imágenes, los niños expresaban de forma oral que estas bebidas están presentes en las fiestas, los 15 años, en las bodas y en fiestas decembrinas. Se pudo observar que en su mayoría escribían que la bebida alcohólica la obtuvieron en dichas celebraciones. Respecto a los motivos para consumir alcohol, mencionaron que divertirse y pasarlo bien es el fin último que persigue el adulto cuando ingiere alcohol.
Las situaciones de consumo estarían vinculadas principalmente con actos de celebración o fiesta como la Navidad y el fútbol. Esto quiere decir que el beber alcohol es un acto para festejar, celebrar y convivir [20]. Se debe mencionar que se suele especular que la forma en que se consigue alcohol es lejos del núcleo familiar [9],[17],[21], por ejemplo con los amigos. En nuestro estudio, las bebidas alcohólicas fueron facilitadas por los mismos familiares y no por personas ajenas a los niños.
Sobre las expectativas hacia el consumo de alcohol en niños, los ítems con mayor puntaje están dentro de las dimensiones de riesgo-agresividad y sociabilidad. El trabajo de Grigoravicius y colaboradores tiene resultados semejantes. En él se observa que los niños obtuvieron valores estadísticamente significativos en la asociación entre las escalas sociabilidad, ira y seguridad, y en la suma de expectativas positivas [9]. De esta forma es evidente que los niños ven como efecto del alcohol que las personas actúen de una forma agresiva, que digan groserías, que molesten a las demás personas y discutan con ellas. Estos datos indican que cuando se bebe alcohol, éste produce efectos negativos que se manifiestan con violencia verbal y física [22]. Los resultados son similares a los reportados por Pastén y colaboradores, quienes revelaron que la magnitud del comportamiento agresivo está en el consumo de alcohol y drogas, aspectos en los que los niños indicaron los niveles más elevados en función de la agresividad [23].
Otra dimensión que tiene un alto puntaje es la de sociabilidad. Esto quiere decir que los niños observan que estar bajo el efecto del alcohol constituye una forma de divertirse en las fiestas. En la revisión bibliográfica de Moll y Charpentier se concluyó que los niños de siete a doce años se inician en el consumo por diversión [24].
Son pocos los estudios de grupos de investigación enfocados en el consumo de alcohol en niños. Los que se han realizado, muestran como resultado que los niños asocian el consumo de alcohol con la diversión en fiestas, reírse mucho, y hacer cosas que diviertan a los demás [25]. Una vez más, se dan los mismos resultados en el presente estudio. A este respecto se puede mencionar que, ya sea en Argentina, Chile o México, entre otros países, las expectativas hacia el consumo de alcohol en niños siguen teniendo el mismo sentido. Este implica ser valorado como forma de recreación, socialización o celebración, siendo parte de las tradiciones y la cultura, en este caso, mexicana.
Es importante señalar que en nuestro estudio existen ítems con menor puntuación y que se encuentran dentro de la dimensión de estados negativos. Esto quiere decir que hay situaciones en las que los niños no están apreciando algunos comportamientos que son consecuencia de la ingesta de alcohol. Dichos escenarios se producen cuando las personas se avergüenzan por lo que hacen cuando toman o se sienten tristes, ítems que se encuentran dentro de la dimensión de estados negativos. Dados estos resultados, se puede decir que los niños de nuestro estudio no distinguen que el alcohol puede generar como efecto en las personas el que sientan vergüenza por lo que hacen cuando están bajo sus efectos o que se entristezcan cuando están alcoholizadas.
Hay presencia de niños que mencionan haber bebido alguna vez alcohol en su vida. La edad promedio en que lo consumieron fue entre los ocho y los nueve años de edad.
La bebida alcohólica ingerida con más frecuencia fue la cerveza. Esta bebida en su mayoría ha sido proporcionada principalmente por el padre, seguido de otros miembros de la familia como la madre, el tío o la tía en instancias de convivencia familiar como las bodas.
Respecto a las expectativas del consumo de alcohol hay relevancia en las dimensiones de riesgo y agresividad, y sociabilidad en las que hay expectativas positivas. Esto significa que los niños piensan que al beber alcohol puede presentarse una conducta agresiva y que esto haga que digan groserías, molesten a las demás personas y discutan con las mismas. Por otra parte, existen situaciones que produce el alcohol que los niños no logran apreciar, como los estados negativos. Entre estos, destacan el hecho de que alcohol haga que las personas se sientan tristes y se avergüencen por su conducta.
Aspectos éticos
La Revista tiene constancia de que la Comisión Institucional de Ética en Investigación de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, México; tuvo conocimiento sobre este estudio y su posible publicación en una revista de difusión biomédica.
Declaración de conflictos de intereses
Los autores han completado el formulario de declaración de conflictos de intereses del ICMJE, y declaran no haber recibido financiamiento para la realización del reporte; no tener relaciones financieras con organizaciones que podrían tener intereses en el artículo publicado, en los últimos tres años; y no tener otras relaciones o actividades que podrían influir sobre el artículo publicado. Los formularios pueden ser solicitados contactando al autor responsable o a la dirección editorial de la Revista.
Financiamiento
Los autores declaran que no hubo fuentes de financiación externas.
Nota del editor
El autor principal o responsable afirma que este manuscrito es una transcripción honesta, precisa y transparente del estudio que se informa; que no se ha omitido ningún aspecto importante del estudio; y que las discrepancias entre los resultados del estudio y los previstos (si fueran relevantes) se han registrado y explicado.
INTRODUCCIÓN
La Organización Mundial de la Salud señala que el consumo de bebidas alcohólicas en las reuniones sociales es frecuente en muchos lugares del mundo, pudiendo tener consecuencias sanitarias y sociales negativas. El inicio temprano del consumo de alcohol representa un importante factor de riesgo para el desarrollo de patrones de su consumo abusivo.
OBJETIVOS
Analizar las expectativas hacia el consumo de alcohol e identificar la edad de inicio de su consumo en niños escolares entre ocho y 12 años de edad.
MÉTODOS
El diseño del estudio fue de tipo exploratorio, descriptivo y transversal. El periodo de recolección de los datos fue desde febrero a marzo de 2016 en las instalaciones de las escuelas primarias Profesores Claudio Cortés Castro y Manuel Díaz Prieto de la ciudad de Villahermosa, Tabasco. Se aplicó el cuestionario de expectativas hacia el alcohol para niños.
RESULTADOS
La muestra fue de 203 niños. El 28% de ellos ha bebido alcohol alguna vez en la vida. La edad promedio en que consumieron esta bebida fue entre los ocho y los nueve años de edad. La bebida ingerida con más frecuencia fue la cerveza, la que en su mayoría ha sido proporcionada por el padre en lugares de convivencia familiar. Dentro de las expectativas del consumo de alcohol las dimensiones con más puntuación fueron la de agresividad y la de sociabilidad; con menor puntaje resultó la dimensión de estados negativos.
CONCLUSIÓN
Respecto a las expectativas del consumo de alcohol, los niños piensan que al consumirlo puede presentarse una conducta agresiva y que esto haga que digan groserías, molesten a las demás personas y discutan con las mismas. Por otra parte existen situaciones que produce el alcohol que los niños no logran apreciar en los bebedores, como la tristeza y la vergüenza.
Citation: Gerónimo Carrillo R, Ramos Rendón KC, Rivas Acuña V, Hernández Ramírez G, Mateo Crisóstomo Y. Expectations towards alcohol consumption in school children between 8 and 12 years of age: a descriptive study. Medwave 2017 Sep-Oct;17(8):e7049 doi: 10.5867/medwave.2017.08.7049
Submission date: 12/5/2017
Acceptance date: 28/8/2017
Publication date: 29/9/2017
Origin: not requested
Type of review: reviewed by five external peer reviewers, double-blind
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